Ecuador. Entrevista al dirigente obrero Edwin Bedoya: “Nos atacan porque tenemos razón”

Este articulo fue extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista

Edwin Bedoya es presidente de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas Unitarias de Trabajadores (CEDOCUT) y presidente del Frente Unitario de Trabajadores (FUT), que agrupa a seis centrales sindicales y es una presidencia rotativa, ocupada cada dos años por cada una de las centrales.

¿Podrías contarnos brevemente cuál es el proyecto del presidente Noboa?

Más que de un presidente, es el proyecto de la derecha ecuatoriana y es un proyecto que está ligado a las recetas del Fondo Monetario Internacional. Es el modelo que está imperando en el mundo, con el que el Fondo condiciona a los gobiernos para otorgarle los préstamos. En todos los gobiernos se ha intentado aplicar de lleno el proyecto del FMI y esto fue rechazado por las organizaciones sociales y el pueblo ecuatoriano.

¿Cómo se llegó a Noboa?

Ya en la pandemia, gobiernos como el de Moreno primero y después Lasso, intentaron aplicar las recetas del FMI. Moreno pagó deuda externa en pandemia y empezó el achicamiento del aparato del Estado -que era una de las exigencias del Fondo Monetario Internacional- y de los contratos de trabajo. También aplicó una “Ley Humanitaria” donde prácticamente eliminó derechos de los trabajadores, dijo que iba a sostener el empleo, pero terminó en reducción de trabajadores del sector público y despidos sin liquidaciones.

Luego llega Lasso, con un mayor deterioro institucional, y aparecen la corrupción y las mafias del narcotráfico, ya insertas en muchos organismos del Estado, como en las Cortes de Justicia, la Policía y entre los militares.

Se profundiza el ataque a las libertades y derechos y una persecución a las organizaciones sindicales, para debilitarlas y con ello, también a la negociación colectiva en el sector público.

Lasso estaba gobernando en un escenario de bastante rechazo, tanto que le obliga a activar la muerte cruzada[1] y no termina su periodo. Y es en esa transición donde Noboa es electo, llegó con un discurso de derecha, muy mediático y que logró calar en la en la mayoría de los jóvenes.

¿Cómo fueron estos dos años de Noboa en el poder?

Desde que Noboa asumió no hubo ningún interlocutor ni acercamiento con las organizaciones sociales y armó un gabinete con gente vinculada a sus empresas, para controlar áreas estratégicas como las del petróleo, la energía, la minería y la industria.

Desde entonces comienza un proyecto político que va afianzando las recetas del FMI y también algo que hemos mencionado desde la CEDOCUT, que es el monopolio del manejo del Estado a través de las empresas ligadas al Grupo Noboa. Que es el principal grupo de la élite económica y que tiene negocios en todos lados: minería, petróleo, energía, salud, compras públicas, alimentos, agroindustria y son además los mayores exportadores de banano del mundo. Entonces, lo que le interesa es afianzar su línea de negocios y crear un monopolio industrial.

En abril de este año, Noboa y su partido ADN ganaron la presidencia y desde entonces ha profundizado el mismo esquema. Logra mayoría en un Congreso con fuerte presencia de Revolución Ciudadana (correístas) y con los independientes y la izquierda de Pachakutik muy debilitados. En ese marco, Noboa logró meter muchas leyes como “económicas urgentes” pero que significaron el deterioro de libertades, el ataque a la libertad sindical en el sector público, la salida de más de 7000 funcionarios del sector público, la reducción de la inversión social en salud y en educación.

Y además la Ley de Inteligencia…

Sí, que es la más macabra de todas, porque significa el control de las instituciones, de la Policía, de las Fuerzas Armadas para poder perseguir, no al narcotráfico sino a los dirigentes sociales y para poder aplacar las protestas.

