Como todos los años bajo el gobierno de Milei, las cosas se han vuelto algo más duras, pero 2025 tuvo sus particularidades con un gobierno lleno de contradicciones. Este año fue un periodo donde la gestión de Javier Milei caminó por la cornisa y el colapso inminente hasta un salvataje electoral orquestado directamente desde la Casa Blanca.
Ha sido un año marcado por la profundización de un plan de guerra contra la clase trabajadora, el desguace de la soberanía nacional y el constante intento de consolidación de un modelo de negocios para una minoría parasitaria, todo bajo el amparo de una casta política y sindical que, lejos de combatir el ajuste, se convirtió en su garante de gobernabilidad.
Al cerrar este diciembre, la fotografía del gobierno dista mucho de la imagen de fortaleza y control que el oficialismo intenta vender en sus redes sociales. Por el contrario, lo que observamos es una gestión que, a pesar de haber ganado las elecciones legislativas de medio término, no logra transformar esos votos en hegemonía política real.
Un gobierno que cierra el año con el Congreso marcado en cierto empantanamiento, con la reforma laboral postergada a febrero por miedo a la calle, con un presupuesto recortado y con una economía atada con alambres que crujen ante cada movimiento del dólar. Para entender cómo llegamos a este punto y preparar las batallas del 2026, es necesario desandar el camino de estos doce meses de furia, corrupción y lucha de clases.
La provocación como política de Estado: Davos y la respuesta en las calles
El año político no dio respiro. Apenas en enero, Javier Milei viajó al Foro de Davos para dejar en claro cuál sería el tono de su segundo año de mandato.
Frente a la élite financiera global, el presidente argentino no solo ratificó su dogma de mercado fundamentalista, sino que lanzó un discurso violento, homoodiante y profundamente reaccionario, atacando al feminismo, a las diversidencias sexuales y a todo colectivo que desafiara la lógica del capital. Aquella intervención, para nada fue un exabrupto, fue una clara declaración de principios: el gobierno venía por todo.

Sin embargo, la respuesta no se hizo esperar. Lejos de amedrentarse, el movimiento de la disidencia sexual, junto a la izquierda y otros sectores, puso en pie una histórica Marcha Federal Antifascista. Las calles de todo el país, que dieron una buena muestra de fuerza y resistencia, fueron la demostración de una verdad que atravesaría todo el 2025: la bronca social existe, la disposición a pelear está y el consenso del ajuste es una mentira frágil. Si esa fuerza no barrió antes con el plan de Milei, fue únicamente porque las direcciones sindicales y políticas tradicionales actuaron, desde el minuto cero, como un dique de contención para evitar el desborde.

La corrupción en el núcleo del poder: el escándalo $LIBRA
Mientras el gobierno exigía a los jubilados y trabajadores que se ajusten el cinturón en nombre de la ética fiscal, a mediados de febrero estalló una bomba que demolió el relato de la transparencia libertaria. Una estafa escandalosa que casi no necesita investigación para dar con sus responsables. Sobre todo, cuando es el mismo presidente el encargado de promocionar un esquema piramidal apoyado en la criptomoneda $LIBRA. Un entramado de ilegalidad criptográfica que también contiene la firma de su hermana, Karina Milei.
El caso no fue un hecho menor de un funcionario de tercera línea; involucró al vértice mismo del Poder Ejecutivo en una maniobra que despojó de sus ahorros a miles de personas que confiaron en la palabra presidencial.
La aparición de acuerdos de confidencialidad firmados en la Casa Rosada con empresarios estadounidenses como Hayden Davis confirmó que no se trató de ingenuidad, sino de complicidad. Sin embargo, la respuesta institucional fue el silencio y la parálisis.
Una justicia federal lenta, viciada y servil a los intereses de turno, ha dilatado la causa para garantizar la impunidad, mientras que las comisiones investigadoras en el Congreso, boicoteadas por el oficialismo y sin el acompañamiento de la movilización masiva que la gravedad del hecho requería, quedaron estériles. El caso $LIBRA permanece como una herida abierta y la prueba cabal de que, bajo el gobierno de Milei, el Estado se ha convertido en un mostrador de negocios turbios para los amigos del poder.

