En 48hs, el gobierno quemó USD 241 millones para tranquilizar a los mercados, confirmando que el “libre mercado” se sostiene con dólares públicos y ajuste para el pueblo.
Con moño y todo
En medio de crecientes tensiones cambiarias y sin resolver los problemas estructurales de la economía, el gobierno de Javier Milei volvió a recurrir a una receta conocida: quemar dólares del Tesoro para intentar frenar la suba del dólar. La semana pasada, en apenas dos jornadas, el Ejecutivo utilizó más de USD 241 millones para intervenir en el mercado cambiario, una maniobra que busca ganar tiempo mientras se profundiza el ajuste sobre salarios, jubilaciones y gasto social.
La intervención, encabezada por el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, expone la fragilidad del esquema libertario. Lejos de la promesa de un mercado “libre” sin intervención estatal, el Gobierno actúa de manera directa para sostener un tipo de cambio que amenaza con desbordarse ante la desconfianza creciente y la falta de dólares genuinos.
Un dólar “controlado” a fuerza de reservas
Las ventas de divisas se concentraron en el mercado oficial y financiero, con el objetivo de evitar una disparada del dólar que impacte de lleno en los precios. Sin embargo, la calma es precaria: los bonos continúan bajo presión, el riesgo país se mantiene elevado y las expectativas devaluatorias no desaparecen.
Para sostener este esquema, el Gobierno no solo utiliza dólares del Tesoro, sino que también recurre a mecanismos indirectos, como la venta de bonos en manos del Estado y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES, comprometiendo recursos que deberían destinarse a jubilaciones y políticas sociales.
El costo del “ancla cambiaria” lo paga el pueblo trabajador
Mientras el Ejecutivo gasta cientos de millones de dólares para tranquilizar a los mercados, el ajuste avanza sin pausa: salarios que no recuperan lo perdido, jubilaciones en mínimos históricos, recortes en educación, salud y políticas sociales, y una recesión que golpea el empleo y el consumo.
El Gobierno apuesta a sostener un dólar artificialmente contenido para evitar un salto inflacionario inmediato, pero lo hace a costa de reservas públicas, en un contexto donde los vencimientos de deuda se acumulan y la dependencia del financiamiento externo —especialmente del FMI— sigue siendo central.
Más ajuste, menos dólares y ninguna solución de fondo
La quema de divisas revela el límite del programa económico libertario: sin control del comercio exterior, sin gravar a los grandes capitales y sin frenar la fuga, los dólares se van tan rápido como llegan. El esquema de Caputo ya mostró su fracaso en el pasado y vuelve a repetirse ahora, con el mismo resultado: socialización de las pérdidas y beneficios garantizados para los sectores financieros.
Lejos de un “ordenamiento” de la economía, el Gobierno sostiene un modelo que protege a los especuladores mientras ajusta al pueblo trabajador, profundizando la dependencia externa y dejando una herencia de deuda y reservas agotadas.
Una salida opuesta al ajuste
La crisis cambiaria no se resuelve quemando dólares ni obedeciendo las exigencias del mercado financiero. La salida pasa por frenar la fuga de capitales, nacionalizar el comercio exterior y la banca bajo control social, suspender los pagos de la deuda y destinar los recursos a recomponer salarios, jubilaciones y políticas sociales.Mientras tanto, la realidad es clara: cada dólar que se quema para sostener este esquema es un dólar menos para educación, salud y trabajo, y una señal más de que el ajuste libertario no cierra sin profundizar la crisis social.

