La crisis social y política más profunda que atravesó nuestro país a fines de 2001 fue precedida por la crisis y bancarrota del modelo neoliberal desarrollado por el menemato y continuado por el gobierno de De la Rúa. El quiebre del sistema institucional y el régimen político terminó además con una de las experiencias más importantes de la centroizquierda argentina, la experiencia del FrePaSo de Chacho Álvarez y Graciela Fernández Meijide, tumbados por una insurrección popular junto a sus socios mayoritarios de la Alianza, la UCR y el gobierno de Fernando De la Rúa.
Las dos presidencias del gobierno neoliberal de Carlos Menem y su ministro de Economía estrella, Domingo Cavallo, sumieron al país en una grave crisis. Tras un primer periodo en que, con la colaboración de los dirigentes de la CGT se desarrolló un plan de endeudamiento del país, apertura a los monopolios y privatizaciones, una importante carestía de la vida y salto en la desocupación irrumpió y generó una ola de huelgas y protestas sociales que cuestionó el plan de convertibilidad (1) implementado por Cavallo.
Así, lejos de la plata dulce o el deme dos, con que se benefició la clase media en los primeros años de mandato menemista, gracias a la sobrevaluación del peso argentino, la crisis se hizo sentir con fuerza a partir del año ‘94. El Santiagueñazo de diciembre del ‘93 marcó un comienzo de luchas importantes y paros generales, que terminó con la derrota de Menem en las elecciones de 1999 y dio origen al gobierno de la Alianza.
La resistencia al plan de Menem y Cavallo generó una importante centroizquierda, capitaneada por Chacho Álvarez y su Frente Grande que, en coalición con otros partidos –País de Bordón, Unidad Socialista y Demócrata Cristiano- formó el FrePaSo (Frente País Solidario). Esta nueva expresión política que en el terreno sindical dio origen a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) obtuvo en las elecciones presidenciales de 1995, el segundo lugar. Con la fórmula Atilio Bordón – Chacho Álvarez esta nueva formación salió en segundo lugar obteniendo el 29% contra 49% del ganador, el reelecto Carlos Menem y 17% de la UCR.
El surgimiento del FrePaSo y la CTA se desarrolla ocupando el espacio político que le deja el deterioro radical, el desgrane y oposición en las filas de los votantes peronistas y gran parte del espacio de renovación política que en la década del ‘80 ocupó el partido antecesor de nuestra corriente, el viejo MAS – Movimiento al Socialismo- que desapareció como alternativa política a los viejos partidos con su ruptura definitiva en el año 1992 (De ese partido surgiría nuestro actualMST).
En 1997 la UCR y el FrePaSo conformaron la Alianza por el Trabajo la Justicia y la Educación. Luego de un proceso de internas en el que salió triunfante el aparato radical, el 24 de octubre de 1999 la fórmula de la Alianza, encabezada por Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez venció al peronismo representado por la fórmula de Eduardo Duhalde – Ramón “Palito” Ortega. Fernando de la Rúa, asume como la presidencia el 10 de diciembre de 1999.
El gobierno de la Alianza
Lejos de cumplir con sus promesas de campaña y de romper con el modelo liberal del menemato, para lo cual fue electo por millones de argentinos, el gobierno de la Alianza no hizo sino continuar con el viejo modelo. La centroizquierda frepasista fue absolutamente funcional a esta política, justificando todas las medidas anti populares del presidente De la Rúa.
Dos hechos ilustran estos datos. Cavallo, el creador de la convertibilidad y principal autor del plan neoliberal de Menem terminó siendo el nuevo ministro estrella de De la Rúa. El Chacho, principal dirigente del FrePaSo, renunció a la vicepresidencia denunciando las coimas en el Senado –la famosa Banelco- para juntar los votos para dar curso a una reforma laboral flexibilizadora, y llamó a todos los funcionarios de su partido a continuar en el gobierno apoyando las decisiones del presidente.
Un plan económico al servicio de pagar y seguir endeudando al país
El gobierno de Menem dejó al país con una importante deuda externa, con las empresas públicas en manos privadas, una gran recesión que comenzó en 1998, una desocupación del 16% de niveles históricos. La pobreza al inicio del nuevo gobierno rondaba el 32%.
Lejos de romper los compromisos con los buitres internacionales que entra otras muchas cosas se acababan de quedar con el patrimonio público con canje de bonos devaluados de la deuda externa argentina, los tres ministros de Economía de la Alianza, Machinea, López Murphy y Cavallo no hicieron sino profundizar ese rumbo de ajuste y entrega.
