El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, confirmó sin ningún tipo de tapujos, que su país obtuvo ganancias mediante el swap de monedas acordado con el gobierno libertario. En una entrevista televisiva con MSNBC, el funcionario de la administración trumpista, admitió que el Banco Central argentino ya utilizó una parte del acuerdo por U$S20.000 millones y que esta operación generó beneficios concretos para Estados Unidos.
Las declaraciones del funcionario norteamericano revelan la verdadera naturaleza de un negocio donde la crisis argentina se convierte en oportunidad de lucro para el capital estadounidense.
“Pusimos a disposición una línea de crédito. Se utilizó una pequeña cantidad, y hemos obtenido una ganancia“, afirmó Bessent con la frialdad que evidencia la simetría de esta relación. Cuando el periodista lo interpeló calificando la operación como un rescate financiero, Bessent respondió con contundencia “¿Por qué lo llamas un rescate? En la mayoría de los rescates financieros, no se gana dinero. El gobierno estadounidense sí ganó“. Una confesión escandalosa, encargada de desnudar el carácter de un vínculo que el gobierno de Milei presenta como una cooperación entre aliados.
Las ambiciones transmitidas por Bessent, sintetizando los objetivos que representa el gobierno de Trump, trascienden lo económico y se proyectan al plano geopolítico. “Usamos nuestro balance financiero para estabilizar el gobierno de uno de nuestros grandes aliados en América Latina durante unas elecciones“, explicó, refiriéndose a las elecciones legislativas de octubre. Un razonamiento totalmente revelador. “Si el presidente Milei ganaba por una abrumadora mayoría, el gobierno iba a ganar dinero, y yo prefería usar la paz a través de la fortaleza económica que tener que disparar contra lanchas de narcotraficantes que se acercaban a la costa“. Una comparación odiosa entre intervención financiera y acción militar, la cual deja en claro la continuidad de los métodos imperialistas bajo nuevas formas.
Pero el secretario de Trump se animó y multiplicó sus deseos intervencionistas, de manera obscena. “Tenemos una oportunidad histórica en América Latina para crear alianzas“, afirmó, mencionando explícitamente los casos de Bolivia con Rodrigo Paz, y anticipando intervenciones futuras. “Probablemente veamos una elección en Colombia. Las vimos en Ecuador. Las veremos en Chile“. Los intentos de reconfiguración mundial por parte de Trump se ven traducidos en estas cuestiones, donde es claro el proyecto de intromisión que tiene el gobierno norteamericano en los asuntos internos de los países latinoamericanos.
El mecanismo a través del cual Estados Unidos obtuvo ganancias sigue siendo, como mínimo, opaco. Pero se puede reconstruir a partir de información del mercado. Bessent intervino antes de las elecciones vendiendo dólares a través de bancos como JP Morgan, Santander y Citi, comprando pesos a un tipo de cambio bajo. Luego, el Banco Central emitió Letras de Liquidez que pagaron intereses estimados en torno al 25% anual. Finalmente, con la activación del swap, Bessent recompró dólares a un tipo de cambio aún más favorable, completando una operación que le reportó ganancias estimadas en un 10%.
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Claro está que esta ganancia no cayó del cielo. Es el resultado de una operación cuidadosamente orquestada que utilizó como variable de ajuste la economía de un país entero. Mientras Bessent celebraba en sus redes sociales que el “puente económico argentino ahora genera ganancias para el pueblo estadounidense“, en Argentina la deuda de esos dólares quedó a cargo del Banco Central, que deberá hacerse cargo de una tasa de interés que se mantiene en secreto.
La transformación de esta operatoria en deuda es muy preocupante. Los pesos que obtuvo el Tesoro estadounidense mediante la venta de sus letras ahora aparecen reconvertidos en un préstamo del Tesoro de Estados Unidos al BCRA por unos 2.100 millones de dólares. Esta deuda forma parte del swap de monedas anunciado el 20 de octubre, cuyas condiciones reales se mantiene en la más absoluta reserva.
