El gobierno avanza a velocidad junto a los técnicos del FMI con la carta de intención para ponerla a votación en el Congreso. Estos nuevos compromisos asumidos legitiman una estafa y se empieza a conocer la letra chica. ¿Qué implicancias tiene? ¿Hasta dónde llega el ajuste? ¿Cómo serán los controles trimestrales? Veamos las respuestas a estas preguntas, que motorizan la necesidad de redoblar la campaña contra el acuerdo y contra todo el plan de ajuste. En eso estamos desde el Frente de Izquierda Unidad y el MST.
“No va a haber más altas de planes sociales” afirmaba el ministro de Desarrollo Social Juan Zabaleta. Con estas claras y obedientes palabras evidenció un claro ejemplo de que el ajuste pedido por el Fondo ya está en marcha previo, a la firma del acuerdo. En un país con más del 40% de pobreza, inflación incesante y ningún plan de trabajo digno, frenar la ayuda social es un duro ajuste, que será enfrentado en la calle por las organizaciones de desocupados independientes del gobierno.
Pero este baño de realidad que tira por la borda todos los discursos oficiales que decían “no habrá ajuste” fue tan solo la punta de una madeja de hilo que metro a metro va dejando al desnudo el relato gobernante. Todavía no había dejado de ser noticia el anuncio de Zabaleta y ya comenzó a filtrarse el texto borrador del nuevo acuerdo.
El periodista Sebastián Premici hizo notar este lunes aspectos de la letra chica y afirmó: “Todo estará sujeto a consulta permanente con el organismo. Incluso si los números de la balanza comercial fueran mejores, el Poder Ejecutivo se compromete a utilizar ese saldo para reducir el déficit. Lo escrito en el borrador habla de un cogobierno”. A partir de ahí diversos medios, periodistas, estudios de nuestro sitio Periodismo de Izquierda y de otros, fueron revelando más en profundidad hacia dónde vamos con este acuerdo. Analicemos los puntos más sensibles de “Argentina. Memorando de política económica y financiera. Borrador preliminar”. Incluso podríamos decir, los más entreguistas y antisoberanos, propios de la escuela macrista que le dio origen a esta última estafa de $44.000 millones de dólares fugados. Con distintas variables de ajustes, el texto abre las puertas a futuros cambios en temas estructurales y muy sensibles para la economía de nuestro país. Veamos.
Con las jubilaciones en la mira
“Realizaremos un estudio que describa opciones y recomendaciones para fortalecer la equidad y la sostenibilidad a largo plazo de nuestro sistema previsional. Se prestará atención especial a la evaluación de los regímenes especiales, y a los mecanismos que favorezcan la prolongación voluntaria de la vida laboral de las personas”, plantea sobre la delicada situación del régimen previsional argentino.
El párrafo en cuestión armo tanto revuelo, que desde un acto en la costa Alberto Fernández tuvo que decir que no está previsto cambiar el régimen de trabajadores sino el de jueces y diplomáticos, quienes rápidamente pusieron el grito en el cielo en defensa de sus privilegios. Pero más allá de las apuradas y obligadas palabras presidenciales, lo cierto es que el texto habilita a evaluar y modificar los regímenes especiales en general, no solo el de los jueces. Y peor, habilita el debate sobre extender la edad para jubilarse, un reclamo histórico del FMI. El gobierno dice que podría ser optativo, de acuerdo a una ley vigente votada bajo el macrismo. Con miserables $30.000 de jubilación mínima, tener que trabajar después de los 65 años no es optativo, sino obligatorio para subsistir. De una u otra forma, se viene un ajuste a los jubilados y un debate de fondo, es decir estructural, sobre cuándo y cómo poder jubilarse.
