Hace unos días publicamos un artículo por los 50 años del triunfo de la Unidad Popular en Chile. Tres años después, a pesar de la determinación de la clase obrera chilena en avanzar hacia el socialismo, el 11 de septiembre, la “Vía Pacífica al Socialismo” terminaba en una dictadura fascista que duraría casi dos décadas.
En 1970 Allende ganaba las elecciones con el 36% de los votos. Que pudiera asumir o no su mandato dependía del Congreso, ya que la UP no había alcanzado el 50% de los votos. Latinoamérica vivía un doble proceso, por un lado la ofensiva neocolonial del imperialismo yankee y por el otro el alzamiento obrero y popular que se abrió en la década del ´60. En ese contexto la burguesía estaba dividida en torno a cómo frenar el proceso revolucionario. Ya desde antes del triunfo de Allende un sector derechista manejaba la opción golpista en diálogo directo con los EE UU y la CIA mientras otro temía la respuesta obrera y popular si se desconocía el resultado de las elecciones. Este sector prefería cercar a Allende y además no veía mal ampliar sus riquezas sacando provecho de la nacionalización de empresas. Finalmente, el 3 de noviembre de 1970 y con el aval del Partido de la Democracia Cristiana, Allende asumió la presidencia. Dos días antes una banda de ultraderecha había asesinado al Comandante en jefe del ejército, General Schneider.
En el primer año de gobierno se nacionalizó el cobre, el hierro, el salitre, el 90% del crédito bancario fue estatizado al igual que casi 100 empresas y se inició la reforma agraria con la expropiación de 1.400 latifundios, mejoró el poder adquisitivo de los trabajadores y al mismo tiempo la burguesía nacional aumentaba sus ganancias. El segundo año, por el boicot internacional mediante la baja del precio del cobre y la necesidad de importar productos para el consumo interno se disparaba una espiral inflacionaria. Ante esto Allende respondía con nuevos aumentos de salarios, permitía el aumento de los precios de las empresas no estatizadas, el congelamiento en las empresas estatales y se rompían todos los récords productivos con el aumento de la producción, beneficiando a la burguesía industrial y en especial a la comercial, que seguía controlando la distribución y comercialización de los productos.
El Programa de la Unidad Popular planteaba “llevar a cabo los cambios de fondo que la situación nacional exige, sobre la base del traspaso del poder de los antiguos grupos dominantes a los trabajadores, al campesinado y sectores progresistas de las capas medias”… “Transformar las actuales instituciones del Estado donde los trabajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder”. Prometieron “una nueva constitución política, de una Cámara Única, la Asamblea del Pueblo” y que se “rechazará el uso de las Fuerzas Armadas para oprimir al pueblo”, todo esto mediante “una movilización de masas” que “construirá desde las bases la estructura del nuevo poder”. Pero nada de eso ocurrió, al contrario, el Partido Comunista y el Partido Socialista se dedicaban exclusivamente a atraer a “sectores democráticos y progresistas” de la burguesía nacional y las FF AA para que apoyen y se sumen al gobierno, al mismo tiempo combatían todo tipo de autoorganización y movilización de la clase trabajadora porque asustaría a los “progresistas” sectores burgueses del ejército y a la Democracia Cristiana.
Los Cordones Industriales, el poder obrero
Reproducimos un extracto de una entrevista de Avanzada Socialista, prensa del PST, publicado en su edición Nro 72 en agosto de 1973. La entrevista es a Armando Cruces, 26 años, presidente de Elecmetal y del Cordón Vicuña Mackena. Según la redacción de AS, al momento que lo encontraron, el compañero Cruces se encontraba descargando un camión de alimentos, de los que abastecieron a la población.
“El compañero Allende, reformista, militante de mi Partido Socialista, transa con el enemigo a cada momento. Hay vacilaciones. Además el Partido Comunista de Chile se ha demostrado por entero en meter la “paz social” en Chile y en esto ha arrastrado al propio presidente de la república. Hay situaciones difíciles, donde los militares diariamente allanan empresas, Cordones Industriales, poblaciones, donde hay enfrentamientos con carabineros. ¡Y los trabajadores en Chile estamos en estos momentos revolucionados! Tenemos cientos de empresas en poder de nosotros, administradas por los trabajadores… desgraciadamente hoy en día, cuando ya la clase obrera ha avanzado mucho, se la quiere frenar. Se la quiere llevar a un terreno reformista, y en que aquello que nosotros hemos logrado con tanto sacrificio, derramando propia sangre de nosotros, pretenden que esto se devuelva.
