Por la tarde noche del domingo 2 de abril, Alberto Fernández dio una entrevista a El Método, canal de YouTube. Luego de su gira por Estados Unidos y a pocos meses de las definiciones políticas electorales, el presidente volvió a hablar y dejar algunas definiciones que lo muestran a los pies de Joe Biden y, una vez más, se resigna a pagar una deuda totalmente espuria: la que dejó el macrismo con el Fondo.
Refiriéndose a lo que fue su viaje con la primera plana del Poder Ejecutivo que contó con la figura de Sergio Massa, expresó que el primer mandatario estadounidense “entiende perfectamente que la deuda que tiene la Argentina fue una decisión de Trump para favorecer a su amigo Macri”. Y también agregó que “fue una muy buena reunión” y recordó que Biden, delante de la delegación argentina, “dio instrucciones” a su equipo “para que se atiendan” los asuntos que le planteó. No sólo Alberto ha estado dispuesto a cumplir cualquier tipo de orden del FMI en el último tiempo, respetando las indicaciones trimestrales de cada revisión; sino que ahora busca barnizar al gobierno imperialista con algún manto de “piedad” que tendría Biden con Argentina.
Si a los hechos nos remitimos, todos, sin excepción alguna del gobierno de Estados Unidos, han pedido el cumplimiento de un nuevo acuerdo con el FMI, que tal como informó el INDEC hace unos días, ya conquistó el resultado de más de 18 millones de pobres. Con estos parámetros calificar de “buena” una reunión con los solicitantes del ajuste en nuestro país parece un chiste de mal gusto. Y más cuando se sostiene que “tenemos que hacer que la deuda, que se tomó con motivos políticos, tenga el menor costo posible para la sociedad argentina, como hicimos cuando firmamos el acuerdo”. Una afirmación por parte de Alberto que demuestra su intención de pagar dólar por dólar, con el ajuste que conlleve, una deuda que, como él mismo mencionó, no se usó para “crear una escuela o un hospital; se usó para financiar una fuga de capitales equivalente a 25 mil millones de dólares.
Sumado a eso, también advirtió que busca representar a las “capas medias y los sectores más postergados”, en contraposición al poder financiero y bancario. Si en la entrevista dijo estar en contra de formular un relato de su propio gobierno, obviaba que lo que hizo durante su gestión fue totalmente lo contrario. La masa de pobres que ha crecido en nuestro país tiene correlación directa con todos los beneficios que Alberto le ha dado al sector financiero, un ejemplo es la última medida de Massa. Una política que le permite a los bancos y fondos de inversión comprar bonos de duda soberana, por precios regalados y en dólares, que correspondían a entes estatales.
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Así, una declaración como la siguiente: “Mi adversario es el macrismo y la derecha recalcitrante”, parece no tener ni pies ni cabeza cuando se gobierna con el programa de quien se quiere combatir.
La interna de cara a las elecciones
En otra parte de la entrevista, además de demostrar su política servil a los designios de Estados Unidos y el Fondo, se encargó de seguir agitando la interna de su propio frente. Dejó en claro que su idea es competir directa o indirectamente en unas PASO diciendo que “nadie me venga a correr ahora con el tiempo, el diez de diciembre dije que todos los cargos debían pasar por las PASO”. Y también expresó que lo que no está en sus planes es terminar con el kirchnerismo, porque él mismo se considera fundador de ese espacio.
Más allá de las idas y vueltas de las diferentes terminales del Frente de Todos, lo cierto es que de conjunto hay acuerdos en el camino a seguir. Dejando de lado las especulaciones sobre una posible candidatura de Wado de Pedro, o del ahora tapado Pablo Gerardo González (presidente de YPF) en representación del espacio de Cristina Fernández para competir contra el presidente o un personero de él -como podría llegar a ser Daniel Scioli-, lo cierto es que todos los espacios de la coalición hoy sostienen el ajuste que lleva adelante Sergio Massa.
La existencia de alguna diferencia entre los espacios del FdT, aunque sea mínima, queda solapada en una confirmación que se vuelve la esencia de la coalición: un acuerdo de gestionar la catástrofe económica que dejó el gobierno de Cambiemos, respetando los legados del neoliberalismo, como los altos niveles de endeudamiento.
En tiempos de una crisis social, económica y política tan grave, no hay margen para medias tintas y menos para seguir prolongando el programa de gobierno de la derecha. Cambiar por izquierda, como lo sostiene el MST en el FIT-Unidades la única posibilidad para imponer un plan de gobierno a favor de los intereses de las mayorías trabajadoras y populares.