El estreno de Belén, la película dirigida y protagonizada por Dolores Fonzi, es un acontecimiento cultural, feminista y político, que merece reivindicarse con fuerza. En tiempos en que los derechos de las mujeres y disidencias están bajo ataque, llevar al cine la historia de Belén, la joven tucumana encarcelada injustamente durante más de 900 días por un aborto espontáneo, significa volver a poner en el centro la violencia estructural que padecemos en este país y en particular en Tucumán: la violencia obstétrica, judicial, policial, institucional y social que atravesó Belén es, en realidad, la violencia que amenaza a miles de mujeres y personas gestantes pobres que acuden a la salud pública.
La película conmueve, emociona y vuelve a abrir un debate imprescindible. Porque si bien es innegable la labor de la abogada Soledad Deza —figura clave en la defensa de Belén—, queremos rescatar y transmitir un aspecto decisivo: fue la creación de la Mesa Libertad para Belén, la organización colectiva del movimiento feminista tucumano lo que convirtió este caso aislado en una causa nacional e internacional, hasta arrancar su absolución.

La fuerza de lo colectivo
En 2016, se creó la Mesa Libertad para Belén y reunió a un amplio arco de organizaciones sociales, políticas y feministas. Desde la izquierda hasta sectores kirchneristas, desde organismos de derechos humanos hasta agrupaciones independientes, se construyó una coordinación amplia, plural y democrática que hizo posible lo impensado: quebrar el pacto de impunidad de un Poder Judicial misógino y corrupto, presionar a las instituciones, llegar a los medios nacionales e internacionales, y conquistar la libertad de Belén primero y luego su absolución. Fue una experiencia que viví y compartí que nos marcó para siempre a todas las que formamos la Mesa, ya que logramos lo que parecía imposible, la libertad y absolución de Belén
Hubo marchas en Tucumán y en Buenos Aires, conferencias de prensa, petitorios, campañas internacionales como la de Amnistía que reunió 120.000 firmas en el mundo, y el apoyo de la Comisión de DD.HH. de la ONU. Las jornadas del Ni Una Menos de ese año levantaron su nombre como bandera, y el 12 de agosto se realizó una movilización nacional por su libertad. Menos de una semana después, la Corte Suprema tucumana dictó su libertad. Nada de esto hubiera ocurrido sin la lucha colectiva organizada en la Mesa Libertad para Belén. Belén fue liberada, porque instalamos a nivel provincial primer, luego nacional e internacional el tema de la penalización del aborto, fue la coordinación y movilización feminista y social, que logró transformar la indignación en acción política.

Una memoria para el presente
Traer este debate que creemos que aporta para otras luchas, valoramos y nos emocionamos con la película y el trabajo de sus artistas. Fue premiada a la mejor actriz de reparto Camila Plaate, quien actúa en un conmovedor rol de Belén. a quien felicitamos, como a Dolores Fonzi y todo el equipo. Hacemos nuestras sus palabras conmovedoras al recibir el premio en el festival de San Sebastián al dedicarle el premio a Belén y al movimiento de mujeres: si se pudo, se puede
Gracias a esta obra artística, hoy tenemos la oportunidad de volver a hablar de este caso y de rescatar su mensaje. Pero sí creemos que es necesario resaltar el verdadero sujeto de esta victoria: la organización plural y unificada del movimiento feminista en las calles.
En un país donde hoy se pretende arrasar con derechos conquistados y donde el feminismo enfrenta una ofensiva reaccionaria sin precedentes, volver sobre la experiencia de Belén nos recuerda algo vital: cuando el feminismo se organiza, se unifica y moviliza, nada lo detiene. Fue esa misma experiencia de coordinación democrática la que, tiempo después, desembocó en hitos como el Paro Internacional de Mujeres del 8M y la marea verde por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.

Una memoria que interpela la coyuntura
La historia de Belén no es solo pasado. Es presente y futuro. Porque el mismo Poder Judicial patriarcal y clasista que la condenó sigue funcionando con total impunidad. Porque todavía hoy muchas mujeres pobres no tienen acceso al aborto que ya es legal, son maltratadas por abortos espontáneos. Porque mientras violadores, corruptos y femicidas caminan libres, los sectores populares seguimos padeciendo un sistema que nos juzga, nos controla y nos somete.
Y también porque, a casi diez años de aquel triunfo. no se ha democratizado el Poder Judicial machista y capitalista.
Hoy tenemos el desafío de justicia por Brenda Lara y Morena, chicas vulnerables y tantas otras que mueren a manos de mafias, por ellas nos movilizamos, como por tantas otras. Hay que cambiar de raiz este sistema capitalista y patriarcal, padre de todas las violencias.
Lita Alberstein – Dirigente del MST y Juntas y a la izquierda