Hacia el 2026. Sobre algunos debates en el Frente de Izquierda

Culmina un año que estuvo recorrido por diversos momentos y tensiones políticas y sociales cruzadas y polarizantes. No es el motivo de este trabajo analizar en profundidad toda la situación en sus aspectos políticos, económicos y sociales. Queremos, sin embargo, abocarnos a la relación entre tres cuestiones que son, a nuestro modo de ver, claves en su relación y perspectiva. Nos referimos a la necesidad de profundizar la lucha sin cuartel contra todo el proyecto del ultraderechista Milei ahora que intenta una nueva ofensiva. A la situación profundamente crítica del peronismo en todas sus variantes, reflejando el fracaso de sus viejas estructuras y postulados. Y a la ubicación que el Frente de Izquierda tiene y que de mediar cambios positivos pudiera tener en sentido superador, para en verdad dar un salto cualitativo hacia las perspectivas que se abren.  

Sobre el gobierno de Milei, en pocas palabras, creemos que la realidad de este cierre de año consolida una serie de definiciones que no podemos perder de vista de cara al futuro próximo. Me refiero a la relación entre los puntos de fortaleza que le permiten intentar avanzar con su proyecto de reformas estructurales que son ataques directos y profundos a derechos sociales y democráticos de las grandes mayorías. Avaladas e impulsadas por un notorio apoyo imperialista y burgués y un apoyo social no mayoritario, pero sí electoralmente de primera minoría. Todo lo cual se combina con el contexto de un país polarizado política y socialmente, que registra la existencia de grandes franjas de la población que se oponen a todo su proyecto y que hace las veces de obstáculo repetido, que por momentos hace tambalear o retroceder los intentos de avance oficialista. En ocasiones con movilizaciones masivas o al menos muy importantes, como en su momento la Universidad, el Garrahan y el colectivo de discapacidad. Y en otros casos la existencia de esa respuesta social, aunque no se exprese en la calle, actúa en forma de presión sobre parte de la oposición en el Congreso, como días atrás haciendo que el gobierno fuera parcialmente derrotado en los aspectos de su proyecto de presupuesto que pretendían liquidar derechos universitarios y de la discapacidad. La misma situación de crisis por arriba y presiones que vienen desde abajo, le impidió avanzar a velocidad con la reforma laboral y tuvo que derivarla, ofuscado, para el mes de febrero. 

En resumen, al gobierno de Milei no lo subestimamos porque es un peligro real y latente que no se va a frenar en sus intentos. Ni tampoco le damos un nivel de fortaleza ni de apoyo social masivo que no tiene. Se lo puede derrotar, como el Garrahan demostró, con lucha consecuente, democrática, amplia, convocante y firme. Haciendo desde un lugar emblemático lo que hay que hacer y no hacen todas las grandes conducciones opositoras, políticas y sindicales, en particular las del peronismo. Lo cual hace parte de las conclusiones centrales a tener en cuenta, hacia todas las luchas que se vienen. Donde la masividad de las medidas, la democracia en la base, la mayor unidad de acción, el frente único necesario y la crítica y diferenciación tajante de todas las conducciones burocráticas, serán esenciales si queremos derrotar a Milei. Articulando la pelea entre diferentes sectores sociales y con nuestro frente a la cabeza de impulsar esa convocatoria. 

El peronismo entre tinieblas

Una de las características centrales del momento presente es el proceso de crisis, disputa interna y fragmentación, que el PJ en sus diferentes alas viene sufriendo desde hace un largo período, y que ha profundizado en el último tiempo. Actuando a su vez sobre importantes sectores de sus bases obreras y populares, que manifiestan fuertes elementos de decepción, desmoralización o directamente alejamiento de los espacios del peronismo. Vivimos una etapa decadente del proyecto peronista, que ni siquiera se reserva para sí, ninguna de sus tres banderas originales de justicia social, soberanía política e independencia económica. Ninguna de sus últimas experiencias de gobierno, enarbolaron ese legado de origen y transcurrieron entre ajustes, FMI, corrupción estatal y apertura al acuerdo con los sectores más concentrados del poder económico y financiero. Desde ahí condujeron al país a un desastre económico y social que habilitó la llegada del siniestro personaje libertario.  

