El 29 de mayo del año 1974, tres compañeros del PST Oscar Dalmacio “Hijitus” Meza (27 años), Antonio “Tony” Moses (23) y Mario “Tano” Zidda (22) fueron secuestrados en el local del PST en Gral. Pacheco y acribillados.
Meza era un delegado metalúrgico que trabajaba en los astilleros ASTARSA y era considerado un importante cuadro de la oposición en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM); Zidda, el más joven, militaba en la Juventud Socialista de Avanzada y era presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela Técnica Nº1 de Tigre; mientras que Moses era un obrero de la fábrica Wobron y estudiaba en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Luego de una intensa balacera son secuestrados los tres compañeros, junto a tres compañeras, que son brutalmente golpeadas y luego arrojadas a un baldío, cuando vuelven a buscarlas, ellas ya se habían escondido y así pudieron sobrevivir. En tanto los compañeros fueron encontrados muertos en un descampado de Pilar.
Ahora bien, en artículos de años anteriores desarrollamos los hechos con mayor profundidad. Sin embargo, hoy nos vamos a detener en un punto fundamental. ¿Quiénes eran los compañeros? ¿Por qué fueron ellos y el local del PST en Talar de Pacheco el blanco de la Triple A?
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El cordobazo como punto de partida
Exactamente en la misma fecha, 29 de mayo, pero cuatro años antes, estallaba en Córdoba una insurrección obrera/estudiantil que venía gestándose hace años.
El Cordobazo abre el camino para el intento de superación de la dirección burocrática peronista del movimiento obrero argentino. El paro general nacional del día 30 de mayo de 1969, que en Córdoba fue adelantado para las 11hs del 29 y de manera activa, fue lo que desencadenó el levantamiento obrero, estudiantil, popular que impulsó el proceso que llevó a la caída de la dictadura de Onganía.
Pero también aceleró la visibilidad de un sector de la dirigencia obrera emergente y más relacionada con la base de los trabajadores, crítica de la burocracia peronista. La figura más conocida de esta experiencia que cruzó la escena de los años siguientes fue Agustín Tosco, protagonista indiscutible de las jornadas de mayo del 69 y dirigente del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Pero el proceso además da pie para el surgimiento del clasismo. Mientras que el «Gringo» Tosco expresaba una corriente conocida como sindicalismo de liberación y con relación a los gremios de Córdoba integraba el grupo de los «independientes» para diferenciarse de los dos sectores en que estaba dividido el sindicalismo peronista (ortodoxos y legalistas), por otra parte, emergía el verdadero clasismo. En él destacaban dirigentes de grandes fábricas políticamente relacionados y en algunos casos militantes de la izquierda revolucionaria, un ejemplo de esta corriente dentro del clasismo la representaba José Francisco «El Petizo» Páez, dirigente del Sitrac-Sitram y uno de los más destacados cuadros obreros del Vivorazo, más conocido como segundo Cordobazo y referente del clasismo que se extendería por todo el país.
El Cordobazo fue un hecho fundamental que derivó en la caída de la dictadura de Ongania, y que luego de un breve gobierno de Levingston, llevó a Lanuse a pactar la vuelta de la democracia con Perón después del “Viborazo”.

La vuelta de Perón
Para el año 1972 Perón vuelve al país y se empieza a concretar el Gran Acuerdo Nacional (GAN). Tras las primeras elecciones en 1973, donde triunfa la fórmula del FREJULi con Campora y Solano Lima, Perón regresa definitivamente y se convocan a nuevas elecciones, ya con Perón e Isabel Perón como candidatos a presidente y vice.
En paralelo a esto, el PST ganaba fuerza como organización socialista, y comenzaba a hacerse fuerte en la Zona Norte del conurbano bonaerense. Con una buena presencia la UOM, en fábricas como Wobron, Del Carlo, Astarsa, Corni y Cormasa, entre otras.
En simultáneo sucedía un hecho trascendental, la ruptura explícita de Perón con “la tendencia”, echándolos (con represión de por medio) de Plaza de Mayo en el acto por el día del trabajador de 1974.
Días más tarde, el 7 de mayo, era asesinado por la triple A el Indio Fernández, delegado de la fábrica CORMASA y militante del PST. Con Perón en vida y siendo este uno de los organizadores de la Triple A, comienza una persecución brutal a la izquierda. En la Zona Norte el PST fue un blanco puntual para esta organización paramilitar, con el asesinato de Fernández y las dos bombas al local de Béccar.
“La UOM entonces era la columna vertebral del movimiento obrero. Nosotros tuvimos el atrevimiento, entre comillas, de armar una lista opositora nada menos que a Victorio Calabró, que en esa época ya era gobernador. Hay que recordar que fue el único tipo que esperó para entregarle las llaves de la Gobernación de Buenos Aires a los milicos. Decir que era un facho se queda corto”
Esto comenta “Chiquito” Moya, quien era el responsable del local en Pacheco, en el acto por los 50 años de la masacre, realizado por el MST en Pacheco.

