sábado, 23 noviembre 2024 - 23:10

Ajuste, conflictividad y debate político. El país que se viene de la mano de Milei 

Ganó Milei, capitalizando la bronca con el gobierno del PJ. Anuncia un plan de severo ajuste, reformas reaccionarias, mayor entrega y mordaza a los reclamos. Los de arriba se reacomodan y reorganizan sus espacios al servicio de la gobernabilidad, para que la crisis la paguemos nosotros. Pero entre el querer y el poder, media la lucha de clases y no les será fácil. Vienen tiempos de alta conflictividad. Necesitamos preparar la defensa de nuestros derechos en las calles. Pero también construir una nueva alternativa con la izquierda, porque el peronismo volvió a fracasar. 

El liberfacho se impuso por casi 12 puntos. Si bien hubo una franja importante del pueblo trabajador que apeló al voto “útil” a Massa para frenar el ascenso del ultraderechista, no pudo superar un fuerte combo de factores determinantes que hicieron que Milei se corone como el nuevo presidente. Y se ha recalentado el debate entre los luchadores de cómo es posible que un personaje ultrarreaccionario haya terminado en el gobierno. 

¿Por qué ganó? 

Como en todo análisis científico hay factores concurrentes políticos, como la crisis del régimen y sus coaliciones, estructurales como la economía e internacionales donde también se expresa una fuerte polarización. 

El acuerdo con Macri y Bullrich y los sectores de la burguesía y de los medios fueron un valor agregado a la hora de revertir el resultado de la elección general y pasar al frente con absoluta claridad. 

Pero sin dudas el elemento determinante fue el desastre del PJ y el Frente de Todos/Unión por la Patria en el poder. Con casi la mitad de la población en la pobreza y una la inflación récord, generaron bronca y descontento y fueron un fructífero caldo de cultivo para que surja este fenómeno y termine canalizando el voto castigo y las demandas de cambio. El gobierno de Alberto, Cristina y Massa, una coalición con todas las variantes del peronismo, defraudó a millones que pensaron que se iba a revertir la situación de crisis a la que había llevado el gobierno de Macri y la realidad mostró que la profundizó. Legalizaron la deuda y la multiplicaron hipotecando el país por décadas. Nunca enfrentaron consecuentemente a la derecha de Milei; incluso los ayudaron a armar listas especulando con sacarle votos a Juntos por el Cambio que también naufragaba en la crisis de la vieja política. 

La bronca también fue contra el conjunto del régimen y las dos coaliciones que gobernaron, alimentando que surja una variante política outsider como Milei. Juntos por el Cambio quedó desmantelado. Las alianzas inestables articuladas alrededor del peronismo y del macrismo/radicalismo están llegando a su fin. También es un fenómeno de carácter mundial el derrumbe de los partidos tradicionales y la polarización a izquierda y derecha con nuevas expresiones. 

Hay un giro a la derecha electoral. Sin embargo, como sucedió con otros emergentes de derecha como Trump y Bolsonaro, si bien capturaron e hicieron base social en una franja de masas, no se sostuvieron en sus gobiernos y debieron enfrentar una alta conflictividad social. 

Surge un gobierno con apoyo social en un sector que ha ganado para sus propuestas de ultraderecha y no debemos minimizarlo. Pero también hay una franja de voto castigo, de sectores precarizados, hartos de la crisis social que en un marco de un gran atraso político han optado por esta variante de ultraderecha que aparace como lo nuevo y el cambio, que van a quedar del lado de los recortes del plan motosierra. Surge un gobierno que todavía tiene que armar su arquitectura. La burguesía y todo el establishment se están acomodando para colaborar con esta tarea vital y volver a intentar la tarea estratégica de “normalizar” el país en clave capitalista. El peronismo, mientras cruzan pases de factura entre los mariscales de la derrota, debate cómo encarar el futuro. Pero su instinto capitalista, los lleva a colaborar con la gobernabilidad aportando a la transición ordenada para que Milei asuma tranquilo y se pueda acomodar sin sobresaltos en el sillón. 

Una estrategia proimperialista y antiobrera 

Como dice La Nación preocupada por recomponer el régimen y la solidez del próximo gobierno, el país entra “en una geografía desconocida”. Abogan por ayudar a Milei que prepara aceleradamente su estructura y arribo al gobierno. La sociedad con Macri, que apunta a consolidar la relación, todavía camina en un mar de interrogantes y negociación de cargos. Sectores concentrados de la economía, las derechas internacionales, el Fondo y el imperialismo, lo alientan. Se perfila un gabinete de Ceos, con una fuerte impronta del grupo Eurnekian, de ejecutivos de los organismos internacionales, ex menemistas y de la fundación CEMA. El gurú Benegas Lynch, junto con otros nuevos y viejos propagandistas del libre mercado se pasean por los medios propalando las bondades de la escuela austríaca ultraliberal. Comenzó el armado de la arquitectura y de la batalla ideológica. Los mercados parecen reaccionar bien a los negocios prometidos. Pero la economía sigue crujiendo y no están las garantías de aplicación del plan que no dependen esencialmente de que puedan consolidar el dispositivo político, sino de la lucha de clases en un país con tradición de defender sus conquistas. 

