lunes, 18 noviembre 2024 - 10:14

A 41 años de Malvinas. Alberto se declara “aliado absoluto” de EEUU

Pasaron 41 años de aquel sorpresivo 2 de abril. En ese día, la mayoría de los argentinos se anoticiaba de que la armada argentina había tomado Puerto Stanley y una ola de alegría inundó el corazón de millones. El error de cálculo de la dictadura desató la mayor movilización anti imperialistas de nuestra historia contemporánea.

Desde entonces los partidos e instituciones de este régimen político continúan la campaña por “desmalvinizar” inaugurada después el fin de la guerra. Las vergonzosas declaraciones de Alberto ante Biden, son parte de la misma. Sin embargo, cuando en todos los rincones del país entonamos orgullosos esa canción hit del Mundial de Futbol que incluye en sus primeros versos “por los pibes de Malvinas que jamás olvidaré” demostramos que no lo han logrado. Y algo más…

La selección argentina es seguida, vivada y apoyada por millones en lugares tan lejanos del mundo como Bangladesh en el sudeste asiático. Por la misma razón que esa violación del reglamento que fue la “mano de Dios” surgida de la magia del Diego es festejada. El odio visceral de muchos pueblos del mundo a las consecuencias de la ocupación y dominación del imperialismo inglés. La simpatía, la identificación con la lucha de un pueblo que lo enfrentó. La Guerra de Malvinas, pese a la campaña de desprestigio que emprendieron las “democracias” más grandes del mundo, la Iglesia y al nefasto rol de la socialdemocracia, del estalinismo y todas las direcciones traidoras, despertó una enorme ola de solidaridad latinoamericana y en pueblos del mundo.

La guerra se perdió por la traición de los militares y de todas los partidos e instituciones que defienden este sistema capitalista imperialista. Pero no pudieron trasformar la derrota militar en una derrota en la conciencia de los pueblos. En ese terreno perdió el imperialismo pirata… y todos los que le fueron y le son serviles, augurando que más temprano, que tarde, llegará la hora de ajustar las cuentas.

El día de la reconquista

Un sentimiento contradictorio atravesó a los que hace apenas unos pocos días, el 30 de marzo, protagonizaron importantes movilizaciones en Buenos Aires y distintas ciudades del interior contra el plan de ajuste implementado por la dictadura.

Ya los milicos atravesaban un importante desgaste producto de una seria crisis económica que se había terminado con la primera junta encabezada por Videla y con la de su sucesor “dialoguista”, el general Viola, después. Se había acabado la “plata dulce” de la época de Martínez de Hoz, el país atravesaba una grave deflación que en 1981 produjo la baja del 9% del PBI, con la consecuente ola de despidos y quebrantos. Había fracasado la especulación financiera de la llamada “tablita”, se producía una grave fuga de divisas, la inflación estaba desatada, la deuda externa trepaba ya a U$S 32.000 millones. El Proceso de Reorganización Nacional había perdido gran parte de su base social de clase media que lo acompañara en sus inicios y tenía fuertes disputas al interior de las distintas fuerzas que lo integraban. 

Un paro general con movilización, bajo la consigna por Pan, paz y trabajo, fueron llamados por la minoritaria CGT conducida por Saúl Ubaldini – la dialoguista CNT no apoyó- tuvo una significativa adhesión y se calcula que en la Capital marcharon 50 mil trabajadores. La represión produjo cientos de heridos y 3.000 detenidos luego de tres horas de batalla campal. En Mendoza cayó muerto un manifestante por las balas de la Gendarmería.

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Varios analistas de la época señalaban la posibilidad de un estallido social si la Junta encabezada por Galtieri no lograba superar la crisis desatada. El enfrentamiento diplomático producido en esos días por la toma de las Georgias del Sur por un comando argentino el 17 de marzo, parece haber precipitado una operación secreta que nadie esperaba de un gobierno pro imperialista hasta los tuétanos.