En la actualidad, sufre las consecuencias de todo ese accionar, no logra aparecer como alternativa para millones, transcurre en la Provincia de Buenos Aires bajo un modelo de ajuste sin atacar a los sectores más ricos de ese lugar estratégico, en el Congreso aumenta su fragmentación y vemos a sectores que se ordenan por darle oxígeno a Milei. Y en el plano sindical con la CGT encabezando una línea de negociación con el gobierno, en lugar de lucha frontal por los derechos obreros. Así las cosas, no es sorpresa para nadie que la decepción aumente entre lo más genuino de sus bases. Todo lo cual abre un escenario de debate, intercambio y necesario acercamiento a esos sectores obreros y populares que sueñan con otro modelo de país, que el peronismo no quiere ni puede darle. Toda la crisis del peronismo coloca al Frente de Izquierda que integramos desde el MST, ante un desafío y oportunidad política. Solo quienes no se plantean la necesidad de ser una opción que influencia sectores de masas y quiera disputar por el poder político del país, pueden ignorar este proceso y no tener ninguna propuesta y respuesta positiva y convocante para darle. 

¿Qué hacemos desde el Frente de Izquierda? 

La respuesta a esta pregunta es el principal tema que dentro de nuestro frente tenemos que abordar. Sabiendo que, lógicamente, el qué hacer frente a Milei y en medio de la crisis del peronismo, es un tema que se aborda también puerta afuera de nuestro frente. Entre las y los trabajadores y el activismo de la juventud que apoya a la izquierda, entre la intelectualidad comprometida, entre referentes sociales, antiburocráticos, socioambientales y de diferentes luchas sociales y democráticas. 

El Frente de Izquierda tiene la responsabilidad de asumir el lugar que tiene y decidirse a avanzar para intervenir en esta crisis a la ofensiva, superando sus límites autoimpuestos y las visiones políticas que desde adentro lo enchalecan en forma regresiva. Por tomar un ejemplo reciente, la negativa de la dirección de PO, acompañado lamentablemente por Izquierda Socialista, para que el FIT-U sea un gran convocante y articulador de las acciones contra la reforma laboral, son una expresión concreta, llevada al insólito, de lo que no va más. Aunque suene exagerado no lo es: dentro de nuestro frente hay que dar batallas políticas cotidianas para que se permita que el FIT-U actúe políticamente y ocupe su lugar. Batallas que se dan frente a visiones de cierto sindicalismo de aparato que pretende ponerse por encima de las necesidades políticas, y que cierra puertas en lugar de abrirlas hacia una articulación verdadera y masiva. Son visiones que no ayudan a la lucha de fondo contra Milei ni menos a dar un salto como alternativa política desde nuestro frente. Porque para frenar la reforma hace falta una articulación amplia, genuina mucho más allá de dos o tres pequeños sindicatos con un funcionamiento bastante cuestionable. Y porque además, para ser alternativa, el FIT-U tiene que ser un destacado impulsor de esa gran coordinación política y de lucha, aprovechando positivamente el apoyo social conquistado.

Los intercambios y diferentes posiciones que se expresaron en torno a las acciones de las últimas semanas, están enmarcados en los debates más estratégicos sobre qué tiene que hacer el Frente de Izquierda. Evidentemente hay sectores de nuestro frente que todavía ni se plantean el problema político de ver que en medio de la magnitud de la crisis política, económica y social, y del desbarranque del PJ como fuerza tradicional del país, estamos en un cruce de caminos del cual solo podemos salir en forma revolucionaria, con propuestas hacia adelante y superadoras del modelo de FIT-U existente. Por lo cual quienes sí queremos responder a esta situación y desafío del presente y el futuro, seguiremos insistiendo en abrir todo tipo de canales de intercambio y debate profundo hasta lograr cambios positivos.      

Como decía previamente, no es casualidad que este debate trascienda más allá de nuestras puertas. Solo por citar un ejemplo, semanas atrás el compañero Ariel Petruccelli, de la asamblea de intelectuales escribió en un artículo: “¿por qué el FITU no ha logrado despegar? Que sea una coalición electoral de partidos de cuadros supone ciertamente un lastre: las rencillas internas conllevan demasiadas energías, y la ausencia de espacios de base comunes impide incorporar a quienes apoyan a la coalición, pero no se identifican plenamente con ninguna de sus fuerzas1”.

