Luego de la gira de Sergio Massa por Estados Unidos, llegó el turno de Alberto Fernández. Devenido en sus funciones reales a una especie de primer ministro, el presidente se reunió hace instantes con la presidenta del FMI. El staff del Fondo, como forma de bienvenida y ratificando el curso de ajuste permanente que viene comandando el superministro, aprobó la segunda revisión del nuevo acuerdo con Argentina. De esta forma, Fernández, previo a que se vea con Kristalina Georgieva, sabía que sólo faltaba el aval del directorio, algo que ocurrirá en las próximas semanas, para contar con un desembolso de US$ 4.000 millones (valor estimado en derechos especiales de giro -DEG-).
Fernández con Georgieva
Alberto Fernández, quien llegó ayer a Nueva York, acompañado por una comitiva compuesta por Santiago Cafiero -Canciller-, Gabriela Cerruti -portavoz presidencial – y su esposa Fabiola Yañez, hoy se reunió con Kristalina Georgieva en Manhattan. En el consulado argentino, la directora del FMI y el presidente argento mantuvieron una cita de 50 minutos.
Además de la portavoz presidencial, Fernández fue acompañado a la reunión por funcionarios argentinos que ya lo esperaban en Estados Unidos: el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello.
Georgieva, quien hizo esperar su presencia a Fernández, quien nadie lo toma como prioridad en el mundo político -se encontraba atendiendo el New York Times-, se había manifestado ansiosa que comenzó un poco pasada las 11:30hs del país del norte. Una vez finalizado el encuentro, sabiendo de la aprobación del staff del organismo que dirige para con la segunda revisión del acuerdo con Argentina, la griega dijo que el encuentro fue “excelente”. Destacó el “avance considerable” para llegar “a un acuerdo a nivel técnico” en la segunda revisión de lo pactado entre Argentina y el Fondo. Y, rescató el papel de Massa: “Expresé mi reconocimiento por la forma muy seria en la que el ministro Massa, su equipo, y el Banco Central están abordando los desafíos significativos de la Argentina”.
Las generalidades de Georgieva no tienen ingenuidad alguna, funcionan como un respaldo a las medidas ortodoxas y de ajuste que el nuevo titular de Hacienda viene desarrollando después de la renuncia de Martín Guzmán y el reemplazo de Batakis.
El staff del Fondo dio el apruebo
Anticipándose al encuentro del primer mandatario con Georgieva, el staff del FMI confirmó, en un comunicado, que llegó a un entendimiento técnico con el gobierno argentino. El documento indica: “El personal técnico del FMI y las autoridades argentinas han llegado a un acuerdo a nivel de personal técnico sobre la segunda revisión bajo el acuerdo SAF de 30 meses de Argentina. El acuerdo está sujeto a la aprobación del Directorio Ejecutivo del FMI, que se espera se reúna en las próximas semanas. Una vez completada la revisión, Argentina tendría acceso a alrededor de US$ 3.900 mil millones (DEG 3.000 millones). Las recientes y decisivas medidas de política destinadas a corregir reveses anteriores están ayudando a restaurar la confianza y fortalecer la estabilidad macroeconómica, incluso mediante la reconstrucción de las reservas internacionales”.
A la misma vez, más allá de las conversaciones que Sergio Massa mantuvo la semana pasada con el organismo y la amistad que este posee con diferentes personalidades del establishment, el Fondo remarcó en el mismo documento que las metas referidas con el déficit fiscal primario y el nivel de reservas internacionales netas, entre otras: “permanecerán sin cambios hasta 2023”.
La continuidad de este programa es la hoja de ruta ortodoxa que delineó punto por punto el proyecto del Presupuesto 2023, que el tigrense ingresó en el Congreso el jueves pasado a última hora. De esta forma, el Fondo reitera que los guarismos de déficit fiscal del 1,9% para el año próximo, como la continuidad de una inflación alta -que funciona como instrumento para reducir de forma real las partidas de Salud y Educación-, persistirán sin modificación alguna. Además, es preciso rescatar que este sendero “fiscalista”, de austeridad en el gasto, también se corresponde con medidas como la del tarifazo de luz, gas y agua que se apronta a llegar a los hogares de la mayoría de los argentinos. El fin de los subsidios para los usuarios, y no las erogaciones millonarias para las privatizadas que mantienen un servicio deplorable, también forma parte de la hoja de ruta del Fondo.
Algo a rescatar de la “ley de leyes” que lleva la rúbrica de Massa, es el aumento de casi el 25% en el presupuesto que se destina para los Servicios de la Deuda Pública.
En este sentido, los festejos por parte del gobierno o los halagos por parte del Fondo por cumplir las metas de un acuerdo espurio, de aquella deuda contraída por el macrismo y como el propio Frente de Todos lo denunciaba -ya se escucha poco esa prédica-, sólo son malas noticias para los ingresos y calidad de vida de las mayorías.
Terminar con este mecanismo de sometimiento, el de la deuda externa, es crucial para paliar las necesidades sociales que hay en el país. La reducción de la pobreza, frenar la inflación, como preservar nuestro ambiente -los dólares se piensan conseguir con más actividad extractivista-, sólo se puede hacer declarando un default soberano y rompiendo la relación con el Fondo, demás organismos de crédito y los diferentes buitres que sobrevuelan por el país. Terminar con el régimen de co-gobierno y sumisión con el FMI no es camino fácil, pero tampoco imposible. Sí hay una certeza, emprender esa empresa es la única forma de restituir la soberanía rifada de nuestro país.