Donald Trump había adelantado este resultado cuando declaró que Estados Unidos “había ganado mucho dinero” tras las elecciones argentinas. Ahora Bessent confirma lo que era un secreto a voces. Con la complicidad del gobierno de Milei y con la asistencia del ministro Caputo, Bessent pudo armar su bicicleta financiera a la medida que quiso. En esta operatoria, el inversor se endeuda en una moneda de bajo interés para invertir en otra de mayor rendimiento. En este caso, el Tesoro norteamericano utilizó su poder financiero para especular con la moneda de un país en crisis.
La impunidad con la que Bessent describe estas operaciones refleja, como ya se mencionó, la complicidad de un gobierno libertario que ha colocado a toda una camada de ejecutivos del JP Morgan, en posiciones clave. El ministro de Economía Luis Caputo, el presidente del Banco Central Santiago Bausili, el canciller Pablo Quirno y el viceministro de Economía José Luis Daza representan los intereses del capital financiero internacional dentro del Estado argentino. Un plantel que viene dando vuelta desde el macrismo, caracterizados por ser los ingenieros especializados en firmar acuerdos secretos que comprometen el futuro del país.
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Lo de Bessent es una confesión de que la estabilidad económica argentina depende cada vez más de los designios del Tesoro norteamericano. Cuando afirma que “estabilizando la economía, y teniendo una ganancia, es un buen negocio para los norteamericanos“, se termina de definir el lugar de la Argentina en esta relación, es decir, la de convertir al país en un activo más en la cartera de inversiones de Estados Unidos. Acá se demuestra que la soberanía para todos estos actores es solo una variable que se ajusta dependiendo de las necesidades del capital especulativo.
Pero como lo detalló Bessent, esta hoja de ruta no es únicamente para Argentina, sino que está ideado para toda América Latina. La combinación de intervención financiera y presión política trata de garantizar gobiernos alineados a los intereses estadounidenses en toda la región. Las referencias a Bolivia, Colombia, Ecuador y Chile muestran que Argentina es solo una pieza en un tablero geopolítico más amplio. Toda la estabilidad prometida por Milei tiene como contrapartida todo esto: la pérdida de autonomía en cualquier tipo de definición política y económica. En criollo, si fuera por los Estados Unidos, nos convertirían en una estrella más de su bandera.
En paralelo a los festejos de la administración trumpista, el Banco Central termina acumulando pasivos (deuda) en dólares cuyas condiciones nunca fueron informadas a las mayorías trabajadores y la población en general. El costo real de este endeudamiento, las tasas de interés y los plazos de repago permanecen ocultos. Lo claro de toda esta situación es que quieren convertir a los trabajadores en los financistas de las ganancias que celebra el Tesoro estadounidense. El precio de esta dependencia, quieren cobrarlo por medio de los presupuestos de ajustes o las reformas estructurales, que hoy aparecen en todos os titulares, mientras las ganancias viajan hacia el norte.
Para revertir esta lógica que nos condena a ser una colonia financiera, es fundamental prepararse para enfrentar las promesas de ajuste del proyecto libertario. Solo mediante la construcción de una alternativa política que priorice una economía al servicio de las mayorías, y no de unos pocos, se puede quebrar la lógica actual. Mientras esto no suceda, persistirá la dinámica perversa donde las deudas son de los trabajadores y las ganancias, en cambio, se privatizan en favor de los grandes capitales.
Esta usura, impulsada por lo más distinguido del capital especulativo, solo puede ser desarticulada con medidas radicales que confronten abiertamente con la lógica del capital. Es urgente terminar con todos los acuerdos lesivos, como el swap o las líneas de crédito prometidas bajo un salvataje extranjero, además de romper toda relación con el FMI. No puede haber soberanía mientras continúen las operatorias impuestas por los cabecillas norteamericanos.
Finalmente, es fundamental arrebatar el control de la economía a los especuladores. La nacionalización de la banca y del comercio exterior, bajo gestión estatal y control democrático de los trabajadores, es un paso central. De este modo, el crédito y los dólares podrán orientarse a reactivar la industria, generar empleo y resolver las urgencias de nuestro pueblo, y no seguir sirviendo para que unos pocos sienten sus bases a costa de la Argentina.

