Desde Olivos y por videoconferencia, Alberto Fernández habló en la cumbre de los poderosos del planeta: el Foro Económico Mundial de Davos 2021. Es la cumbre de esos “miserables” que el propio Alberto supo cuestionar, al menos desde lo discursivo. Se trata de la élite del 1% de mega billonarios del planeta, que amasan fortunas a costillas de las mayorías populares, junto a sus “gerentes” corporativos, los gobiernos capitalistas e imperiales, en particular del G20.
Hablando a los poderosos, al 1% de mega billonarios
Podría decirse que fue un mensaje untado con mieles hacia las corporaciones, fondos de inversión, banqueros, hacia el Banco Mundial y en especial al FMI, para que inviertan en Argentina y colaboren en la renegociación para pagar la deuda pendiente con el Fondo, esa que Macri contrajo y fugó “con sus amigos”, como Alberto denunciara en campaña. En ese marco, en este selecto evento anual del capitalismo global, Fernández insistió con otro devaluado eslogan de campaña, al insistir con poner “la prioridad en los últimos, los más vulnerables”.
Lo dice quien lleva más de un año con su gobierno y elevó la pobreza al 44,2%, con 18 millones de personas, sumando a 2 millones de nuevos pobres respecto al 2019. Igual que la indigencia, es decir la pobreza extrema, que pegó un salto al 10,1% con los porcentajes más altos de la década. Es decir, “los últimos” son varios millones más y mucho más “vulnerables” todavía. Lo opuesto a sus promesas.
Después de enumerar la lista de concesiones hechas a los ricos y “miserables”, con las millonarias montañas de fondos públicos que su gobierno destinó a las patronales, pooles sojeros, megamineros, a los bonistas, fondos buitres y al FMI, Alberto volvió a anunciar su desgastada propuesta de Consejo Económico y Social, pero para lograr un pacto entre gobierno, patronales y burócratas sindicales para que siga pasando el ajuste que exige el FMI y los mega ricos reunidos en Davos.
Lo hace apelando al proyecto de conciliación de clases del PJ-Frente de Todos, al convocar “para ello a la solidaridad”, la que “debe comprometer al Estado y las empresas, a los que trabajan y al capital…”. Y aclaró que “esto no es una teoría, sino una convicción de estos meses de gestión”. Habla de una conciliación y “solidaridad” que nunca derramó hacia abajo, sino que es “solidaria” con las clases propietarias y explotadoras.
Para hacer pasar su relato sobre la economía y el empleo, Alberto habló de “una recuperación notable, más veloz de lo pensado…”. Sin sonrojarse afirmó: “llevamos 5 meses de recuperación del empleo”, algo que las y los trabajador no percibimos. Y para graficarlo, le dijo al mundo que hay “4.500 puestos de trabajo en la industria que no había antes de la pandemia…”.
Pareciera una cargada, pero está grabado. Y es en realidad un cachetazo a los millones que perdieron su trabajo a lo largo del 2020. Mostrando lo trucho de su ley antidespidos y de cómo deja actuar a las patronales que descargan la crisis sobre la clase trabajadora, el INDEC confirmó que se perdieron 3.757.000 puestos de trabajo, solo entre abril y junio.
Sí… más de 3,7 millones. Y solo en la industria manufacturera hubo casi 200.000 empleos menos. Pero Alberto nos habla ¿de 4.500 nuevos puestos en toda la industria y en 5 meses…? Es decir, mientras se quedaban sin laburo más de 31.000 personas al día, Alberto resalta ante el mundo que “crearon” apenas 30 por día, en 5 meses de supuesta “recuperación”. ¿En qué país viven…?