Racionalización del gasto
Con ese nuevo eufemismo, el texto preanuncia otro importante ajuste; a las provincias y al salario de toda la administración estatal que recordemos, ya tiene en muchos casos salarios deprimidos y condiciones laborales precarias. Al respecto se propone: “limitar las transferencias discrecionales a las provincias y empresas estatales y administrar la masa salarial del sector público para asegurar que crezca consistentemente con la mejora de la actividad”. El significado es previsible; si los números no dan, algo probable es que la variante de “racionalización de gasto” sea ajustar vía congelamiento salarial, reducciones, directamente despidos y liberar esos recursos para “uso prioritario”, obviamente del FMI. La famosa “mejora de la actividad” es una reforma laboral encubierta, ni más ni menos. En el caso de las provincias también, por vía indirecta, habilita ajustes. Ya que si se reducen las partidas, en un país que tiene provincializados muchos servicios sociales, los gobernadores utilizarán ese hecho como argumento, para sus propios recortes internos.
Con un tarifazo en puerta
“Desarrollaremos, con el apoyo de la asistencia técnica del Banco Mundial y el FMI, un plan a mediano plazo para reducir en forma constante y paulatina los subsidios a la energía y mejorar la eficiencia del sector, anclado en nuestro objetivo de recuperación de costos”, dice el texto preliminar, con un claro horizonte de ajuste en relación a servicios esenciales y los millonarios subsidios actuales a las empresas concesionarias. Todos sabemos que el sector empresario que ganó fortunas estos años pide una fuerte suba de tarifas si le van a reducir los subsidios. De arranque, el gobierno hablaba de aumentar las tarifas de solo los sectores más pudientes, pero un estudio indica que los aumentos tendrán que alcanzar a más del 65%: incluirá a los sectores medios y a importantes franjas de familias trabajadoras. En resumen: el FMI logrará su objetivo de que el Estado deje de subsidiar y use el dinero en los pagos al Fondo, y los grandes empresarios seguirán ganando vía importantes aumentos de tarifas.
Dos ejemplos más
“En materia laboral, el acuerdo destaca que la doble indemnización por despido sin causa justificada, que ya se está reduciendo en forma paulatina, quedará sin efecto completamente a finales de junio de 2022”, explicaba el periodista Alejandro Bercovich en un tuit que sumó datos al debate, tras el estudio del texto en cuestión.
A este ataque a derechos obreros se le suma un mazazo a sectores populares y medios. Ya que según el mismo periodista, la letra chica propone que el Banco Central también deberá “‘flexibilizar gradualmente los límites mínimos de las tasas pasivas y los límites máximos de las tasas activas de los bancos’. O sea, volver a liberar (como hizo Macri) los intereses de refinanciación con tarjetas de crédito y otros préstamos”.
Extractivismo al palo
De manual: “la reglamentación para incentivar la inversión y las exportaciones en sectores estratégicos, incluyendo la economía del conocimiento, los hidrocarburos, la minería, la agroindustria”. Es decir, más agronegocios, fracking, megaminería y destrucción ambiental. Como no podía ser de otra manera, el texto borrador circulante otorga un fuerte impulso a las políticas extractivas, destructivas, saqueadoras y contaminantes en nuestro país. Tras la derrota del plan megaminero del gobierno en Chubut a manos de una enorme movilización popular y frente al repudio a la instalación de exploraciones off shore en el mar argentino, ahora el gobierno y el FMI pretenden seguir por el mismo camino y más a fondo, en la búsqueda de dólares que garanticen los pagos.
Tutelados
El texto además no establece previsiones de gran crecimiento sino de escasos números los próximos años, entre el 2 y 4%, tirando por la borda el discurso de que el acuerdo primero permite crecer, ya que habrá un crecimiento en el mejor de los casos moderado o leve. Y algo de gran importancia: acompañando las metas económicas planteadas, se reafirma a fondo la decisión política de tener al FMI revisando y auditando la marcha del plan económico trimestralmente, y un gobierno obligado a consultarlo y decidir con ellos cada vez que algo nuevo suceda o los números no indiquen lo previsto.
Todo será siempre bajo tutela del Fondo y sus objetivos, se podrán modificar aspectos sólo bajo su órbita: “recalibrar políticas para garantizar el cumplimiento de los objetivos económicos y sociales en consulta con el personal técnico del FMI”. Así de claro es el cogobierno que viene y la soberanía que se va.
Voces críticas, ¿y algo más?