Un grave error de cálculo que precipitó una movilización revolucionaria

Los comandantes de esos años pensaban que, dadas sus relaciones estrechas con los yanquis, podrían acudir a ellos para una negociación favorable con el imperio inglés, capitalizar el entusiasmo que la “reconquista” generaría y retirarse a tiempo de las islas sin disparar un solo tiro capitalizando el “triunfo” político, aunque la soberanía real –que el canciller Costa Méndez estaba dispuesto a negociar en medio de sus tratativas- fuera de cartón pintado. Sobre la base de este “logro”, calmar la interna militar y perpetuarse lo más posible en el poder.

Todo les salió mal. Al día siguiente de la ocupación los ingleses lograban en la ONU la resolución 502 que condenaba la invasión argentina y la intimaba a retirar de inmediato las tropas. Los yanquis envían al nefasto secretario de Estado Alexnder Haig, con el objetivo de lograr la retirada argentina sin mayores concesiones. Los EEUU se alinean con Inglaterra con apoyo político y militar, manifiestan su apoyo públicamente, mientras que una armada inglesa compuesta por 40 embarcaciones- la mayor después de la Segunda Guerra- parte armada hasta los dientes rumbo a las Malvinas.

La burguesía argentina abandonó a los militares en su aventura irresponsable. Los radicales pidieron un “golpe democrático” contra Galtieri, el PJ se llamó a silencio. La socialdemocracia internacional se opuso e defensa de la democracia, el PC llamó a la paz, que en medio de una agresión armada equivale a una rendición y la dirigencia sindical, que llamó a algunas acciones, estuvo muy lejos de organizar a los trabajadores para enfrentar dicha agresión disputándole a los milicos la dirección política de los acontecimientos.

Todos los “amigos” se dieron vuelta. Pero lo más grave fue que el entusiasmo del pueblo previsto se convirtió en una enorme movilización anti imperialista impidiendo que la Junta pudiera acordar una retirada aceptable sin afrontar una imparable crisis política. Cientos de miles movilizados en las calles, millones juntando víveres, ropa, para asistir a los combatientes. Grandes listas de voluntarios. Una enorme simpatía continental. Movilizaciones multitudinarias como los 150.000 que se concentraron en Lima a favor de la Argentina. Los gobiernos reunidos de la región reunidos en el TIAR se pronunciaron a favor de Argentina contra la posición norteamericana que, violó un tratado de asistencia recíproca, justamente porque su la función del convenio es defender los intereses yanquis, no de las naciones latinoamericanas. La entrega de asistencia miliar, aviones de guerra de varios países del continente vinieron al país, aunque los temerosos militares –de entorpecer las negociaciones con Haig- se negaron a solicitar esa ayuda en forma pública.

Se podía ganar

Los derrotistas de ayer y de hoy intentan vacunar contra la posibilidad de que un intento de desalojar a los piratas se repita argumentando que nunca le podremos ganar al imperialismo una disputa militar. Pero hasta el propio comandante de la Task Force, Jeremy Moore, ha reconocido que estuvieron cerca de ser derrotados por la gran resistencia argentina, por la valentía de nuestros soldados y por aquellos que, como muchos pilotos, se jugaron con todo para derrotar al enemigo. En el mismo sentido se pronunció el informe de la Comisión Rattembach que hizo un balance de la actuación militar en la guerra.

La guerra se perdió por que la dictadura no quería ganarla. Fue una guerra en la que se combatía “con una mano atada a la espalda”. Así puede calificarse a una conducción militar que hizo todo lo posible por no ganarla y negociar la mejor retirada posible. Que no se preparó para resistir, que no envió los pertrechos y alimentos necesarios, que mandó soldados muy jóvenes, de apenas 18 años, sin ninguna experiencia, que no solicitó la ayuda militar de países aliados, que despreció las principales herramientas que tenía a su alcance, la propiedad y ganancia de las empresas inglesas e imperialistas, que pagaba los intereses de la deuda externa en medio del conflicto, financiando la guerra a las potencias que nos tenían completamente bloqueados, etc.

