La FIFA premia a Trump por “la paz”.  Tarjeta verde al genocidio

En un gesto que generó repudio mundial durante la ceremonia del sorteo para el Mundial 2026, la FIFA creó un “Premio de la Paz” para entregárselo a Donald Trump en plena avanzada genocida de Israel sobre el pueblo palestino. Detrás del show diplomático, se expone el rol político del organismo, su alianza con EEUU y su doble vara frente a las potencias.

Un premio dorado manchado de sangre

La escena fue calculada: alfombra roja en Washington, el sorteo del Mundial 2026 como marco, Gianni Infantino sonriente y Donald Trump recibiendo un trofeo dorado por sus supuestos “esfuerzos de paz”.

La FIFA inventó un premio nuevo —literalmente fabricado para esta ocasión— y se lo entregó al hombre que sostuvo, financió y justificó el genocidio israelí en Gaza, que alimentó guerras y que hoy solo busca reposicionarse en el tablero global.

Trump, fiel a su estilo, dijo que era “uno de los mayores honores de su vida”. Lo acompañó Infantino, su aliado político y cómplice en la campaña para expandir el fútbol en EE. UU. y consolidar una relación que ya no disimula su contenido estratégico. Pero la pregunta cae sola: ¿qué “paz” premia la FIFA?

La FIFA, árbitro del negocio, no de los derechos humanos

La hipocresía y  doble vara del organismo se puede evidenciar en el hecho de que  mientras Rusia fue expulsada de todas las competencias internacionales a los pocos días de iniciar la invasión a Ucrania, Israel continúa jugando campeonatos como si nada. No importa que haya más de 67.000 palestinos asesinados, miles de niños incluidos, ni que Gaza esté devastada. La FIFA aplica una doble vara inmoral y abiertamente política.

El organismo del fútbol mundial hace tiempo dejó de ser un actor “neutral”: negocia con dictaduras, blanquea crímenes de Estado y actúa como plataforma de legitimación para gobiernos aliados al imperialismo occidental. Su complicidad con Israel es una pieza más de ese engranaje.

Que esta misma FIFA premie a Trump —uno de los arquitectos del “Acuerdo del Siglo”, pacto colonial disfrazado de negociación— no es casual: responde a la necesidad de “reordenar” el mundo bajo parámetros que favorezcan a EEUU y sus socios.

“Paz” según Trump: tutelaje, despojo y más ocupación

El discurso del presidente estadounidense fue casi una autocelebración: habló de un “mundo más seguro”, de su rol en Gaza, Ucrania y Asia, e incluso agradeció la coordinación para el Mundial 2026.

Pero detrás del show, lo que existe son acuerdos impuestos desde arriba que buscan frenar la movilización internacional y permitir que el sionismo avance por otros medios.

Ese “alto el fuego” parcial negociado sobre condiciones dictadas por EE. UU. no detiene el genocidio ni desmonta la maquinaria colonial israelí. Al contrario, apunta a convertir Gaza en un protectorado tutelado, sin exigir el retiro total del ejército ocupante, sin frenar la colonización en Cisjordania y obligando a la resistencia palestina a desarmarse. La “paz” de Trump y de la FIFA es la paz de los cementerios.

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Indignación y reacciones en el mundo

Las críticas inundaron redes sociales y medios de todo el mundo. Desde periodistas que definieron el premio como “una parodia” hasta cuentas especializadas que denunciaron que se trata de “uno de los momentos más repugnantes de la historia del deporte”.

Las organizaciones de derechos humanos y colectivos pro Palestina señalaron el cinismo de premiar a un mandatario que apoyó abiertamente al régimen sionista y lo proveyó de recursos para profundizar la masacre.

La ironía más repetida fue contundente: “Como no pudo conseguir el verdadero, la FIFA le inventó uno nuevo”.

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El fútbol no es neutral

Mientras el aparato de la FIFA intenta maquillar su política, crece la presión internacional. La campaña global de Avaaz para expulsar a Israel del Mundial —que ya superaron las 680 mil firmas— surgió cuando el equipo aún tenía chances deportivas de clasificar. Finalmente quedó afuera tras perder el repechaje frente a Italia, cuyos rivales no dudaron en marcar públicamente la responsabilidad del Estado israelí en los crímenes contra el pueblo palestino, y asociaciones como la AIAC en Italia ya reclamaron formalmente su expulsión de FIFA y UEFA por crímenes de guerra.

En Argentina, el Comité de Solidaridad con Palestina exigió a la AFA que repudie el convenio entre Conmebol e Israel y que cese la persecución a hinchas que expresan solidaridad con Palestina.

Periodismo de Izquierda adhiere a ese reclamo: Israel no debe jugar ninguna competencia internacional. Un Estado genocida no puede tener legitimidad deportiva.

La verdadera paz: la que construyen los pueblos

Mientras Trump recibe medallas, en Palestina miles luchan por sobrevivir. No habrá paz mientras exista un Estado colonial como Israel. La única salida real pasa por derrotar al sionismo, por una Palestina única, laica y socialista —desde el río al mar— y por una federación de repúblicas socialistas en Medio Oriente construida por las propias masas trabajadoras.

La FIFA puede fabricar premios, pero no puede ocultar la realidad: sus reconocimientos no celebran la paz, sino la impunidad.

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