En Vicuña Mackena movilizamos 5.000 a 7.000 trabajadores en cada movilización y caen tres o cuatro muertos. La fuerza en estos momentos está en los Cordones Industriales y no en la CUT”…
… “En estos momentos hay una lucha contra el fascismo, y también hay una lucha en contra del reformismo, que es bastante peligroso”…
“Los Cordones Industriales tienen un trabajo muy fuerte. Se necesita la participación de los trabajadores, decisión. Y aquí en Chile han nacido los Cordones Industriales… en estos momentos, en que se le han caído los pantalones al gobierno, nosotros a la burguesía los hemos acorralado. A los fascistas los hemos acorralado. Porque ya en las empresas no hay fascistas, los hemos echado. Y están afuera, están acorralados en el Barrio Alto de Santiago. Por eso decimos, es difícil la tarea del Cordón, pero sí es bastante positiva. Se lo repito, estamos siendo la vanguardia del proceso en estos momentos. Y de una u otra manera, en el enfrentamiento que se ve venir, los cordones industriales van a continuar siendo la vanguardia y van a ser donde los trabajadores, desesperados, se van a refugiar, y no en la Central Única de los Trabajadores…”
“Los Cordones Industriales tienen una Coordinadora ahora… es una Coordinadora que tienen los Cordones de Santiago, son siete u ocho Cordones. Y demostró poderío que esta Coordinadora da la orden y se paralizan los siete Cordones y se para todo Chile. Es un poderío. Agrupa a 80.000 trabajadores”.
…”a Allende ayer se le cayeron los pantalones, por la presión de los camioneros y por todo lo que está ocurriendo en el país. Hizo renunciar su gabinete, y nosotros los trabajadores entendemos que lo hizo renunciar con un solo fin: para así poder integrar a las Fuerzas Armadas nuevamente al gabinete, al gobierno y nosotros los trabajadores decimos ¡No, no puede ser! Nosotros los trabajadores somos antimilitares. Odiamos al fascismo. El fascismo está en los generales, está en los oficiales de las Fuerzas Armadas con estructuras fascistas creadas por ellos mismos. Y al pueblo cuando tenga la oportunidad nuevamente lo van a arrasar como están haciendo en Brasil y lo han hecho en otros países”.
La clase obrera demostró en incontables ocasiones su decisión de luchar hasta el final por el socialismo, se encargaron de garantizar el abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad cuando la burguesía los acaparaba y escondía. Los trabajadores hicieron un esfuerzo enorme por garantizar la producción, tomando en sus manos el funcionamiento de las fábricas, el transporte y las empresas cuando las patronales reaccionarias y proimperialistas desarrollaban el lock out; se encargaban de encontrar los depósitos de alimentos escondidos y garantizaban la distribución y racionalización de los mismos. Entendían que las dificultades que se vivían eran producto del boicot patronal y exigían que se avance con más expropiaciones y el control obrero de todas las fábricas, así nacían los cordones industriales y las coordinadoras interfabriles que eran de hecho la expresión del poder dual de los obreros, que se proponía realizar las medidas que Allende y la UP no hacían. Los obreros buscaban por todas las vías armarse para lo que se venía. Algunas fábricas lo lograban de manera aislada, a los gritos exigían armas, en todos los barrios, fábricas y tierras ocupadas, por su parte el gobierno se dedicó a requisar a los obreros armados al mismo tiempo que adquiría nuevo armamento para las fuerzas represivas. Las tareas de autoorganización que impulsaban los trabajadores, lejos de ser tareas económicas o administrativas, eran tareas políticas, empezaban a tomar el destino de su futuro en sus propias manos.
Pero mientras los obreros organizados eran perseguidos y asesinados por los altos mandos de las FF AA y las bandas fascistas, los sediciosos seguían organizando libremente el golpe que se vendría. Hicieron una primera prueba con el “Tanquetazo”, la burguesía demostraba estar dispuesta a recuperar sus privilegios a sangre y fuego, la clase dominante reconocía que sólo existían dos opciones, o el gobierno de los trabajadores o la dictadura militar de la burguesía. Soldados de la marina habían intentado en su momento rebelarse contra las tendencias golpistas de los altos mandos, pero fueron duramente castigados y abandonados por el propio gobierno “socialista”.
Luego del Tanquetazo la Armada de Chile empezó a organizar el golpe, se le sumaron los altos mandos de las Fuerzas Aéreas y finalmente el cuerpo de Carabineros. El 11 de septiembre mientras Allende dormía en su residencia las fuerzas represivas se levantaban contra el gobierno y se desplegaban por el país. Cuando Allende se da cuenta ya era tarde. Estando en la Moneda intenta contactar a Pinochet para que éste detenga a los golpistas, pero era él mismo quien estaba encabezando el golpe. Ni el PC, ni el PS y mucho menos Allende confiaron nunca en la clase obrera, permitieron que los fascistas se hicieran camino desde todos los espacios. El día del golpe la clase obrera con sus poderosos Cordones Industriales se quedó sin un comando centralizado, resistieron aisladamente el uno del otro sin armas ni la conducción que reclamaban las circunstancias. Mediante el despliegue de tanques, aviones y artillería se iniciaba una feroz matanza que liquidó a toda la vanguardia obrera socialista y revolucionaria e incluso se persiguió hasta a los más reformistas como el PC y el PS, se ilegalizaron los partidos, se disolvió el parlamento, se impuso el terror, el Estadio de Chile y el Estadio Nacional se convirtieron en un charco de sangre.
Estaban dadas todas las condiciones objetivas, de conciencia y de autoorganización de las masas y principalmente de la clase obrera para avanzar hacia la toma del poder y la instauración del socialismo, pero sin una dirección revolucionaria, esto es, un Partido Socialista, Obrero y Revolucionario es imposible lograr el socialismo. Esta sigue siendo la tarea fundamental de los revolucionarios en el Siglo XXI, en el que estamos viviendo la mayor crisis del sistema capitalista y procesos revolucionarios en todo el planeta.