El PST y el trabajo en la UOM
El crecimiento y la influencia que lograba el PST en varias fábricas del conurbano norte, implicaba un “peligro” a la burocracia sindical peronista. En muchos lugares construyendo junto a sectores del “peronismo de izquierda” con una táctica de unidad y enfrentamiento, con el objetivo claro de recuperar el sindicato y ganar influencia. La crisis que generó en sectores enormes de la base peronista esa ruptura pública luego del acto del primero de mayo de 1974 abrió grietas que el PST logró aprovechar, sin sectarismo y sin perder su independencia política, para convencer en la práctica y siendo los más consecuentes frente a los miles de obreros que veían a la burocracia peronista como un freno a su lucha por mejores condiciones laborales.
El PST, con su lista independiente ganó la comisión interna de CORMASA, una importante fábrica metalúrgica de Pacheco. Y crecía su influencia en el Astillero Astarsa, con “Hijitus” Meza como un gran cuadro y dirigente de la oposición en la UOM. Hacia 1973, en ASTARSA, las condiciones en las cuales se desarrollaban las tareas producían numerosos accidentes y enfermedades laborales. Ese año, la muerte del trabajador José María Alessio desencadenó una serie de reclamos por las condiciones de trabajo peligrosas e insalubres que, sumados al descontento previo, desembocaron en una medida de fuerza que permitió a los trabajadores tomar el control de la Comisión de Seguridad e Higiene Laboral de los astilleros.
Entre las medidas adoptadas, redujeron la jornada laboral de 12 a 7 horas. A comienzos de 1976 los trabajadores llevaban tres años manteniendo bajo su control la seguridad laboral de la fábrica y en ese lapso no se produjeron accidentes fatales. Esa experiencia de auto organización obrera y asambleas masivas con la mayor democracia obrera eran las muestras de que el PST era una organización seria que se jugaba a ser un polo de atracción para organizar a un sindicalismo combativo.
Este tipo de políticas preocupaba indiscutiblemente al gobierno y la burocracia sindical, y es por esto por lo que llevan adelante el brutal ataque al local de Pacheco del PST y posterior asesinato de los compañeros.
Después de la masacre
Entre varias acciones que se llevaron adelante, la más importante se realizó en Capital Federal en las puertas del local central del PST en la calle 24 de noviembre, donde eran velados los compañeros Oscar y Antonio. Allí asistieron varios miles de personas, siendo este el mayor acto hasta ese momento de repudio contra los ataques fascistas perpetrados por la Triple A. Participaron decenas de organizaciones políticas y sindicales. El acto lo cerró Nahuel Moreno, por el Comité Ejecutivo del PST. Allí, el dirigente expresó: “(…) hoy estamos acá gritando por la unidad de acción (…) No queremos la unidad de acción para acompañar nuestro cortejo. ¡La queremos para aplastar al fascismo y para hacer el desfile de la victoria! (…) ¡Pero nosotros queremos impedir que el fascismo llegue y queremos impedirlo ahora! (…) ¡Al fascismo no se lo derrota por la vía de las elecciones! ¡Al fascismo no se lo derrota por la vía de los frentes! ¡Al fascismo, compañeros, se lo derrota en la calle, utilizando los mismos métodos que ellos utilizan!”.

El PST siguió siendo una fuerza combativa que buscaba ganar los sindicatos, peleando los cuerpos de delegados y comisiones internas. Como expresaba Moreno en su discurso anteriormente citado, buscando la unidad de acción para aplastar al creciente fascismo y recuperar los sindicatos que seguían en manos de la “ortodoxia” peronista. Años después, el PST tendría un rol protagónico durante el “Villazo” en Villa Constitución, aún dando la pelea contra la conducción de la UOM nacional de Lorenzo Miguel.
Algunas conclusiones
Hoy recordamos a nuestros compañeros caídos en la lucha, asesinados por una banda paramilitar que, orquestada desde el estado, con la complicidad de fuerzas policiales, la burocracia sindical y el gobierno de Perón, buscaron acallar las voces combativas. Aun así, como revolucionarios, no podemos solo conmemorar la fecha y ya, sino que nuestra tarea y nuestro deber como militantes es tomar como aprendizaje la lucha que daban los compañeros, de qué forma y manera lograron comenzar a ser un polo de atracción en las fábricas para intentar organizar la recuperación de sindicatos. Lejos de políticas sectarias, la construcción en las fábricas se hizo codo a codo con sectores que aún se reivindicaban peronistas, pero que no creían ni en la burocracia sindical, ni en el reciente gobierno de Perón. Eran obreros que crecieron con las enseñanzas del Cordobazo y que encontraron en el PST una fuerza convocante y consecuente, que no se cerró a un “purismo” de izquierda y demostró en la unidad de acción práctica, del día a día, su política.
Hoy recordamos a nuestros compañeros asesinados, impulsando la más amplia unidad de acción para enfrentar todos los ataques del gobierno de Milei y de los gobiernos provinciales, y construyendo el partido socialista revolucionario por el que Hijitus, Tony, el Tano y el Indio dieron su vida.