Una conducción que despreciaba y era absolutamente temerosa de utilizar la enorme energía del conjunto de la población argentina movilizada a favor de nuestros combatientes y la enorme ola de simpatía desatada en Latinoamérica. Que seguía trasladando sus mismos métodos represivos en las relaciones con la tropa movilizada en las islas, disminuyendo su poder de combate y terminó rindiendo Puerto Argentino cuando existían todavía fuertes enfrentamientos contra los ingleses.

La guerra careció de una conducción unificada entre las tres fuerzas. Al contrario, la crisis en curso hizo que cada uno de los comandantes hiciera su juego e incluso que sectores de la oficialidad, empujados por sus principios de nacionalista católico quisieran ganarla y no ser derrotados por el imperio inglés. Así lejos de ser un factor de unidad entre las FFAA, la guerra termino consolidando las fracciones ya existentes.

La rendición y la caída del régimen militar

Para obtener la rendición argentina se montó un operativo político – militar. Mientras las tropas piratas profundizaban su ofensiva en el frente de batalla, el Papa Juan Pablo II viajo a Buenos Aires para organizar grandes misas a favor de la paz. La única paz posible era la rendición.

Finalmente, el 14 de junio de 1982 el general Menéndez, comandante de la guarnición argentina se rinde frente a los piratas. En Buenos Aires se llama a concurrir a la Plaza de Mayo. Una movilización multitudinaria choca contra la policía, la traición de Galtieri y los militares llenan de bronca e indignación, los enfrentamientos duran hasta altas horas de la noche. Cae Galtieri y la Junta y una grave crisis política produce un vacío de poder durante varios días en los cuales no hay gobierno.

El régimen militar acuerda con el PJ y la UCR una Junta de transición encabezada por Bignone que llame a elecciones y permita una retirada ordenada en medio de una brutal crisis política. Un enorme triunfo de nuestro pueblo. Son las horas del principio del fin de la dictadura militar.

La actuación del PST

El Partido Socialista de los Trabajadores (PST), antecesor de nuestro MST en el FITU, tuvo una participación activa en aquellas jornadas. Habiendo sido parte de la movilización del 30 de marzo, no dudó frente a los acontecimientos del 2 de abril. En Palabra Socialista, su periódico clandestino, incluyó en su tapa al cierre de una edición pensada originalmente para balancear los acontecimientos de fin de marzo y llamar a las centrales sindicales a desarrollar un plan de lucha, una declaración que señalaba: “Los trabajadores socialistas queremos sentar nuestra posición de principios frente a este choque armado…. estamos contra Inglaterra –pese a que tiene un régimen democrático burgués-, y del lado de Argentina –pese a la nefasta dictadura que la gobierna. Si hay guerra los socialistas estaremos por el triunfo del ejército argentino -aunque al principio mande Galtieri- y por la derrota del británico”.[i]

Sobre la base de denunciar que la estrategia de la conducción militar no era ganar la guerra sino una negociación con el imperialismo, el PST llamaba a derrotar militarmente a los ingleses y lograr el reconocimiento de la soberanía de las Malvinas, Sandwich y las Georgias sin compartirla con nadie, como traslucía de algunas negociaciones. Frente a estas maniobras los compañeros exigían ¡Basta de negociaciones secretas!

A partir de allí desarrollaban un programa de transición que planteaba golpear al enemigo por todos los medios empezando por confiscar las propiedades de las empresas inglesas y desconocer la deuda con el imperio británico, negarse a la “mediación” de Haig y EEUU, la aceptación de la ayuda militar ofrecida por los países vecinos y el llamado a una campaña de solidaridad internacional, que las centrales sindicales reorganicen al movimiento obrero en cada lugar de trabajo para empujar la movilización por la guerra, plenas libertades políticas y de organización para los partidos y organizaciones populares, la democratización del país empezando por la liberación de todos los presos políticos, y llamaba a la más amplia auto organización de los trabajadores y los sectores populares en todas las tareas de apoyo a los combatientes en guerra, entre otras tareas.

Nuestros compañeros fueron vanguardia en innumerables tareas de organización de apoyo a los combatientes, se anotaron en las listas de voluntarios, empujaron a través de nuestra corriente internacional de aquellos años – la LIT CI dirigida por Nahuel Moreno- distintas acciones de solidaridad, entre ellas la enorme movilización convocada por el Comité peruano de solidaridad con el pueblo argentino.