Para ver la magnitud del discurso y lo alejado de la realidad de trabajadores, mujeres, jubilades y la juventud, podemos compaginar algunas de las frases destacadas que tiró Alberto en este Foro de Davos, ante los garcas del mundo. Si las juntamos, se podría resumir así:
Fernández dijo: “No hay más lugar para ajustes irresponsables… Mantenemos un idealismo realista… para dejar atrás el capitalismo infeliz… Con el sector privado como socio esencial… y en un diálogo con el FMI muy constructivo… Porque en pandemia tuvimos que lidiar (o pagar, sería) con otro virus, no menos destructivo, el endeudamiento tóxico e irresponsable (que pagó igual)… De esta pandemia debe nacer un mundo mejor… en un futuro que será verde o no va a ser…”. Increíble. Pero como dijera el general, la única verdad es la realidad… del fuerte ajuste que sufrimos.
Lo inconducente de la conciliación de clases impulsada por el pejotismo, queda clara en el planteo de Alberto sobre una supuesta cooperación de los sectores públicos y privados con la vacuna. Según Fernández, “la vacuna debe ser considerada un bien público global” y se “debe preservar a los sectores más expuestos”. Pero justamente no pasa eso, sino lo contrario. No hay cooperación ni se preserva a los más expuestos, sino lo opuesto. Hay una competencia feroz entre laboratorios y multinacionales farmacéuticas por ver cuál concentra más mercados, y entre las potencias capitalistas por quedarse con las vacunas, perjudicando al resto de los pueblos del mundo. Es que eso y no otra cosa, es el capitalismo.
Si no es por ahí, ¿qué medidas se deben tomar?
Insistimos en que no es por ahí. Y creemos que es hora de ir en sentido opuesto. En lugar de asumir la agenda de la derecha y de ese capitalismo infeliz del que habla, pero que aplica con su ajuste “responsable”, la salida debe venir por izquierda.
Más que diálogo, resulta urgente romper con el FMI, con los bonistas y los fondos buitres, para investigar o auditar y dejar de pagar ese “endeudamiento tóxico e irresponsable”, contraído por Macri y sus amigos. Por el que algún día dijo que iba a tener que rendir cuentas, pero que ahora reconoce y paga sin chistar. Lo mismo que el monstruoso endeudamiento que viene de los gobiernos anteriores y nos condena a un ajuste eterno, como bien le respondiera Alejandro Bodart, por el MST en el Frente de Izquierda-Unidad.
En lugar de llamar a una inexistente y fantasiosa “multisolidaridad entre Estados, empresas y trabajadores” y de considerar a las patronales privadas como “socio esencial para afrontar las reformas que permitan la escalada productiva y tecnológica” (es decir, la exigida reforma laboral); es necesario prohibir por ley los despidos y suspensiones, abrir los libros contables al control obrero, estatizar toda empresa que no lo haga y ponerla a funcionar bajo el control y administración de sus trabajadores.
En vez de promocionar “al litio y al hidrógeno verde como oportunidad para agregar valor” y solo discursivamente hablar de una matriz no contaminante; como dijera Cele Fierro (MST – FIT Unidad), por más verde que Alberto se vista en Davos, su gobierno es esencialmente extractivista y contaminador.
Por eso, junto a científicos y pueblos, seguiremos alertando y luchando contra el calentamiento global, el que gobiernos como el de los Fernández y el PJ junto a las corporaciones profundizan, al sostener una matriz energética basada en los combustibles fósiles, en Vaca Muerta y el fracking.
Para concluir, quizás la frase que sintetiza su relato-realidad fue cuando dijo: “En síntesis, mantenemos firmes un idealismo realista y un pragmatismo que no olvida los valores a la hora de tomar decisiones”. Es decir, un muy limitado idealismo, que condiciona con el posibilismo y el de “más no se puede hacer, la derecha no deja, los poderosos aprietan…”. Lo que condimenta con pragmatismo, al hacer pesar los “valores” capitalistas para definir el modelo económico y social a seguir.
Por esto, si algo es utópico es el planteo de Alberto de lograr un capitalismo donde ganemos todos. Que supuestamente sería distinto al que “idolatra la ganancia desenfrenada”, ese capitalismo infeliz del que habló, nombrando al Papa… Porque para la clase trabajadora y los sectores populares, ese es el único y verdadero rostro del capitalismo. El que la pandemia desnudó. Es tiempo de socialismo.