Más allá de las contradicciones discursivas (dolarización sí o no, ahora o después, cierre del Banco Central en etapas, etc.) los ejes de su programa tienen similitudes con los implementados por Martínez de Hoz, Menem-Cavallo y Macri. Hay un deja vu noventista más allá del barniz juvenil y de novedad. Podríamos decir una suerte de cuatro ejes. En primer lugar, un alineamiento férreo con EEUU. En ese marco la defensa de Israel y resta ver cómo se van a parar con los BRICS. En segundo lugar, el achique del Estado, con el remate de sus activos, donde la joya de la corona vuelve a ser YPF como en los años 90, ahora con la perspectiva del gas y Vaca Muerta. Pero también los medios públicos y todo lo que se pueda vender. 

En tercer lugar, la liberalización de la economía y del dólar; aunque no inmediata la apertura de importaciones indiscriminada y licuación de todos los activos en pesos a partir de un aumento extraordinario del dólar (incluida la devaluación del dólar oficial) para licuar las LELICs. Y sumarán tarifazos en servicios públicos. Es un marco de medidas para garantizar las ganancias empresariales. 

El cuarto tercer eje es un brutal ajuste fiscal, basado en el cierre de reparticiones del Estado (por eso los 8 ministerios solamente), ajuste de salarios, jubilaciones, baja de planes sociales, etc. Esto es fundamental en su propuesta porque con eso piensa estabilizar la economía a partir de reducir el déficit fiscal y cumplir con el FMI. 

Las consecuencias se verán en una merma de las prestaciones sociales del Estado, ajuste de los presupuestos sociales, despidos de estatales primero, reducción relativa de salarios y jubilaciones. El anunciado shock, aún en debate, puede inducir a un proceso recesivo y de achicamiento, con mayor exclusión social. Y destrucción de puestos de trabajo en medio de una gran concentración económica. 

El recorte al derecho a la protesta va a ser un común denominador al servicio de aplicar estas políticas. 

Hacia una mayor conflictividad 

Las medidas de ajuste y las reformas reaccionarias que figuran en el programa de Milei preanuncian un escenario complejo. La estrategia del plan motosierra implica el cercenamiento de derechos elementales, la privatización de los servicios que aún quedaron en manos del Estado y el retiro de derechos elementales y conquistas como el derecho a huelga. Recién está haciendo sus primeros anuncios, preparando el ataque. Pero una cosa es querer y otro poder. Así lo demostró la historia. El movimiento obrero presentará batalla cuando vengan por las conquistas y pretendan la reforma laboral flexibilizadora. El movimiento piquetero defenderá la ayuda social y el derecho al trabajo genuino. El movimiento de mujeres y disidencias defenderá los derechos de género y el aborto legal. La juventud hará lo propio con la educación pública junto a los docentes. Y el equipo de salud defenderá el otro derecho esencial. El ritmo del ajuste y en definitiva que pueda hacerlo, no dependerá solamente de las negociaciones en las alturas. Dependerá esencialmente de la lucha de clases. Y, como sucedió con Macri en 2017, habrá confrontaciones y podremos hacerlo retroceder. 

Seguramente la burocracia sindical, socios de la derrota de Unión por la Patria, deberán recontratar sus privilegios. Felpudos del gobierno peronista, ahora algunos han salido al ruedo a reacomodarse, mientras otros harán buena letra para reubicarse frente al nuevo amo. 

Para pararle la mano al ajuste de Milei, hay que preparar desde ahora la pelea en las calles. La clase trabajadora tendrá el reflejo, habrá que superar el escollo de los dirigentes burocráticos. Aún no asumió y, ante los primeros anuncios, hay asambleas en los medios públicos, ATE llamó a plenario y anuncia un plan de lucha y hay ruido por abajo en otros sectores. La salud está nuevamente en conflicto como los docentes en varias provincias y los aeronáuticos en estado de alerta. 

El anuncio de ajuste a las provincias y la posibilidad del no pago del aguinaldo, también calienta la caldera. El 25N encontrará nuevamente a las mujeres en las calles. 

Desafíos para los luchadores y la izquierda 

Preparar la pelea desde abajo, reunir activistas, organizar los barrios, exigir asambleas y plenarios. Preparar un plan de lucha por gremio y en el país tiene que ser la primera preocupación de los luchadores en todos los terrenos. Reclamar a las centrales la preparación de un plan de lucha nacional, pero comenzar a prepararlo desde abajo. Reunir al Plenario del Sindicalismo Combativo para impulsar esta tarea es clave. 

Pero hay otro desafío fundamental, estratégico, que es preparar la alternativa política. El peronismo se ha demostrado, una vez más, incapaz de garantizar sus históricas banderas. Aggiornado y derechizado, le abrió la puerta al ascenso de esta nueva derecha. No va más pelear desde adentro. Necesitamos unir fuerzas en una alternativa independiente de los trabajadores, por eso convocamos a los luchadores obreros, juveniles y populares a organizarse con la izquierda para poner en pie esa alternativa. Los convocamos a unirse al MST para pelear por construirla y por una salida obrera y popular. Y para fortalecer al Frente de Izquierda Unidad para que se postule como opción de poder. Se acercan grandes luchas y tenemos que estar a la altura de las circunstancias. 

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