lunes, 23 diciembre 2024 - 02:42

Alejandro Bodart. Mi respuesta al ataque de la DAIA

El 23 de mayo recibimos en nuestro local partidario central sendas cartas-documento de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas), con firma de su apoderado y fecha 20 de mayo. Una está dirigida a mi persona y otra a nuestro partido, el MST en el Frente de Izquierda Unidad.

A mí la DAIA me insta “a que en el plazo de 48 hs. ratifique o desmienta” dos publicaciones realizadas en mi cuenta de Twitter días atrás: “Sionistas=Nazis”, del 11 de mayo, y “el Estado racista y genocida de Israel”, del 15 de mayo. Al MST lo instan a aclarar si dichos tuits son míos a título personal o como dirigente del partido. “En caso de silencio o respuesta insatisfactoria”, amenazan con presentar una denuncia penal en nuestra contra.

En primer lugar, ni yo ni el MST vamos a ratificarle o rectificarle nada a la DAIA ni a cualquier otra entidad sionista por más amenazas que nos hagan. Esa actitud antidemocrática permanente de buscar acallar toda voz crítica nos reafirma, precisamente, en la convicción política de que el autoritarismo es un componente intrínseco del sionismo.

A título informativo, mi primer tuit fue difundido ante el asesinato de la periodista palestino-norteamericana Shereen Abu Aqleh, reportera de la cadena árabe Al Jazeera, asesinada por fuerzas israelíes. Y el segundo, ante los 74 años de la Nakba, la catástrofe del 15 de mayo de 1948, cuando al otro día de creado el Estado de Israel las fuerzas sionistas comenzaron la limpieza étnica que habían planificado previamente, forzando el éxodo de más de 700.000 árabes palestinos, el robo y ocupación de sus tierras, la destrucción de unas 350 aldeas y el asesinato de más de 13.000 personas.

Sionismo, nazismo, genocidios

Según la DAIA mis textos, que por cierto el MST comparte, “incitarían al odio hacia individuos con determinada posición política”, plantean que “el Estado de Israel sería un empeño racista”, “estarían banalizando el nazismo” y “atentarían contra la convivencia pacífica democrática”.

La lengua va donde la muela duele. Es decir, los sionistas critican lo que provocan. Por eso vale comparar sionismo y nazismo. Difieren en su magnitud, en que uno fue en Alemania desde los años ’30 y otro en Palestina desde 1948. Pero la esencia de su ideología y sus métodos son iguales: supremacismo, apartheid (segregación racial), persecución y genocidio. Peor aún: Israel utiliza la condición judía de víctimas de ayer para justificar su rol de victimario de los palestinos hoy.

Con apoyo del imperio británico y el aval de Stalin, Israel nació como un Estado teocrático: la “patria judía” y un Estado gendarme en la región al servicio del imperialismo yanky.  Expulsó de Palestina a la población nativa, en un 90% árabe. Aliado político-militar del imperialismo yanqui y la OTAN, incumplió más de 30 resoluciones de la ONU. Israel controla el agua, la electricidad, el abastecimiento, el espacio aéreo y los accesos a las dos ínfimas zonas en que quedó reducida Palestina: Gaza y Cisjordania.

Palestina vencerá

Las leyes de Israel son abiertamente racistas: la ley de retorno permite a todo judío del mundo emigrar a Israel y ser ciudadano, pero les prohíbe volver a los refugiados palestinos y sus descendientes; la ley de tierras sólo permite entregarlas en alquiler o administración a judíos (los árabes al interior de Israel son el 21% de la población pero sólo poseen un 3,5% de las tierras); la ley de ciudadanía impide a los cónyuges de israelíes obtener permisos de residencia y la ciudadanía si vienen de territorios palestinos, Irán, Líbano, Siria o Irak; la ley de comités de admisión en los municipios permite rechazar a los árabes.

Israel jamás será democrático, por lo que es ficticia la postura de dos Estados, donde supuestamente podrían coexistir uno palestino y otro judío, política que vino encubriendo la política colonial sionista. En 2018 su parlamento aprobó una ley constitucional que reafirma a Israel como Estado nacional del pueblo judío, al hebreo como único idioma oficial -ya no el árabe-, reconoce el derecho de autodeterminación únicamente a los judíos, alienta las colonias sionistas en las cada vez mas reducidas áreas palestinas y hasta reafirma como capital a Jerusalén entera, buscando echar a los palestinos de la zona Este de la ciudad (capital palestina, según la ONU). Semejante expansionismo sionista, al que además capitulan las burguesías árabes de la región, es limpieza étnica al estilo nazi. Esta barbarie es la que pretenden ocultar la DAIA y todo el sionismo.

Insistimos, en el mismo sentido de lo que planteé en mis tuits: no hay solución al conflicto si no se destruye el Estado genocida de Israel para reconstruir el Estado Palestino. Una Palestina única, democrática, laica y no racista, del río al mar, como parte de una federación de repúblicas socialistas de Medio Oriente.

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