El jueves que pasó, mientras rondaban las 16hs, en el país se produjo un apagón masivo que afectó a más de 20 millones de usuarios. Mientras el presidente pintaba en Twitter el retrato de un país de ficción, la realidad se impuso por la vía de un nefasto sistema de energía, en su mayoría en manos privadas.
Una quema de pastizales a 8 kilómetros de General Rodríguez, debajo de tres líneas de transporte de 500 KW, fue el motivo por el que se produjo el apagón que afectó a gran parte de la red eléctrica. Haciendo que, además, por protocolo, la central Atucha I, que se encuentra en Campana, saliera de servicio, en momentos donde Atucha II se encontraba en mantenimiento. Así zonas enteras de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, San Luis, Tucumán, Salta y Jujuy, se quedaron sin luz.
Mientras el apagón afectó de gran modo al país, el gobierno no hizo más que exculparse por la situación. La primera cara visible ante el hecho fue Sergio Massa. El ministro de Economía, quien tiene la Secretaría de Energía bajo su mando, sólo atinó a realizar una denuncia judicial “a fin de investigar, perseguir y en su caso detener” a los responsables del incendio en el Delta. Parece paradójico, pero el mismo gobierno que ha dejado correr los incendios en todo el país, principalmente con el fin de avalar la extensión del agronegocio, ahora quiere posar de policía malo ante las quemas intencionales.
De esta forma, desde el Frente de Todos, se exhortaban de la responsabilidad política de mantener un sistema privatizado casi por completo. La compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (Cammesa), encargada del Sistema Argentino de Interconexión, fue la principal responsable de no haber podido menguar con anticipación el incendio. Con el 80% de acciones privadas, esta empresa es la encargada de vender y abastecer de energía a las empresas distribuidoras que llevan la misma a las casas de los usuarios. Estas últimas empresas son las que se conocen con el rótulo de privatizadas, entre las que figuran Edenor y Edesur y las responsables de militar los tarifazos.
Sobre esto en particular, el gobierno no emitió opinión. Es este esquema instalado en los ’90, en el pleno auge del neoliberalismo en Argentina, el responsable que, nuevamente en una ola de calor, más de 20 millones de usuarios se hayan quedado sin servicio alguno. Sin embargo, el apagón no solamente damnificó a los trabajadores afectando el servicio en sus casas, sino que también afectó al transporte. En la zona del AMBA tanto subtes y trenes dejaron de funcionar, haciendo que miles, luego de salir de su jornada laboral, hayan tenido que esperar horas para poder regresar a sus casas por otras vías. La privatización de las empresas públicas, por la vía de los hechos, han demostrado que los servicios sólo presentan las características de ser malos y caros. Terminar con este nicho de negocios, con servicios que tendrían que tener el carácter de derechos, es algo por lo que hay que avanzar, para poner fin al lucro capitalista que, como sucedió ayer, afectó a medio país.