Su opinión, mucho más extensa que esta breve cita, merece ser tenida en cuenta y responderse con debates profundos y decisiones concretas. Lo mismo tenemos que hacer con las opiniones y propuestas de tantas y tantos compañeros y amigos de nuestro frente. Ante situaciones extraordinarias no se responde con más de lo mismo ni con respuestas formales y rutinarias. Quien crea que el FIT-U puede seguir así, sin cambiar nada, en el fondo actúa contra el propio Frente de Izquierda. No debería ser necesario recordar que a las construcciones políticas le afectan las mismas leyes que a otros procesos sociales o históricos; por ejemplo esa ley que enseña que todo lo que no avanza retrocede. El dilema es por donde avanzar, al menos impulsado entre quienes nos planteamos la necesidad y oportunidad de hacerlo.

De nuestra parte hemos planteado en diferentes oportunidades que el Frente de Izquierda Unidad tiene que dejar de ser un frente articulado como modelo electoral, para reconvertirse en un partido unificado de la izquierda, con libertad de tendencias que se puedan organizar democráticamente y con apertura a intelectuales, referentes sociales, personalidades independientes que compartan nuestro programa y a grupos que hacen parte de nuestras campañas. Con un funcionamiento de debate político permanente, con reuniones semanales que debatan los hechos políticos y los principales procesos de lucha de clases. Buscando avanzar en el actuar común allí donde haya acuerdos, permitiendo el disenso cuando no lo haya. Un partido donde nadie tenga que perder su identidad ni organización, pero que nos impulse a un trabajo común de mayor profundidad. A la vez que nos jugamos a organizar miles de nuevos militantes como parte de ese cambio de modelo de nuestro frente. 

En paralelo a nuestra propuesta, los compañeros del PTS están difundiendo su planteo de un Partido de Trabajadores. Al hacerlo y sumar una propuesta más, se está comenzando a desarrollar un debate que consideramos positivo, más allá de la opinión particular sobre cada propuesta. Desde el MST creemos que es válida la que estamos impulsando, y no por eso nos cerramos a debatir otras, o a que en común pensemos acercamientos o propuestas comunes que permitan dar pasos reales. En el caso de la propuesta del PTS todos acordamos que no existen hoy corrientes obreras independientes que se planteen este tipo de construcción, de haberlas sería muy positivo empalmar con ellas en una construcción común y superior. La cuestión es qué hacemos mientras tanto. Ahí es donde opinamos que un cambio de modelo en el FIT-U nos ubicaría mucho mejor como alternativa política, ayudaría a organizar a miles e incluso alentaría más a que sectores obreros antiburocráticos se planteen dar un paso hacia la participación política. No hay un abismo entre nuestra propuesta y la que hacen los compañeros, aunque si vemos el peligro de que ese camino conduzca a cierta abstracción, sino hay medidas visibles para ir avanzando. Por eso creemos que se trata de ver por donde empezar y que el FIT-U tiene que dar el primer paso. Para eso estamos completamente abiertos a intercambiar y ver diferentes posibilidades.

Que arranque el intercambio

Por supuesto estos debates están recién comenzando enmarcados en la situación del país que nos coloca ante un proceso desigualmente combinado de alta complejidad y oportunidad política. En ese contexto convocamos a los compañeros del PTS a que impulsemos a fondo y en común todo el debate. A que organicemos Foros y todo tipo de eventos de intercambio, profundización y presentación de todas las propuestas existentes. También le extendemos la propuesta a PO e IS, quienes si bien no aparecen comprendiendo hoy esta necesidad política, por lo cual no ingresan al debate con propuestas concretas, igualmente sus opiniones tienen que ser parte de un debate colectivo de nuestro frente. 

De la misma forma, extendemos la invitación a todas y a todos aquellos simpatizantes, votantes y amigos del Frente de Izquierda que tengan algo para aportar o proponer. A quienes integran la Asamblea de Intelectuales, a referentes sociales de las luchas, a dirigentes obreros antiburocráticos, al activismo socioambiental, de derechos humanos y de género. A trabajadores y jóvenes independientes, que como parte del proceso de crisis del peronismo comienzan a relacionarse más con nuestro frente. Es la hora de proponer, debatir y avanzar hacia algo nuevo, con el FIT-U ubicado como su impulsor y motor de arranque.

  1. ¿Por qué mientras la crisis se acelera la izquierda revolucionaria sigue estancada,  Ariel Petruccelli, LID 09.11.25  ↩︎

*El autor de esta nota, Sergio García, es Director de Periodismo de Izquierda e integra la Mesa Nacional del Frente de Izquierda, por el MST.

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