A continuación, reproducimos dos testimonios sobre aquel evento. El primero es de el compañero Chino Moya en dialogo con su hermano “Chiquito” Moya, quién fuera el responsable del local de Pacheco en los días de la masacre. Ambos eran cuadros militantes de nuestra organización en aquellos años.
“Chiquito, tengo un recuerdo imborrable de la Masacre de Pacheco. Te había ido a visitar una o dos veces y estaba cerca de la casa de nuestra tía Argentina, si mal no recuerdo. Yo vivía y militaba en Tucumán y me traían el diario La Gaceta a casa. Medio dormido me dispongo a leerlo y observo sin poderlo creer el titular de la tapa; asesinan a tres militantes socialistas en Pacheco. Tiré el diario contra la pared y me parecía que me iba a descomponer. Me subieron las pulsaciones del corazón. Me pude recuperar y leí el artículo esperando encontrar tu nombre. Y largué un profundo suspiro cuando no te vi en la información. Al único que conocía era a Tony Moses. Trabajábamos juntos en el local de 24 de noviembre en Once. A la tarde de ese mismo día fui a las facultades de Humanidades y Arquitectura, que en ese tiempo estaban pegadas, y hablé con Arturito Gómez por teléfono. Hablé en los cursos Informando los asesinatos de los compañeros. Al día siguiente viajé a Buenos Aires para verte y paraba en la casa de la tía María que me contó lo de tu compañera[i], no me acuerdo ahora el nombre y todo lo que pasó…” .
Chiquito, a su vez, nos relata un dato surgido de las declaraciones de Silvia, secuestrada junto a Mónica Wolf y a Amalia, en el juicio que se realizó a los responsables materiales de la masacre que fueron identificados y apresados, a partir de la querella de la que Silvia y Chiquito fueron principales impulsores. Esta anécdota nos revela un interesante aspecto de las características de las bandas de la Triple A de aquellos años.
“Desde la liberación de Yessi yo me quedé preocupado por el grado de vulnerabilidad de Silvia a partir de su declaración. Silvia estuvo muy valiente porque ella durante muchos años estuvo intentando, no digo despegarse, pero bueno… olvidarse de este trago amargo. Cuando charlando con la secretaria del juzgado, que me tomaba las declaraciones desde acá, le comenté el dato que tenía contacto con una protagonista, me dijo que cualquier aporte a la causa podía ser importante. Entonces yo la interesé a Silvia a la distancia.
En la declaración final de ella, que me la mandó, yo me vengo a ‘enterar’ después de tantos años, que durante años estuve equivocado en uno de los diagnósticos del evento; que fue el hecho que a ellas las habían liberado. Lo que pasó y así lo cuenta Silvia, es que a la media hora de que las liberaron en el baldío, que por suerte tenía yuyos, en los que decidieron quedarse por el terror que tendrían, los tipos las volvieron a buscar y no las encontraron.
Lo supe cuando leí la declaración de Silvia. De ese error yo deduje que era una banda improvisada. Era cierto que la Triple A era un frente, no era una cosa ultra organizada en el sentido militar, estaba compuesta de distintos elementos. Eso yo siempre lo vi como una improvisación de los fachos de aquella época que todavía no tenían incorporado el trato hacia las mujeres. Desde una óptica machista eran más indulgentes con las mujeres. Después cambiaron y las volvieron a buscar. No las encontraron, por suerte, porque era de noche y estaba oscuro…”.
[i] El Chino se refiere a Silvia Ferraté, una de las tres compañeras secuestradas y luego liberadas por los fachos, quien en aquellos años era compañera de Chiquito.