El fracaso de Caputo y el “collar” del FMI
En el plano económico, la gestión de Luis “Toto” Caputo durante 2025 fue un manual de saqueo y fracaso planificado. Los primeros meses del año evidenciaron la inviabilidad del esquema de crawling peg al 1% mensual. Con una inflación que, aunque desacelerada por la recesión brutal, seguía muy por encima de la pauta devaluatoria, el atraso cambiario se volvió insostenible. El campo retuvo la cosecha, las reservas del Banco Central no crecieron y el fantasma del default comenzó a sobrevolar la City porteña.
Acorralado por la falta de dólares y la impericia propia, el gobierno recurrió a su viejo conocido y verdugo: el Fondo Monetario Internacional. La renovación del acuerdo con el FMI no fue una ayuda, sino la profundización de la dependencia colonial. Caputo firmó un nuevo programa que ata de pies y manos la economía argentina de cara al 2026, aceptando un paquete de reformas estructurales salvajes —laboral, previsional y judicial— y una quita de subsidios aún más violenta como condición para recibir un desembolso de 20.000 millones de dólares.
Pero la clave de este oxígeno financiero no estuvo solo en Washington, sino en la intervención directa de la política norteamericana. Días antes de la formalización del acuerdo, apareció en escena la figura de Scott Bessent, el secretario del Tesoro estadounidense y hombre clave de Donald Trump. Su bendición política y la ingeniería financiera que aportó fueron determinantes para destrabar los fondos. Con la billetera del Fondo, Caputo eliminó el crawling peg e instauró el actual sistema de bandas de flotación.
Sin embargo, este parche no resuelve el problema estructural: la Argentina de Milei no genera dólares genuinos porque ha destruido su aparato productivo y primarizado su economía. Todo dólar que entra sale inmediatamente para pagar intereses de deuda. Hoy, la deuda sobre la capacidad de afrontar los vencimientos del primer trimestre de 2026 (estimados en 4.300 millones de dólares) es enorme. Medidas desesperadas como las retenciones cero por un par de días, que solo beneficiaron a un puñado de cerealeras exportadoras, son la muestra de un equipo económico que raspa la olla sin rumbo, hipotecando el futuro a cambio de sobrevivir un día más.

Desregulaciones criminales y Narco-Estado
La política de desregulación impulsada por Federico Sturzenegger mostró su cara más macabra y letal este año. La eliminación de controles estatales no trajo eficiencia, sino muerte. La tragedia sanitaria provocada por la circulación de fentanilo contaminado en el mercado legal, que costó la vida de un centenar de personas, es responsabilidad directa de un Estado que se retiró de su función de control para garantizar la ganancia empresarial. Hasta el día de hoy, el Ministerio de Salud no ha dado explicaciones.
A esto se sumó la podredumbre institucional en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), donde los audios filtrados de su titular, Diego Spagnuolo, implicaron a Karina Milei en un esquema de coimas institucionalizadas.
Y, tal vez el hecho más grave en términos de descomposición política fue la confirmación de que el diputado José Luis Espert financió sus campañas con dinero del narcotráfico, proveniente de la red de Fred Machado, hoy preso en Estados Unidos. Que un referente del oficialismo tenga sus bienes incautados por vínculos narcos expone que el discurso de mano dura es solo para los pobres, mientras el crimen organizado financia a la política tradicional.

