viernes, 22 noviembre 2024 - 02:31

Argentina, 1985. La película a tiempo

Esta nota está llena de emoción porque antes de ir a ver “1985” pasamos por la EX-ESMA. La rima más acertada, de verdad. Recomiendo la visita guiada de los domingos a las 14 hs. Sigo.

1985, dirigida por Santiago Mitre y protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani como los fiscales Strassera y Moreno Ocampo, quienes llevaron adelante el Juicio a las Juntas Militares. Ese juicio, forzado por la movilización y la pretendida autoamnistía de los genocidas, metió presos a los jefes principales de la peor época de nuestra historia.

Sobre la producción, no hay mucho que decir: espectacular. Los actores y sus actuaciones, las imágenes, las luces, te lleva a los 80’ en la primera escena. Una narrativa ágil y dinámica, combinado con imágenes reales del suceso y con muchos guiños a la juventud, como actor clave en la búsqueda de testimonios y pruebas, la creación de la CONADEP. La primavera del rock nacional, Los Abuelos y Charly, todo: el clima de época, emotivo y verosímil (quizá por lo mismo).

Este proceso, más allá de sus limitaciones, fue referencia mundial: el “Nüremberg” Latinoamericano en la lucha por la memoria, verdad y justicia. Y esta película logró capturar las aristas más progresivas. Los testimonios (como el de Adriana Calvo, inolvidable), demostraron el carácter sistemático y planificado del genocidio que fue la dictadura eclesiastica-cívico-militar, en todo el país. Tampoco deja oculta la complicidad de la justicia que colabora con la dictadura, del PJ colaboracionista y la UCR pusilánime cuidándole la espalda a la institución.

En cuanto a las figuras de los fiscales, a pesar de sus contradicciones, como Moreno Ocampo familia de militares de “doble apellido patricio” y sin pelos en la lengua para decir que no repudia la institución como tal, y metidos en una justicia totalmente condicionada por el poder de turno, muestra el rol progresivo y correcto que jugaron, junto a Strassera.

Lo que sí está ausente en todo el entramado de la película es la movilización en la calle de los organismos de DDHH y las organizaciones de izquierda. Equivalente a esa subestimación equivocada, se presenta un realce exagerado de Strassera como héroe y orgullo nacional. Lo más importante a criticar, aunque entendemos que fue la línea argumental del Nunca Más, son los deslices en torno a la teoría de los dos demonios comparando el terrorismo de Estado, la desaparición, tortura y exterminio de 30 mil obreros, estudiantes, sindicalistas y activistas con las acciones de la guerilla. Ahí, políticamente el film declina.

Para terminar, con 1985 está pasando algo que hace mucho no veíamos en nuestro país: salas llenas en el horario y cine que quieras ir, que terminan con ovaciones y aplausos. En un momento, donde las derechas emergentes militan negacionismo, esta película opera como antídoto positivo de memoria, verdad y justicia. Y remite al pueblo del Nunca más y la inclaudicable lucha que metió preso a Videla, por el resto de su vida, y a mil responsables más. Nunca en ningún otro país paso algo así, ni siquiera con el genocidio nazi.

Hoy, cuando los Milei pactan con los Bussi y nos preguntan si realmente son 30 mil las y los compañeros detenidos-desaparecidos, 1985 contrapesa, motiva y estimula. Y como en cada 24 de marzo, cada jueves de ronda, les pibes en cada aniversario de La Noche de los Lápices: nosotres no olvidamos, no perdonamos ni nos reconciliamos.

Con emoción y la piel de gallina, reaviva el sentido consciente y apasionado, de la pelea por la apertura de todos los archivos, la restitución de los hijos y nietos apropiados, de la exigencia de cárcel común y perpetua para los que faltan y todo, todo lo que no cedemos. Lo hicimos contra el “no se puede” de toda la época. Pudimos y podemos seguir reconstruyendo la identidad, esa que las botas nos pisaron y nos arrebataron. Que hoy nos siguen arrebatando.

Es toda una paradoja que hoy esta película salga de la plataforma Amazon Prime, en medio del conflicto por los fondos de la cultura, aquellos que la cúpula del Senado aún no se ha sentado a discutir. Es un gesto que reconforta que Mariano Llinas, guionista de esta película, emplazara a los senadores a votar la prórroga para evitar el apagón cultural que vence a fin de este año. Al fin y al cabo, desmantelar nuestra cultura es tirar al tacho lo mejor de nuestra identidad ¿o no?

En fin. Una película increíble con la emoción justa, la risa justa, que todes deberían ver y agitadora de debates.

Julieta Luna

Noticias Relacionadas