 Frente a la venida del Papa, llamó a no concurrir a sus actos, enfrentando a todas las direcciones que desde la centrales sindicales y partidos políticos apoyaron esas acciones. Incluso el PO que llamó a movilizarse para “cambiar el contenido” de una movilización contrarrevolucionaria de decenas de miles…(SIC).

Caída la Junta de Galtieri y producido un gran vacío de poder, el PST planteo la necesidad de elecciones inmediatas a una Asamblea Nacional Constituyente y llamó a la mayor unidad de acción a las centrales sindicales y el resto de los partidos que se reclamaban democráticos a lanzar un plan de lucha para terminar con el herido de muerte régimen militar en forma inmediata.

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Cuatro décadas después

La Guerra de las Malvinas, la traición y caída de la dictadura, las tareas inconclusas que dejó planteada esa enorme movilización anti imperialista, dejo debates que hasta el día de hoy se repiten con asiduidad.

Hay sectores de la vanguardia, que, repitiendo confusiones de aquellos años, plantean que el único contenido de la guerra era la maniobra de unos genocidas en crisis y por esta vía coinciden en posiciones “derrotistas” frente a la agresión inglesa. Otros que terminan minimizando o directamente desconociendo el contenido revolucionario de la movilización desatada y por esta vía niegan que la dictadura haya caído como producto de la movilización popular, sino más bien como producto de sus propias incapacidades y contradicciones.

Para nuestra corriente, la enorme movilización anti imperialista, terminó por lograr una gran conquista histórica, la derrota del régimen genocida y la apertura de amplias libertades democráticas indispensables para desarrollar una lucha a fondo contra el imperialismo. Una pelea que deben acaudillar los trabajadores argentinos, luchando contra las enormes islas Malvinas que tenemos en el país, esto es el control de nuestra economía por los grupos transnacionales, la enorme deuda externa, la propiedad de enormes sectores de nuestro territorio por magnates ingleses y de naciones imperialistas, como Lewis o los grandes terratenientes y empresas de capital extranjero.

En una economía dominada por el capital de las multinacionales la lucha por nuestra soberanía, la pelea anti imperialista está estrechamente ligada a la lucha contra el modelo capitalista dependiente que nos domina. A su reemplazo por una economía socialista y la ruptura con todos los pactos que como el TIAR, nos atan a la bota de EEUU y las grandes potencias.

Los partidos tradicionales hablan de soberanía en forma cínica los días de fiesta. El viejo nacionalismo del PJ o del gobierno actual del Frente de Todos, intenta algún balbuceo que conserve su viejo discurso nacionalista mientras Fernández anuncia, con todo desparpajo frente al mandamás del Imperio, que se considera “aliado absoluto” del imperialismo yanqui.

Los K, en campaña, insinúan un tímido discurso contra el Fondo mientras apoyan incondicionalmente a su ministro de economía y presidenciable, Sergio Massa. Un superministro encargado de cumplir a raja tabla este pacto de coloniaje con el FMI También de pedir perdón cuando no llega a cumplir las incumplibles metas impuestas por los banqueros internacionales para pagar una enorme y fraudulenta deuda y ofrecerles mayores concesiones a cambio. En un rico país que tiene sumida en la pobreza extrema a más del 40% de su población.

Soló el pueblo trabajador, llevando en sus luchas a cabo el programa de ruptura con el sistema capitalista imperialista que la izquierda propone, podrá librar una lucha consecuente contra la dominación de las potencias que drenan los recursos del país. Para ello es necesario que termine de abandonar la vieja conducción traidora del PJ y de sus variantes kirchneristas o progres defensoras de un “capitalismo eficiente” y se integre las filas de una fuerte alternativa de la izquierda combativa, que desde el MST en el FITU llamamos a desarrollar. Ese es el mejor homenaje a los combatientes caídos, a todos aquellos que lucharon en las islas y se movilizaron por cientos de miles en todos los rincones del país.


[i] Palabra Socialista, Edición N° 37.

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