Con parte del PJ teñido de violeta. El Congreso es una escribanía del ajuste

Este miércoles, a las 13 horas, la Cámara Baja les tomó juramento a los diputados electos, en donde se vio, por primera vez, el nuevo mapa legislativo diseñado a medida de las necesidades del gobierno libertario.

En una clara muestra de la importancia que el gobierno le daba a esta jornada, en el recinto se hizo presente el presidente Javier Milei, junto a su hermana y Secretaria General, Karina Milei, y con la compañía del jefe de Gabinete, Manuel Adorni. Bajo la atenta mirada del Ejecutivo, y como primer acto de esta nueva mayoría, se concretó la reelección de Martín Menem como presidente de la Cámara Baja, asegurando así la continuidad del riojano al frente del cuerpo.

La Libertad Avanza, gracias a una importante ronda de negociaciones encabezadas por el ministro del Interior, Diego Santilli, ha logrado convertirse en la primera minoría, desplazando al peronismo de este lugar estratégico. Este cambio implica que el oficialismo tendrá ahora la llave para contralar las presidencias de las comisiones y manejar los tiempos parlamentarios a su antojo, una herramienta que utilizarán, sin duda alguna, para blindar y acelerar el paquete de reformas estructurales que exigen el FMI y los Estados Unidos.

La confirmación de que el diputado entrerriano, Francisco Morchio, hombre del gobernador Rogelio Frigerio, se suma a las filas libertarias fue la pieza final de un rompecabezas armado con paciencia y billetera. Con su incorporación, el bloque oficialista alcanza las 95 bancas, superando las 93 en las que queda Unión por la Patria tras la sangría provocada por los gobernadores del norte.

Pero Morchio es solo el síntoma de toda esta enfermedad. La nueva mayoría libertaria se cimenta sobre la ruptura del bloque peronista, dinamitado desde adentro por sus mandatarios provinciales como Raúl Jalil de Catamarca, Osvaldo Jaldo de Tucumán y los movimientos del gobernador de San Luis, Claudio Poggi y el sector de Alberto Rodríguez Saá. Todos estos dirigentes, que durante la campaña jugaron a ser oposición o mantuvieron un silencio especulativo, han terminado entregando sus legisladores al oficialismo a cambio de promesas de fondos discrecionales, reactivación de obras puntuales o como en el caso catamarqueño, el control de la caja minera de YMAD.

Las gestiones de Santilli, primero acompañado por Adorni y luego en solitario, han sido eficaces para transformar necesidades fiscales provinciales en votos para el ajuste nacional. Las migajas que recibirán las provincias, provenientes de negocios extractivistas como la minería o de los ATN liberados a cuentagotas, son el precio por el que se ha vendido la gobernabilidad.

Jalil y Jaldo, pioneros en este transfuguismo político al apoyar la Ley Bases y el RIGI, han consolidado su rol de socios menores del modelo libertario. Ahora, con la formación de bloques propios o la integración de interbloques amigables con la Casa Rosada, garantizan que Milei tenga el camino allanado para sancionar al Presupuesto 2026 de déficit cero, la reforma laboral que busca eliminar indemnizaciones, la reforma tributaria regresiva y el endurecimiento del Código Penal impulsado por Patricia Bullrich.

En este escenario de reconfiguración, la incógnita que aún persiste y que podría inclinar aún más la balanza a favor del gobierno es la decisión de Gerardo Zamora. El santiagueño, que deja la gobernación para asumir una banca en el Senado, pero mantiene un férreo control sobre sus diputados, tiene en sus manos un paquete de votos que es anhelado por el oficialismo. Si Zamora decide seguir el camino de sus pares del Norte Grande, la hegemonía libertaria en el Congreso podría volverse casi absoluta, anulando cualquier posibilidad de bloqueo institucional a las leyes del ajuste. Con el peronismo resignado, que ve como se desmorona su capacidad de incidencia en estas cuestiones, el gobierno, en paralelo, opera ansioso para que este movimiento se haga realidad.

Este panorama deja en evidencia una crisis terminal del peronismo como herramienta de defensa de los intereses de las mayorías. La facilidad con la que sus gobernadores y legisladores han pasado al bando del ajuste demuestra que el PJ, en sus variantes territoriales y federales, ya no sirve ni como gobierno ni como oposición consecuente. Todos estos actores son parte de un mismo régimen político que prioriza la gobernabilidad y los negocios por sobre las condiciones de vida de los trabajadores. La fragmentación del bloque de Unión por la Patria no es un accidente, es el resultado de una fuerza política que no tiene un programa alternativo al de la ultraderecha y que termina siendo furgón de cola de los planes del capital financiero.

Por otra parte, volviendo al nuevo mapa legislativo, el control libertario de las comisiones es un dato de extrema gravedad. Durante los dos primeros años de mandato, se ha visto como el oficialismo utiliza estos resortes institucionales para clausurar debates, cajonear proyectos opositores y sesionar únicamente cuando tiene asegurada la aprobación de su agenda. Al convertirse en primera minoría, Milei se asegura que las comisiones claves como Presupuesto y Hacienda, Asuntos Constitucionales o Legislación del Trabajo, queden bajo el control propio, impidiendo cualquier iniciativa favorable a los trabajadores puede siquiera llegar al recinto.

Frente a este avance reaccionario, la izquierda se fortalece como la única oposición consecuente. En esta sesión juraron y asumieron sus bancas los diputados del Frente de Izquierda Unidad: Myriam Bregman (CABA), Nicolás del Caño y Romina del Plá (Provincia de Buenos Aires). Vale aclarar que estas bancas son parte de un acuerdo de rotación, por lo que también son parte de las mismas nuestras compañeras del MST, Celeste Fierro (CABA) y Ana Paredes Landman (Provincia de Buenos Aires), quienes ocuparán esos lugares en el futuro.

De cara a este frente único que han conformado los partidos tradicionales del régimen para atacar los derechos laborales y sociales, la respuesta no puede venir de los mismos dirigentes que hoy negocian prebendas en los despachos oficiales. La traición de los gobernadores peronistas y la complicidad de la oposición dialoguista hacen más urgente que nunca la construcción de una nueva alternativa política. No alcanza con resistir cada medida por separado; es necesario poner en pie una herramienta política superadora, que enfrente de manera integral el plan de miseria, represión y entrega que encarna todo el gobierno de Milei.

En las calles, donde realmente se definen las relaciones de fuerza, es fundamental unir a todos los sectores en lucha: trabajadores ocupados y desocupados, estudiantes, jubilados, movimiento de mujeres y disidencias y asambleas barriales. Pero esa lucha debe tener una expresión política clara. El Frente de Izquierda Unidad tiene ante sí la responsabilidad histórica de dejar de ser solo un frente electoral para transformarse en una gran organización militante que agrupe a los miles de compañeros y compañeras que hoy se sienten huérfanos de representación. Hay que construir una alternativa para millones, con la estrategia puesta en un gobierno de los trabajadores y una salida socialista a la crisis.

Mientras adentro del recinto se sesionaba, el Congreso era acompañado en las calles, como todos los miércoles, por la marcha de los jubilados, acompañados de otros sectores en lucha. Nuestra compañera Cele Fierro fue a acompañar la acción para apoyarlos, demostrando que mientras el Congreso se tiñe de violeta y se convierte en una escribanía del FMI, la tarea de la izquierda es organizar la bronca y transformarla en una fuerza política capaz de dar vuelta la historia.

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