La complicidad necesaria: El rol del PJ y la burocracia sindical
Es imposible entender cómo el gobierno de Milei llegó a diciembre de 2025 sin analizar el rol nefasto de la supuesta oposición. El PJ atravesó el año sumido en su crisis interna más profunda, transformado en una federación de tribus enfrentadas sin capacidad de respuesta. Incluso ante la condena a prisión domiciliaria de Cristina Fernández de Kirchner —un fallo viciado de nulidad y persecución política por parte de una justicia adicta—, el peronismo se limitó a una defensa institucional tibia, incapaz de movilizar a sus bases.
En el Congreso, el rol del peronismo fue funcional al ajuste. Mientras un sector posaba de opositor en los discursos, otro sector —ligado a los gobernadores colaboracionistas como Jaldo (Tucumán) y Jalil (Catamarca)— aportaba los votos clave para blindar los vetos presidenciales y aprobar leyes fundamentales para el plan de Milei. Esa gobernabilidad peronista fue el oxígeno que mantuvo vivo al gobierno en sus peores momentos.
La otra pata de esta mesa de traición fue la conducción de la CGT con el acompañamiento de las CTA. En un año de despidos masivos, cierre de fábricas, disolución de organismos estatales y caída histórica del salario real, las centrales obreras se limitaron a negociar su propia supervivencia. Pactaron la vida de las cajas de las obras sociales y llegaron al extremo de integrar el vergonzoso “Consejo de Mayo” para discutir la letra chica de la reforma laboral. Con un solo paro nacional en todo el año y pantomimas de lucha aisladas y sin continuidad, la burocracia sindical actuó como el garante de la paz social en un cementerio de puestos de trabajo.
La calle acorraló al gobierno: jubilados, discapacidad, universitarios y el ejemplo del Garrahan
A pesar de las traiciones de las conducciones, el 2025 tuvo momentos de lucha heroica que pusieron al gobierno contra las cuerdas, especialmente en los meses previos a las elecciones legislativas de octubre. Fue en ese período donde la hipótesis del derrumbe del gobierno cobró fuerza real.
Los jubilados fueron la vanguardia indiscutida de la resistencia. Con haberes de indigencia, sostuvieron sus rondas de los miércoles en el Congreso enfrentando los gases y los palos de la policía de Bullrich. Su lucha logró que el Congreso sancionara una nueva fórmula jubilatoria, que luego Milei vetó, pagando un altísimo costo político. Del mismo modo, el movimiento de discapacidad y la comunidad universitaria, con marchas masivas, lograron que el Congreso aprobara leyes de financiamiento y emergencia que desequilibraban el dogma del déficit cero. Milei vetó, pero el costo de esos vetos erosionó su base social.

Pero el conflicto testigo del año, el que marcó el camino de cómo se le gana a Milei, fue el del Hospital Garrahan. Los trabajadores del hospital pediátrico más importante de Latinoamérica, superando a la burocracia sindical a través de la democracia de base impulsada por la Asociación de Profesionales y Técnicos (APyT), con Norma Lezana como principal referente, lograron nacionalizar su conflicto. Con asambleas, paros activos y unidad con otros sectores, quebraron la intransigencia de Lugones y le arrancaron un aumento histórico del 61%, rompiendo ampliamente el techo salarial que el gobierno quería imponer. Esta victoria fue tan contundente que hoy el gobierno, en un acto de revanchismo, responde con persecución y sumarios ilegales a los referentes de esa lucha. El “modelo Garrahan” demostró que se puede ganar.

El “Operativo Rescate” de octubre: Trump, el miedo y las urnas
Llegamos a octubre con un gobierno debilitado, asediado por las luchas y los escándalos de corrupción. Fue entonces cuando intervino el factor externo de manera brutal para salvar a su peón en el sur. La aparición de Donald Trump y la operación directa de sus enviados blindaron a Milei.
El oficialismo y sus aliados mediáticos desplegaron una inmensa campaña del terror: Si no gana Milei, viene el caos, el default y la hiperinflación. El miedo económico, sumado a la inoperancia y la falta de alternativa de la oposición peronista, permitió que el gobierno ganara las elecciones legislativas.
Sin embargo, fue una victoria con asteriscos: el ausentismo fue récord, el voto a los libertarios fue de primer minoria, pero no más que eso. Mostrando el hartazgo social con todo el régimen político, y los márgenes fueron mucho menores a los esperados. El precio de este rescate imperial no fue gratis. El nuevo Acuerdo Comercial con EE.UU., impulsado por Bessent, representa una pérdida de soberanía inédita y una injerencia directa del norte en nuestras decisiones estratégicas, reprimarizando aún más nuestra economía.
Fin de año: La victoria se diluye y la debilidad persiste
Tras las elecciones, el gobierno intentó relanzarse con cambios de gabinete (la entrada de Santilli y Adorni) y aprovechó para comprar voluntades en el Congreso a través de los ATN a las provincias. Pero el triunfo electoral no se tradujo en hegemonía política. Hoy, cerrando el 2025, la realidad le marca la cancha a un oficialismo que no logra imponer su voluntad a libro cerrado:
La discusión del Presupuesto 2026 es la prueba de esta debilidad. Lejos de imponerlo con un tratamiento exprés como soñaba Milei, el gobierno tuvo que aceptar recortes, negociaciones humillantes y derrotas parciales, perdiendo artículos clave como el ataque a las universidades y a la discapacidad en la Cámara de Diputados y luego avanzando en el Senado a votar el presupuesto apoyados en los impresentables aliados de siempre. De cualquier forma en lo que viene no habrá una aplanadora legislativa,más bien muchas tensiones y resultados dispares, que serán peores o no, de acuerdo a la presión social que llegue desde la calle.
Más grave aún para los planes del gobierno fue la postergación de la Reforma Laboral. Prometida para ayer, la Ley de Modernización Laboral tuvo que ser pateada para el 10 de febrero de 2026. El temor a un diciembre caliente y la falta de consenso real obligaron a Bullrich a guardar el proyecto, confirmando que la relación de fuerzas para quitar derechos, por ahora, no está resuelta. Aunque por supuesto intentarán avanzar en este tiempo para lograr su votación.
En el frente económico, el ancla antiinflacionaria se rompió. La recesión ya no alcanza para contener los precios. La decisión de actualizar las bandas de flotación atadas al IPC es la confesión de que el plan Caputo hace agua, prometiendo una nueva espiral inflacionaria para el arranque del año.
Internacionalismo vs. Genocidio: el rol de la Izquierda
La debilidad interna intenta ser compensada con un sobreactuado alineamiento externo. La sumisión carnal a Estados Unidos tuvo su correlato sangriento en la defensa cerrada del Estado de Israel.
Milei convirtió a la Argentina en uno de los pocos países que aplauden la masacre contra el pueblo palestino, persiguiendo internamente a quienes denuncian el genocidio, como sucedió con nuestro compañero y dirigente Alejandro Bodart, también con Vanina Biasi, entre otros.