Frente a un texto que enciende alarmas se escuchan voces críticas. Hasta la oficialista y kirchnerista Fernanda Vallejos tuiteo: “El pre acuerdo con el FMI incluye una serie de ajustes presupuestarios camuflados bajo el concepto racionalización del gasto”. Se suma a otras voces provenientes del Frente de Todos, cuya voz inicial fue la de Máximo Kirchner renunciando a la jefatura de su bloque de diputados, y en mayor o menor medida, desde organizaciones aliadas del peronismo y parte del gobierno, como Unidad Popular, Patria Grande o el PCR, entre otras.
Sin embargo, en medio de las noticias que dan más precisiones sobre la profundidad del ajuste que viene, hoy ninguno de estos sectores se propone salir a enfrentar este acuerdo ni a romper con el gobierno que lo aplicará si es votado. Si fueran coherentes deberían hacerlo. Pero ahora solo debaten entre abstenerse, algún voto en contra y sin descartar incluso que algunos críticos igual lo voten. Independientemente de lo que voten al final, de conjunto se plantean no obstaculizar al presidente. No han movido un dedo para frenar el acuerdo. Incluyendo a Cristina Fernández de Kirchner, que con su largo silencio, viene facilitando que la negociación transcurra, aunque se evite aparecer apoyándola públicamente. Es la política de preservarse como centro, no de preservar el interés de las mayorías populares que pagarán el precio del nuevo acuerdo y el nuevo endeudamiento para “honrar” la estafa anterior.
El camino del Frente de Izquierda Unidad
Dicen que los grandes hechos políticos colocan a cada quien en su lugar, y permiten ver a fondo los proyectos en pugna. Esto sucede hoy. Hay un acuerdo tácito entre el FMI, el ala presidencial del gobierno, la burocracia sindical, los grandes medios y corporaciones y la oposición de derecha, de avanzar en el acuerdo como sea.
Hay un sector que se dice crítico, un ala más progresista o centroizquierda del gobierno, que muestra hoy todas sus limitaciones al dejar pasar el acuerdo y deja en evidencia que prioriza su apego al aparato de Estado, ordenarse por querer administrar el mismo sistema injusto y desigual, pero con algunos cambios. Este sector hoy muestra su impotencia política, al tener que ver como el presidente que ellos mismos digitaron avanza junto al FMI. Al menos hasta ahora, lo dejan avanzar.
Y hay una tercera voz política, clara y potente que ha ganado las calles en oposición al acuerdo, al pago de esta estafa y por la ruptura política y económica con el FMI. Somos la izquierda organizada en el Frente de Izquierda Unidad, que emerge como impulsor y articulador de un gran espacio de lucha unitario, junto a cientos de organizaciones sociales, sindicales, piqueteras, de DDHH, ambientales, de género y políticas.
Somos quienes venimos enfrentando el ajuste, llevamos este debate a cada lugar de trabajo y estudio y a cada barrio popular. Somos quienes emplazamos a los gremios que dicen oponerse, a que convoquen a un paro nacional el día que se trate ese acuerdo en el Congreso. Tenemos un proyecto político claro, independiente, anticapitalista y socialista que no admite injerencias del Fondo. Como dijo la referente del MST en el FIT Unidad Cele Fierro: “Hay otra salida: enfrentar al FMI en las calles y cortar con la usura para volcar esos fondos a resolver los problemas estructurales del país. Por eso, desde el Frente de Izquierda Unidad vamos a impulsar fuertes movilizaciones al Congreso el día que se trate y muchas otras acciones durante estas semanas”.
A esta campaña, a estas acciones, y a este proyecto político de izquierda, queremos invitar a que se sumen a las y los trabajadores y jóvenes que votaron al Frente de Todos para echar a Macri y que no quieren al FMI. Nuestra lucha está en marcha, es colectiva y necesita que seamos miles y miles más. Vamos a enfrentar la votación en el Congreso y si se vota, comenzará otra etapa contra su implementación y contra todo el plan de ajuste. Hay mucho por hacer, hay mucho por qué pelear. Y hay mucho espacio político para hacer más grande al Frente de Izquierda Unidad, para las luchas políticas y sociales que vienen.