En un nuevo aniversario de la muerte de Marx, publicamos nuevamente este artículo escrito el año pasado.
Nacido en 1818 en Tréveris, ciudad perteneciente a la provincia alemana de Renania, Marx fue un revolucionario atravesado por dos fenómenos históricos de una época que lo marcaron a fuego, la Gran Revolución francesa y la Revolución Industrial. El impulso de las mismas que provocó nuevas convulsiones en Europa occidental en la década del ´30, permitieron ver a un joven Marx las primeras pruebas de acción de un incipiente proletariado que se sumaba a la lucha de clases, por medio de la expresión del cartismo inglés como primera organización de los trabajadores. Este punto histórico determinado fue el que funcionó como medio ambiente de quien, posteriormente, trazó una historia de militancia a disposición de una estrategia revolucionaria que contempló la emancipación de los trabajadores.
Organizador revolucionario
La imagen de Marx ha recobrado mucha importancia luego de la crisis capitalista abierta en 2008, que aún sigue sin resolución. Sin embargo, a pesar del renacimiento de este gigante, continúa vigente un revisionismo de la vida y obra que lo disemina en cientos de partes, pero omite una. Reviven a Marx como uno de los padres de la sociología, como filósofo y demás facetas que sólo lo hacen encuadrar como un elemento más de la academia. Lo que se olvida o suprime conscientemente, es su papel de militante, como tiempo atrás denunciaba Riazanov “A los historiadores les ha pasado inadvertido este trabajo de organización de Marx, a quien presentan como un pensador de gabinete, y no han conocido el papel de Marx como organizador, descuidando uno de los aspectos más interesantes de su personalidad”.
Como dato concreto de lo dicho se encuentra la participación del revolucionario alemán, a partir de 1847, en la Liga de los Comunistas donde conjuntamente con Engels elaboraron el Manifiesto Comunista, publicado en febrero de 1848. Este programa político fue el que fundó los pilares del materialismo histórico. La unión de teoría y praxis se verá continuamente en movimiento, retroalimentándose de las nuevas enseñanzas de la experiencia revolucionaria. Tal es el ejemplo del Mensaje del Comité a la Liga de los Comunistas en 1850 donde, tras balancear lo sucedido en la Primavera de los Pueblos, Marx plantea la necesidad de la constitución de una organización propia de la clase trabajadora, delimitada del partido democrático, con un programa que vaya más allá de lo que proponía la conservadora dirección burguesa y pequeñoburguesa, un programa que en propias palabras del autor reclamaba “la revolución permanente”.
Sin esta faceta de Marx, sin atender la actividad central de su vida, es imposible comprender el giro que reclamó a la filosofía de pasar de un carácter contemplativo a uno marcado por la acción. La imparcialidad académica que se le alega a Marx, está muy lejos de alguien que supo tomar partido en lucha de clases.
Militancia internacional
Otro de los elementos rectores de la vida militante de Marx, va a estar trazado por el internacionalismo. En 1864, ya fundada la I Internacional, el revolucionario se suma a las filas de la primera organización mundial de los trabajadores. Su previo trabajo como dirigente de la Liga de los Comunistas, fue el que le otorgó la autoridad para que se le designara la redacción del Manifiesto Inaugural. Un documento que contenía las reivindicaciones del movimiento obrero de la época y que además mostraba la amplitud táctica empleada en la militancia por Marx, ya que el mismo reflejaba un frente único con anarquistas, cartistas y partidarios de otras tendencias políticas.
El carácter internacionalista de la militancia de Marx, fue parte de la compresión de un nuevo fenómeno que había iniciado la sociedad capitalista. Retomando el Manifiesto Comunista se puede destacar la siguiente frase que lo afirma “El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día en día con el desarrollo de la burguesía, a libertad de comercio y el mercado universal, con la uniformidad de la producción industrial y las condiciones de existencia que le corresponden”. Podemos concluir que la premisa aludida por Marx y Engels, es la que da a entender la militancia internacionalista y socialista, como el reflejo teórico y político del carácter de la economía mundial, del desarrollo mundial de las fuerzas productivas y de la forma mundial que tomó la lucha de clases.
Como último capítulo de esta característica política y militante de Marx, se encuentra la participación en la Comuna de París en 1871. La gesta obrera fue una experiencia histórica que significó un punto de quiebre para su propia teoría. A la luz de este hecho fue que Marx pudo sacar las lecciones para llegar a la conclusión e idea de la necesidad de la Dictadura del proletariado.
Un legado vigente
La crisis actual del capitalismo, que posee magnitudes sólo comparables a la de 1930 o a la de fines del siglo XIX, deja a la vista la barbarie que significa mantener este tipo de sociedad. Pandemias, pobreza extrema, lucro con la salud y guerras, son el único horizonte posible de un modelo en descomposición completa. Sin embargo, una lección que nos dejó a los revolucionarios el Siglo XX es que el capitalismo, como dice Benjamin, no morirá de muerte natural.
Es por esto la importancia que vemos desde el MST en recuperar al Marx militante, al Marx como organizador revolucionario. Claro, volver a este no implica tomar todo su importante legado teórico-político de forma acrítica. Compartimos aquella apreciación de Lenin que dice “Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en íconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para «consolar» y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola”.
Tomando esto como punta de partida, volvemos a Marx porque vemos en su aporte, en el marxismo, una teoría y una guía política para la lucha por la emancipación de la clase obrera.
En fin, el mejor homenaje a Marx es tomar las enseñanzas de su vida revolucionaria para que el 99% de quienes nos enfrentamos a los embates de la contrarrevolución del capital, montemos una organización que imprima una estrategia clara, un fin consciente a la bronca de los oprimidos, el socialismo.
Fuentes:
- George Novack, Dave Frankel, Fred Feldman: Las tres primeras Internacionales.
- Lenin: El Estado y la Revolución.
- Marx y Engels: El Manifiesto Comunista.
- Riazanov: Marx y Engels.