domingo, 22 diciembre 2024 - 18:49

Acuerdo con los frigoríficos por las exportaciones de carne. ¿Bajará el precio?

Como lo reflejan distintos medios periodísticos y afirmó la titular de AFIP, Marcó del Pont, el gobierno estaría arribando a un acuerdo con los frigoríficos exportadores con la intención de abastecer el mercado interno y bajar el precio de la carne. ¿Serán efectivas las medidas planteadas?

El “acuerdo” del gobierno y los empresarios, que es cuestionado por distintos sectores que lo ven como una concesión del gobierno, consistirá en el levantamiento del cepo a las exportaciones de carne, que abarca al 92% de las mismas. La suspensión por 30 días vence el próximo domingo, se le permitirá exportar un 50% del cupo actual. Pero en realidad sería de un 65% de este, ya que la carne que se exporta a Israel (kosher) que representa un 6,2%; la que se remite a la Unión Europea como la cuota Hilton un 5,8% y a EE.UU un 2,1%, quedan fuera de la reducción.

Además, se restringiría la exportación de siete cortes populares”: asado, vacío, matambre, cuadrada, falda, paleta y tapa de asado con el objetivo de abastecer el mercado local. La reducción de exportaciones tendría como objetivo desarrollar un “plan ganadero” para aumentar la actual producción de 3 millones de toneladas anuales a 5 millones en los próximos años.

¿Bajará el precio?

El cierre de las exportaciones no lo logró. Al contrario, la carne aumentó un 6,1%, casi el doble de la inflación de mayo que se ubicó en un 3.3%. En épocas preelectorales, en el “país de la carne”, quinto exportador mundial, un bien que solía representar al menos el 20% de la dieta de los argentinos, es un producto de lujo, hacer un asadito es enfrentarse a precios de entre $ 800 y $ 1.000 por kilo o más.

Si el precio de la carne ha aumentado más de un 70% en el último año se debe a la voracidad de los grandes monopolios del sector, frigoríficos y supermercados, que, aprovechando un aumento excepcional de la demanda china que se lleva el 75% de las exportaciones y al aumento general de los commodities en el mercado mundial -frente a salarios e ingresos populares devaluados y cada vez más deteriorados en su poder adquisitivo-, cobran a los argentinos el precio de la carne a su valor internacional.

Los márgenes de ganancia que manejan los grandes monopolios empresarios son impresionantes. Mientras el kilo vivo de ternera o novillo cotizó en el mercado de Linieres a 155 pesos, el kilo de asado en la carnicería o el supermercado cuesta de 800 o 900 pesos.

¿Se conseguirán cortes baratos en las carnicerías? Hasta ahora los acuerdos del ministro Kulfas o de la secretaria de Comercio Español, representaban 8 mil kilos mensuales, o sea apenas un poco más del 3% del consumo local, una lotería conseguirlos.

Como dentro de esta cadena productiva y comercial los más perjudicados son los pequeños y medianos productores, el gobierno anuncia subsidios y rebajas impositivas para el sector. ¿Se podrá parar la concentración capitalista y monopólica que domina el negocio de la carne?

En realidad las medidas conocidas no tocan ninguna cuestión de fondo del actual negocio capitalista. Lo que intenta el gobierno es lograr mejorar la oferta durante los meses electorales y para ello presiona a los grandes frigoríficos, Con ellos negocia sin modificar la estructura productiva actual, responsable de la tremenda situación que viven los sectores populares que consumen cada vez menos carne.

Ya en el 2006, Néstor Kirchner se vio obligado, en una situación con algunos rasgos similares, a suspender las exportaciones por 180 días, pero sin tocar la estructura del negocio capitalista. La consecuencia fue carne más barata durante algún tiempo, baja de inversión empresaria que se derivó en parte a la soja y otros negocios, liquidación de stocks ganaderos, concentración del negocio cárnico en pocos monopolios, para luego volver a aumentarse los precios.  

Años atrás, con las mejoras de todo tipo y beneficios que Macri dio a este sector empresarial, el negocio cárnico volvió a repuntar. Mientras el consumo popular siguió bajando año a año, ubicándose hoy en el punto más bajo en 100 años: apenas 46 kg. anuales de consumo por persona. Encima los empresarios frigoríficos y grandes empresarios del sector, que ante cada regulación amenazan con despedir trabajadores, se llevan las cuotas de plusvalía más elevadas en años, ya que los salarios de los trabajadores de la carne se encuentran por debajo de la línea de pobreza, entre 40.000 y 60.000 pesos.

El gobierno “nacional y popular del Frente de Todos es incapaz de frenar la concentración monopólica. Está desesperado en épocas electorales por morigerar en parte el alza de los precios de los alimentos. Con una inflación que acumula el 21% en los primeros meses del año y 48% en forma interanual, acaba de liquidar su programa de “precios máximos que abarcaba (en teoría) a miles de productos de consumo por un programa de 70 productos de segundas marcas; se trata del llamado “Súper Cerca”, con precios que arrancan incluso arriba de los que se consiguen en algún súper y se congelan durante los seis meses preelectorales, hasta fin de año. Parece muy difícil que a este ritmo se cumpla la promesa de Cafiero, el jefe de Gabinete, de que los salarios le ganen a la inflación.

Hace falta otro modelo productivo

En medio del lock out patronal que bajo el título de paro de comercialización” de carne fue lanzado por las entidades empresarias del campo nucleadas por la Mesa de Enlace, este gobierno fue incapaz de utilizar la Ley de Abastecimiento para obligar a los empresarios a abastecer el mercado de Liniers y otros mercados concentradores. Solo nacionalizando el comercio exterior, para evitar que el aumento de los precios internacionales de la carne y el resto de los alimentos que exporta la Argentina impacten sobre los precios locales; expropiando a los grandes productores, frigoríficos y supermercados; y desarrollando un plan estatal con organismos reguladores -como la disuelta Junta Nacional de Carnes- bajo el control de los trabajadores de la industria y sectores populares, se podrá revertir de fondo la crisis actual, permitir que la carne vuelva a “la mesa de los argentinos” y que los saldos exportables sean utilizados para el desarrollo del país y no para las ganancias de unos pocos capitalistas.

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