martes, 19 noviembre 2024 - 00:38

Ahogados en el Caribe. Otro crimen de Maduro

La noche del 6 de diciembre salían desde el puerto de Güiria dos pequeñas lanchas con 20 personas a bordo cada una. Escapando de la situación de hambre que se vive en el país, los venezolanos aspiraban llegar a las costas de Trinidad y Tobago. Sin información oficial sobre el destino de las embarcaciones Mi Esperanza y Mi Recuerdo, lo que se conoce oficialmente es que la lancha patrullera Guarda Costas de la Armada Bolivariana encontró en el océano- en un recorrido de patrullaje- 11 cadáveres, presumiblemente provenientes del naufragio de las embarcaciones antes mencionadas.

En el mismo comunicado oficial del gobierno de Maduro en el que se adjudica el incidente a supuestas bandas criminales que actuarían en el sector, se informa que luego fueron encontrados en las costas venezolanas otros 6 cuerpos arrastrados hasta allí por la marea.

Este hecho no se puede ver aisladamente del fenómeno del éxodo del pueblo venezolano que desde 2015 se ha disparado exponencialmente, superando en la actualidad a 5 millones de personas según datos de la ACNUR, la oficina de las Naciones Unidas para los refugiados.

Este es un fenómeno distinto del exilio dorado de una parte de los sectores privilegiados del país que salieron hacia Estados Unidos en la primera década del Siglo XXI; son en su mayoría jóvenes, profesionales, trabajadores altamente calificados y sectores populares pobres que en el último tiempo tampoco pueden seguir soportando la situación de miseria que se profundiza en el país, al mismo ritmo que se agranda una violenta desigualdad social.

El fenómeno de la diáspora venezolana no es un hecho natural, ni es el mismo que el de los gusanos cubanos de la década del 60 del siglo pasado. Por el contrario, se trata por de trabajadores de la salud, de la industria petrolera y la de servicios como electricidad, transporte y comunicaciones que, imposibilitados de vivir con salarios que bordean apenas los 3 dólares mensuales, deciden emigrar. Lo mismo que centenares de miles de jóvenes agobiados por la deriva autoritaria del régimen bonapartista  de Maduro.

Huir del país en busca de un nivel de ingresos para sobrevivir y ayudar mínimamente a sus familiares que permanecen en su tierra, enfrentando el riesgo de morir ahogados en el mar, no es un destino buscado por un pueblo que ha sabido refugiar en otros tiempos a miles de desplazados económicos y perseguidos políticos de casi todos los países de América del sur.

El cinismo del comunicado oficial[1], descargando la responsabilidad de este suceso sobre supuestas bandas mafiosas es la práctica común del gobierno de buscar siempre responsables por fuera de sí mismo.

Más allá de las sanciones y amenazas del imperialismo norteamericano que indudablemente hay que repudiar, en este caso como en muchos otros la responsabilidad es claramente del gobierno. Otro crimen de Maduro por el que seguramente le reclamará el pueblo venezolano.


[1] https://www.aporrea.org/actualidad/n361264.html

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