Córdoba. ¿Dónde caen los olivos? una visita a la instalación de Soledad Sanchez Goldar

Entre el río y el mar una herida profunda, un presente doliente

Desde el 30 de octubre hasta el 22 de febrero de 2026 se puede visitar en el Museo  Emilio Caraffa, en Córdoba Capital, la instalación de Soledad Sanchez Goldar. Dejo aquí algunas ideas y reflexiones sueltas que emergieron en el momento (y a posteriori) de visitarla. Si estás leyendo estas líneas pero todavía no la has visto recomiendo que te detengas y vayas ya mismo al museo.

¿Cómo hablar de un hecho tan atroz sin referirse directamente a él? ¿Cómo hacer que el espectador/consumidor/visitante no pase de largo sin verse obligado a reflexionar sobre la obra? ¿A través de qué poéticas se puede hablar sobre tal hecho? La obra de Soledad está montada en dos salas contiguas del museo: En la primera una serie de telas negras suspendidas del techo se extienden a lo largo y a lo ancho. Une para apreciarlas tiene que adentrarse, caminar, verse inmerso en una penumbra y es ahi cuando, en esa superposicion de planos negros, uno va viendo textos cosidos (tambien en negro) en las telas.

“Como dijimos tantas veces, ni olvido ni perdón”

Es uno de los primeros mensajes con que une se encuentra. A medida que vas avanzando seguís leyendo otras frases, algunas más cortas, otras más largas, pero en ese hilo narrativo vas encontrando un manifiesto, no en el sentido estricto del manifiesto clásico de “pasa esto y por lo tanto hay que hacer esto otro”, sino uno donde la denuncia, el llamado a la acción, la indignación ante el hecho es algo que le propie visitante tiene que armar. El tener que adentrarte, acercarte a las telas, la dificultad de lectura que plantea el texto negro sobre fondo negro, el que no se explicite a los actores involucrados (ademas de la mencion de un ellos y un nosotros) obliga a uno a reflexionar, a pensar, a relacionar esta instalacion con hechos geopoloticos contemporáneos.

En la segunda sala, los elementos cambian rotundamente, dejan de ser telas suspendidas a lo largo de una habitación y pasan a ser binoculares que une tiene que utilizar para ver algo que está lejos. ¿Qué es eso lejano? una hilera de fragmentos de cerámicos adheridos a la pared formando una línea horizontal, un paisaje de destrucción. Como menciona Joaquin Barrera, curador de la obra, “la mirada se convierte en acto vigilante, casi voyerista, que cuestiona la posibilidad misma de ver el horror ajeno”. Otra vez, no se explicita aquello a señalar sino que se fuerza al visitante (si es que tal persona quiere participar de la obra) a hacer ciertas operaciones con las cuales sacar conclusiones (propias y ajenas).

El diálogo entre lo cercano y lo lejano, entre el espectador y la obra, entre el arte y la política, entre las materialidades y sus significaciones me dan pie a decir que la obra de Soledad es un aporte importante, no solo para el mundo del arte, sino que también lo es para quienes creemos que la vida humana vale, por más que algunos sectores quieren hacernos creer lo contrario.

Hasta este momento no he mencionado (como tampoco pasa en la obra de Soledad) las palabras “Palestina”, “genocidio”, “Israel”, etc. Y es que no es necesario decirlo todo cuando se habla de arte, a mi parecer si la obra funciona es por eso mismo. Pero este texto no es (ni tiene la intención de ser) una obra de arte. Somos testigos de la barbarie sionista, los mas de 70 años de genocidio hacia el pueblo palestino y su acrecentamiento desde 2023 donde el Estado de Israel ha tirado el equivalente a 5 bombas atomicas, ha asesinado a – por lo menos- 70.000 palestinos, las fuerzas armadas israelies han practicado tiro al blanco con las niñeces, se ha utilizado el hambre como arma de guerra y se ha bloqueado todo intento de llevar ayuda humanitaria, como lo fue el secuestro de casi 500 activistas de la flotilla Global Sumud. Pero del otro lado en todo el mundo la solidaridad por Palestina se hace sentir: movilizaciones masivas en miles de ciudades, paros generales en Italia, huelgas estudiantiles en Estados Unidos, boicot a las empresas cómplices del genocidio, entre tantas otras acciones. La obra de Soledad se enmarca en ese proceso de movilización, enlazando el genocidio que sufrió nuestro pueblo con el genocidio que sufre el pueblo palestino en el ellos y el nosotros.

“Algo tenemos en común ellos y nosotros. Lo que se lleva dentro luego de la tortura.”

“Algo tenemos en común ellos y nosotros. El desplazamiento, la desaparición y la muerte.”

“Algo tenemos en común ellos y nosotros. Resistencia y lucha.”

Para finalizar, me gustaria destacar el escrito que encuentro más movilizador, no solo para referir el genocidio al pueblo palestino; si no que es aplicable a todas esas situaciones en las que sufrimos los males que este sistema carga sobre la juventud, los trabajadores, las mujeres, las disidencias y todos los pueblos oprimidos del mundo:

“Aún en la desesperación seguimos amando.”

Francisco Pardo

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