Bessent y el Tesoro actúan. La estabilidad se diseña en Washington

Scott Bessent, secretario del Tesoro de los Estados Unidos, confirmó mediante un tweet que su organismo volvió a intervenir en el mercado cambiario argentino. “Estados Unidos apoya a la Argentina. Ayer, el Tesoro compró pesos en el ‘Blue Chip Swap’ y en el mercado al contado”, declaró el funcionario de Trump, agregando que tiene la “capacidad de actuar con flexibilidad y contundencia para estabilizar a la Argentina”.

Este anuncio es una de las últimas jugadas de un operativo que ya lleva semanas, donde el gobierno norteamericano actúa abiertamente como el director de la política económica local, comprando y vendiendo moneda nacional como si Argentina fuera una colonia sin soberanía. Lejos de ser una ayuda, esta intervención directa marca un hito en la dependencia hacia el país de la bandera de las barras y las estrellas.

La secuencia de este salvataje es un verdadero laberinto de promesas que mutan día a día, revelando la desesperación por contener la crisis antes de las elecciones. Primero fue el swap de monedas por U$S20.000 millones, acompañado por la compra de bonos soberanos por parte del Tesoro estadounidense y un crédito del Fondo de Estabilización Cambiaria, un instrumento que no se utilizaba hace tres décadas. Al final, estas últimas dos medidas terminaron por desaparecer del discurso del funcionario trumpista y solo quedó el swap de monedas. Aunque la oficialización de este mecanismo cambiario todavía no existe.

Con el paso de los días, al ver que el mercado no se tranquilizaba, Bessent amplió la apuesta: anunció otros U$S20.000 millones en una línea de crédito con bancos privados y fondos soberanos, llevando el total a U$S40.000 millones.

Ahora, la última medida son estas intervenciones directas y ya recurrentes en el mercado local, donde el Tesoro norteamericano intercambia pesos por dólares a través de bancos como Citi y Santender, con la Reserva Federal actuando como agente. Sin embargo, a pesar de este arsenal de anuncios, el dólar volvió a subir ayer (jueves 16 de octubre). La supuesta “contundencia” estabilizadora no logra ni siquiera calmar la ansiedad de los especuladores por unas horas.

Este nivel injerencia no es gratuito y tiene un precio que pagarán los trabajadores. Cuando Bessent declara que “trabajamos para que la Argentina vuelva a ser grande”, en realidad está delineando los términos de una nueva entrega. Esta estabilidad que promete se negocia tras bambalinas, y el costo seguramente será la profundización del ajuste, la entrega de recursos naturales y una sumisión política aún mayor. Cada intervención del Tesoro consolida la idea de una Argentina camino a convertirse en un protectorado económico de los Estados Unidos, donde las decisiones clave sobre el tipo de cambio, las reservas y la deuda se toman en Washington. El gobierno de Milei, hoy, no es más que un felpudo encargado de administrar un plan diseñado por el imperialismo estadounidense.

Pero hay un elemento que desnuda toda la farsa, a pesar de toda la artillería financiera desplegada, nada logra estabilizar la situación. El mercado sigue desconfiando, el dólar sigue presionando y la crisis sigue su curso. Esto demuestra que los capitales no creen en la solvencia de un gobierno que se sostiene apenas por el apoyo externo, y que ha demostrado su incapacidad para generar consenso interno con parte del empresariado y los sectores de la política tradicional.

La imposibilidad de Milei en anclar su proyecto económico a la realidad del país, hace que sectores de la burguesía miren sus acciones con escepticismo. Los movimientos para oxigenar el armado del gobierno post elecciones, o las reuniones con otros actores de la política (gobernadores y legisladores que se dicen opositores), son acciones que muestran el ruido que hace parte del establishment para que, post elecciones, se mantengan las promesas del programa de Milei (reformas estructurales).

Todo este operativo, con sus idas y vueltas, confirma una vez más que, con este gobierno libertario, el verdadero poder reside fuera de las fronteras. La estabilidad del oficialismo depende hoy de la voluntad de Trump y sus funcionarios. Frente a este cuadro de entrega y sumisión, queda claro que la única salida independiente es la que se construye desde abajo, organizando la lucha contra el ajuste, el FMI y este gobierno colonial.

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