Machinea es el primero en capitanear un duro plan de ajuste con el argumento de que era necesario bajar el déficit fiscal. Una rebaja salarial de entre el 8 y el 20% afectó a los agentes del Estado que ganaban más de 1.000 pesos. La decisión abarcó a 140.000 trabajadores estatales. Se dispusieron además 10.000 cesantías.
Acompañando esta medida, el gobierno alentó una norma de flexibilidad laboral a través de su ministro de Trabajo Flamarique y en acuerdo con la CGT conducida por Rodolfo Daer (2). Esa norma -conocida como Ley Banelco- criticada por el ala cegetista de Moyano eliminaba los convenios anteriores a 1975, impulsaba la creación de convenios por actividad y aumentaba el periodo de prueba de 1 a 5 meses, entre otras medidas.
La denuncia de Moyano acerca de que Flamarique habría declarado que logró la aprobación en el Senado (de mayoría peronista) con la Banelco llevó a una importante crisis política que terminó con la renuncia del vice Carlos “Chacho” Álvarez en el mes de octubre del 2000. La renuncia del Chacho generó un fuerte sacudón político en el gobierno y una inestabilidad en los mercados que produjo el retiro de 789 millones de pesos/dólares en octubre y a 1.038 millones en noviembre de 2000.
En este último mes, en acuerdo con el FMI, el gobierno de la Alianza genera un plan de crédito internacional conocido como “blindaje” financiero, por el cual recibe U$S 38.000 millones. Este plan, del cual participaron los principales actores financieros locales e internacionales: bancos, AFJPs, el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo entre otros exigía importantes medidas de ajuste del gasto público, reforma previsional (eliminar la prestación básica universal y elevar la edad jubilatoria de las mujeres a 65 años), reestructuración del ANSES y el PAMI, reducción salarial, entre otras medidas.
El objetivo declarado del “blindaje” era cancelar las deudas del país, debía generar confianza y una lluvia de inversiones, algo que no sucedió. En marzo de 2001, con una enorme presión de los pagos de deuda que en el presupuesto 2000 representaban el 20% del mismo, era evidente que el país no podía cumplir con los onerosos compromisos asumidos. Esto llevó a la renuncia de Machinea y su reemplazo por López Murphy.
El nuevo ministro y actual diputado vedette de la coalición PRO-Radical duró apenas 15 días. Intentó descargar un fuertísimo ajuste fiscal de U$S 1.962 millones en 2001 y por U$S 2.485 millones en 2002, entre los que figuraba un duro recorte del presupuesto universitario y el arancelamiento de las universidades. La respuesta no se hizo esperar, un levantamiento estudiantil y de la comunidad universitaria, y una fuerte crisis política que incluyó la renuncia de varios ministros y funcionarios terminó rápidamente con la gestión del economista liberal.
Finalmente, De la Rúa recurre a “Mingo”. Con la mira en bajar el déficit publico Cavallo impulsa la ley de “Déficit 0” el 31 de julio de 2001, por la cual el Estado nacional no podía gastar más de lo recaudado. Días antes se había dispuesto, con Patricia Bullrich como ministra de Trabajo, el descuento del 13% en los sueldos estatales y las jubilaciones.
Ni lerdo ni perezoso, Cavallo mete al país en un “Megacanje” de deuda, que con la excusa de patear los vencimientos para más adelante, hace crecer la deuda del país en U$S 55.000 millones. El cerebro de la operación fue el banquero del Credit Suisse First Boston, ex secretario del Tesoro de EE.UU., David Mulford. Los bancos implicados en la operación se llevaron U$S 150 millones en comisiones y la causa judicial contra Cavallo, los banqueros y funcionarios implicados terminó en la nada.
Las tasas de interés efectivas del Megacanje fueron del 14,5 al 16% anual en dólares. La deuda pública total que cuando subió Menem era de U$S 60.000 millones, terminó en el gobierno de la Alianza en U$S 146.000.
La situación del país y la deuda pactada era insostenible. En noviembre la subdirectora del FMI, Anne Krueger anunció que Argentina no recibiría más dinero y esto provocó el pánico bancario. Solo durante las últimas semanas de ese mes salieron del país como fuga de capitales U$S 15.000 millones.
El 3 de diciembre del gobierno de De la Rúa lanza el “Corralito”. Por esta medida, los ahorristas y los que utilizaban el sistema bancario no podían retirar más de 250 pesos/dólares semanales. Si bien podían realizarse operaciones intra bancarias, no podía retirarse más que ese monto de dinero físico, lo que impactaba de manera inmediata sobre todos los que trabajaban en el circuito informal y necesitaban el efectivo. La crisis tomó una inusitada velocidad.
