lunes, 23 diciembre 2024 - 03:09

Alicia Moreau. A 35 años de su muerte, claroscuros de una feminista

El 12 de mayo se cumplen 35 años del fallecimiento de Alicia Moreau de Justo. En estas líneas recuperamos algunos de sus logros, su militancia y sus contradicciones.

Con posturas de vanguardia para su época y una férrea convicción en defensa de los derechos de las mujeres, la vida de Alicia no pasó desapercibida: la contamos entre las predecesoras del feminismo en Argentina y fue una figura con reconocimiento internacional.

Nacida en Londres el 11 de octubre de 1885, se trasladó pocos años después a nuestro país. Como ella decía: “Cuando llegué al país, no caminaba; como digo siempre, tuve mucho gusto de aprender a caminar sobre esta tierra de la que nunca me separé”.

Habiendo mamado desde muy pequeña la militancia de su padre, revolucionario de la Comuna de París, perseguidxs y exiliadxs, se trasladan primero Alicia con su madre y luego llegaría su padre. Éste, una vez asentado aquí, participó en grupos que se reivindicaban socialistas. Dicen que a las reuniones iba con Alicia, por lo que su contacto con la vida política y la organización la llevaron a involucrarse a muy corta edad.

Junto a un grupo de compañeras, a los 17 años, en 1902 funda el Centro Socialista Feminista yla Unión Gremial Femenina, y en 1906 el Movimiento Feminista. A partir de su participación y exposición en el Congreso Internacional del Libre Pensamiento, referentes del Partido Socialista la convocaron para dar conferencias y charlas. Después y luego de esquivarlo por varios años e incluso de haberse autodefinido como “una de tipo revolucionaria y no reformista[1], terminó incorporándose a las filas del PS[2]. Al poco tiempo se casó con uno de sus principales dirigentes, Juan B. Justo, con quien tuvo tres hijos, y se integró al comité ejecutivo de dicho partido.

Maestra, médica, militante

Alicia Moreau fue la segunda mujer que se recibió de médica en nuestro país y dedicó su carrera a investigar y tratar enfermedades que asediaban a las mujeres. Antes se había recibido de maestra. A lo largo de su vida escribió varios libros y artículos, entre los que se destacan La mujer en la democracia y El socialismo según Juan B. Justo.

Alicia dedicó su vida a la militancia por los derechos de las mujeres y los derechos humanos en general. Además de formar distintos ámbitos de discusión política feminista, fue una de las principales impulsoras del voto femenino, los derechos laborales de las mujeres, el divorcio vincular, la patria potestad compartida y la igualdad jurídica de les hijes dentro y fuera del matrimonio.

Fue la autora del primer proyecto de ley de voto femenino, en 1931. Obtuvo media sanción de Diputados gracias a la gigantesca movilización popular en apoyo, pero luego fue rechazado por la cueva de dinosaurios: el Senado. Se opuso de lleno a la Primera Guerra Mundial, autodefiniéndose como pacifista, y luego impulsó campañas en favor de la Segunda República Española durante la guerra civil.

A la sanción definitiva de la ley de voto femenino, en 1947, Moreau la calificó como maniobra política del peronismo y no como un avance social. En nuestra opinión es un error sectario, pues toda conquista de derechos es fruto de luchas sociales previas.

Junto con otras mujeres integró las listas de candidatos a diputados nacionales por el PS[3], pero por la prohibición política que dispuso Perón fue detenida y tras su liberación debió silenciarse, por lo cual irónicamente tampoco pudo votar.

Acérrima opositora al peronismo, al que siempre consideró antidemocrático, incluso llegó a ser parte de la “junta consultiva” posterior al golpe gorila del ’55, aunque ésta duró muy poco pues rápidamente Aramburu se consolidó en el poder. Luego Alicia tuvo divergencias políticas con la dirección del PS sobre Aramburu y el proceso de “desperonización de la Argentina”. Entonces se distanció del gobierno, rompió con su partido y junto con Alfredo Palacios fundó uno nuevo: el Partido Socialista Argentino, cuyo periódico La Vanguardia dirigió por un par de años.

Dentro de su lucha por los derechos humanos fue una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Durante los peores años de la dictadura genocida acompañó a las Madres de Plaza de Mayo, a quienes consideraba un ejemplo de mujeres valientes, y presentó peticiones de libertad a la justicia y a la propia Junta Militar.

Feminista, aunque reformista

Alicia Moreau es sinónimo de trayectoria de lucha feminista. Como dijimos antes, fue disruptiva y de avanzada para aquel momento histórico. Si aún hoy ser feminista está mal visto por algunos sectores, hace más de un siglo atrás implicaba censura, condena social, familiar e incluso ser cuestionada su salud mental.

A su vez, fue una figura con importantes contradicciones. Nunca terminó de romper con los límites del sistema capitalista (y patriarcal). En el PS o sus variantes, siempre integró la corriente socialdemócrata reformista que sólo los “días de fiesta” hablaba de socialismo, pero en lo cotidiano se limitaba a participar en elecciones y levantar consignas mínimas y parciales dentro del sistema. El PS en Argentina y en todo el mundo se adaptó por completo al dominio del capital y capituló a la burguesía, llevando a sectores obreros de algunos países al callejón sin salida del reformismo y a derrotas. Si bien esas traiciones no son el objeto de esta nota, no podemos omitir ese contexto al recordar a Alicia Moreau.

A 35 años de su muerte, aun con esos contrastes, valoramos sus aportes a la lucha por los derechos de las mujeres. En 1919, Alicia decía: “Para ser feminista no fue necesario usar pelo corto, puños y cuellos duros y trajes desprovistos de adornos, el feminismo no fue un detalle de indumentaria sino una forma distinta de pensar; no se trató de oponer a la mujer al hombre, sino de elevar, de esclarecer a la primera, de no dejarla ajena al pensamiento moderno, de permitirle que conquistase en la sociedad una situación menos deprimida, de darle medios para defenderse de un régimen que no ha sido hecho para ella”[4].

Recordando su figura, insistimos en que sólo la revolución socialista, que acabe con este sistema que es a la vez de explotación capitalista y opresión patriarcal, puede sentar las bases materiales para la emancipación definitiva de las mujeres y de todos los sectores oprimidos. Por eso nuestro feminismo no es reformista, sino socialista y revolucionario.

Catalina Coles


[1] Sallas, Renée; La vida, la gloria y la leyenda: Alicia Moreau de Justo, revista Gente Nº 1086, 1986.

[2] Ídem.

[3] El voto femenino cumple 60 años, Argentina: 26noticias.com, 23/9/2007.

[4] Moreau de Justo, Alicia; Feminismo e intelectualismo, en la revista Humanidad Nueva, 10/1/1910, Buenos Aires, pág. 28.

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