En las antípodas de esta política colonial, la izquierda demostró en los hechos qué significa el internacionalismo. La diputada del MST en el FIT-U, Cele Fierro, viajó para embarcarse en la Flotilla Global Sumud, intentando llevar ayuda humanitaria a Gaza y enfrentando la represión del ejército sionista. Mientras Milei se arrodilla ante los poderosos, la izquierda pone el cuerpo junto a los pueblos que sufren las consecuencias de la barbarie capitalista. Y ya comenzando a prepararnos para ser parte de una nueva Flotila en 2026.

Conclusión: el FIT-U como alternativa y los desafíos del 2026
En este mar de crisis, traiciones, ajustes y corrupción, el Frente de Izquierda Unidad se mantuvo como la única fuerza coherente, consolidando su espacio con 4 bancas nacionales y 2 en la legislatura bonaerense. Sin embargo, el balance del 2025 nos exige ir mucho más allá de lo electoral.
Ante el derrumbe del peronismo, que se ha demostrado incapaz de enfrentar el ajuste y cómplice de la gobernabilidad libertaria, se abre una oportunidad histórica y una responsabilidad ineludible. Como venimos planteando desde el MST, el Frente de Izquierda no puede conformarse con ser una oposición parlamentaria o solo electoral; tiene que postularse y plantarse como una verdadera alternativa de poder para la clase trabajadora.
El desafío para el 2026 y demás años venideros, es transformar al FIT-U en una gran herramienta política de organización para los miles de decepcionados con la vieja política, para el activismo sindical, para la juventud precarizada y para los movimientos sociales. Necesitamos un Frente que intervenga en la lucha de clases cotidiana con la misma fuerza que en las elecciones, apoyado en nuestro programa de salida de fondo: el no pago de la deuda fraudulenta, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, y la ruptura con el FMI, entre otros aspectos claves que tiene nuestro programa anticapitalista y socialista.
El gobierno de Milei no es invencible; su estabilidad es prestada. Hay fuerza para enfrentarlo y derrotarlo, como lo demostró el Garrahan. La tarea es construir un gran frente único en la calle, de millones de trabajadores y jóvenes y un verdadero plan de lucha con una huelga general que supere a todas las a traidoras. Y a la vez ir forjando una dirección política alternativa y revolucionaria, sólida y convocante, en la estrategia de disputar el poder para un gobierno de las y los trabajadores. Para que, de una vez por todas, la crisis la paguen los capitalistas y no el pueblo trabajador. Para estas tareas te invitamos a conocer y a sumarte al MST en el Frente de Izquierda Unidad.