Un país convulsionado por una grave crisis social, enormes luchas y grave crisis política
Los números del caos económico se manifestaban en un cuadro de enormes penurias para la población. A un desempleo histórico del 18,3%, se suman 14 millones debajo de la línea de pobreza, 4 millones de ellos en la línea de indigencia, en un país de 36 millones de habitantes. Mientras los bancos y los nuevos dueños de las empresas privatizadas se llenaban de plata, la población pagaba tarifas de servicios, históricamente baratas, a precios impagables.
Para intentar estabilizar la situación, la burguesía argentina, detrás de las medidas de De la Rúa intentó por siete veces hacer pasar planes de ajuste. No logró derrotar las luchas y resistencia de la gente y sus planes fueron fracasando uno tras otro.
Los dos años del gobierno de la Alianza, fueron los de mayor conflictividad. Fueron 9 paros generales los que tuvo que soportar, a razón de uno cada tres meses. A esto debemos sumarle las protestas en el interior del país y la formación de la Asamblea Nacional Piquetera, que se convirtió en un punto muy importante de reagrupamiento de la vanguardia, en especial luego del triunfo del corte de desocupados en la Matanza de mediados del año 2000.
El último paro general del 14 de diciembre de 2001 fue la antesala de la crisis y la rebelión popular, conocida como Argentinazo del 19 y 20 de ese mes que tiró al gobierno de De la Rúa.
Ver: Paro general del 13 de diciembre de 2001. El preámbulo del Argentinazo
Al descontento, expresado en la bronca y las luchas se sumó un brutal descreimiento en la vieja casta política, que se hizo patente una vez estallada la crisis en la consigna “Que se vayan todos”; pero que ya tenía manifestaciones claras en un alto abstencionismo, en los votos blanco y nulos en las elecciones nacionales de octubre de 2001 y en un giro a la izquierda en el electorado. En estas elecciones la suma del voto bronca y el de izquierda superó al de los viejos partidos y la nueva centro izquierda.
Este giro ya se había expresado en las elecciones legislativas de la ciudad de Bs. As. del 7 de mayo del 2000, en el que Izquierda Unida, la alianza electoral MST-PC obtuvo 2 bancas –una de ellas ocupada por nuestra compañera, la ahora diputada nacional electa por el FIT-U, Vilma Ripoll, como parte de una cosecha importante de 6 bancas de toda la izquierda que es su conjunto llegó a sacar casi el 14% de los votos. También en las elecciones para diputados constituyentes de la provincia de Córdoba realizadas en setiembre de 2001 IU obtuvo 9 bancas, el 10% de los votos en Córdoba Capital y llegando hasta el 14% en las barriadas populares.
Este giro político fue creciendo al calor de la crisis y las luchas. Se fue expresando además en el surgimiento de nuevos dirigentes sindicales, como en el Ferrocarril o el Subte de Bs. As. entre otros, en una extendida vanguardia piquetera que se agrupa en las organizaciones de desocupados, de la cual nuestro MST Teresa Vive es parte y en el giro a la izquierda del movimiento estudiantil que desplaza de la conducción de la FUBA a la Franja Morada, siendo nuestros compañeros una parte esencial de esa nueva joven vanguardia.
¿Y la centroizquierda?
El proceso revolucionario del Argentinazo destruyó al efímero FrePaSo. Sus traiciones al acompañar a De la Rúa y el viejo radicalismo en un ajuste brutal contra los trabajadores y el pueblo argentino lo mataron. Muchos de sus cuadros se reciclarán años después al interior del kirchnerismo, que ocupó el lugar vacante del espacio de centroizquierda.
Su actual decisión de acompañar –con alguna protesta para la tribuna- el fuerte ajuste que Fernández y Guzmán vienen implementando y el próximo acuerdo con el FMI van a llevarlo a un destino parecido. La historia se repite. La oportunidad para el FIT Unidad, la izquierda y los luchadores anticapitalistas es aún mayor que en esos años. Aprendiendo de las lecciones del pasado, debemos aprovecharla con todo.
- Plan de Convertibilidad: programa monetario por el cual se determinó una equivalencia de un peso con un dólar. En teoría, aunque después se demostró que no era así, cada peso circulante equivalía a un dólar en las reservas del país y no podía emitirse más billetes que cambiaran esa equivalencia.
- Se trata de Rodolfo Daer, secretario del gremio de la alimentación (STIA), quien es hermano del actual secretario cegetista Héctor Daer, del gremio de la sanidad (ATSA).