Esta mañana me indigné al leer una columna de Sergio Berni en el portal Infobae, titulada Y si canto de este modo.
El ministro de Seguridad bonaerense salió a criticar el reciente decreto presidencial que anula un anterior decreto de Macri contra los inmigrantes. Ahora de nuevo se permite el ingreso al país de personas extranjeras sin restricción, salvo casos graves. “El tema no estaba en agenda ni existía una demanda ciudadana al respecto”, dice Berni. Es doblemente falso. Primero, desde que Macri limitó el ingreso se viene reclamando volver al derecho de migración que existió toda la vida en nuestro país. El otro reclamo democrático que también existe, incluso desde sectores que simpatizan con el gobierno nacional, es que el propio Berni deje su cargo como jefe policial, reclamo democrático que lamentablemente el gobernador Kicillof desatiende.
Según Berni, “estamos hablando de un requisito exiguo, elemental, referido a qué clase de personas queremos que formen parte de nuestra comunidad, de nuestra vida cotidiana, de nuestro quehacer diario”. Pero si alguien cumplió su condena, Berni, tiene iguales derechos que cualquier persona. En segundo lugar, según los propios informes oficiales el índice de delictividad de extranjeros y nativos es exactamente el mismo. Si hay grandes delincuentes a quienes no se debería dejar entrar al país es a los funcionarios del FMI, que son flor de chorros. Nada de esto reconoce Berni, defensor de su maldita Policía Bonaerense, represora, campeona del gatillo fácil, la corrupción y la violencia machista, fuerza que habría que disolver. Es más: en esa misma policía, donde 1 de cada 9 miembros está sumariado por violencia de género, pone a dictar “género” nada menos que al abogado defensor de un femicida…
El derecho a migrar es un derecho humano y democrático básico, ya sea para irse a otro país o para venir al nuestro. El presidente Alberto Fernández no ha hecho más que lo que debía: derogar una norma injusta y restrictiva. Berni, el que montó el “gendarme carancho” para justificar represiones a luchas obreras, el que defiende la doctrina Chocobar igual que Patricia Bullrich, el que negó la desaparición forzada y el asesinato de Facundo Castro y muchos otros jóvenes por gatillo fácil, el que habla de “banda narco trans” o “banda de peruanos”, no tiene la más mínima autoridad ética para decir “qué clase de personas queremos que formen parte de nuestra comunidad”.