Nosotros logramos demandar todas las leyes y hemos salido triunfantes en dos leyes, la de integridad y la de solidaridad. Todavía nos falta la de Inteligencia, lo que generó un ataque de Noboa a la Corte Constitucional, para presionarle y que rechace. El gobierno montó dos marchas e inicia un conflicto con la Corte Constitucional, diciéndoles que si no pensaban como ellos eran aliados de los terroristas o eran terroristas.

De ahí viene esta narrativa de vincular a las organizaciones sociales -o a quien esté en contra del gobierno- con las mafias del narcotráfico. Y eso empieza a calar en una parte de la población, ya que el gobierno aprovecha algunos antecedentes del correísmo para atacar a las organizaciones sindicales, poniéndonos en un mismo saco, intentando desacreditar todo intento de lucha social y empezando la persecución a los dirigentes sindicales y a las libertades de la organización sindical.

Se crean Acuerdos Ministeriales como el 082, que limita y vigila el control del Estado sobre los sindicatos y empieza el peligro de que el Ministerio de Trabajo nos declare insolventes o nos quite la personería jurídica, violando el Convenio 87 de libertad sindical y el 98 de negociación colectiva.

En este contexto, en septiembre, con un decreto de ley elevaron el precio del diésel de U$S 1.80 a U$S 2.52…

¿Cómo reaccionó el gobierno frente al paro nacional?

Para manejar la narrativa, el gobierno compró medios de comunicación y comenzó una campaña de desprestigio vinculando a las organizaciones sociales y sindicales con el narcotráfico.

Se da el paro de CONAIE y se focaliza en la provincia de Imbabura, en Otavalo, donde hay mucha población indígena. Allí hay un ataque inmisericorde, deshumanizado, se violan todos los derechos humanos, los militares entran y bombardean las casas. En Quito y otras provincias se da de igual manera.

En ese momento empezó un proceso de enjuiciamiento y de indagación fiscal a todos los protagonistas de las últimas marchas: desde la Marcha del Agua del 16/9 en Cuenca, donde se movilizaron más de 100.000 personas, hasta el movimiento sindical, que también nos detienen e indagan por “tentativa de paralización de servicios públicos”. A otros compañeros que tienen apenas U$S 180 en sus cuentas, por ejemplo, los indagan por enriquecimiento ilícito. Es una persecución, se inventan cualquier cosa. Y esto genera un proceso de miedo en la población y en las organizaciones.

A diferencia de otros paros, en este intervino el ejército, ¿no?

Sí, y con el ingreso de los militares empiezan a utilizar una táctica de guerra contra la población ecuatoriana, contra las organizaciones sociales y eso genera más miedo. Pero el gobierno no entiende que el movimiento indígena tiene una cosmovisión distinta y en lugar de amedrentarse, los compañeros van generando más ira contra la represión. Por eso el paro duró un mes, incluso con las debilidades internas que se pudiera tener.

El gobierno intentó victimizarse inventando cosas como que habían atacado al presidente para asesinarlo o que quisieron envenenarlo, todo para tapar las tres muertes de compañeros indígenas. Además, hay 12 indígenas apresados acusados de terroristas, para los que piden 30 años de cárcel, lo que no se le ha pedido a ningún delincuente en el país.

¿Cómo se organizaron para enfrentar la represión?

Estamos en la lógica de ir resistiendo, hemos pedido la solidaridad internacional, nos hemos movido con los Derechos Humanos para presionar al gobierno al tema del diálogo.

Formamos caravanas para poder llevar ayuda, pero no pudimos ingresar por la vigilancia del Ejército, pero también por la desconfianza de las comunidades de dejar entrar a cualquiera, porque resulta que el gobierno hizo un “convoy humanitario”, pero en los camiones llevaba bombas y eso fue lo que generó el ataque a la caravana del presidente. Lo que aprovechó Noboa para victimizarse y empezar un ataque racista, de apartheid y de etnocidio contra los compañeros indígenas. Y eso es lo que un poco también enardeció la lucha social en estas comunidades.

Por otro lado, en las ciudades aumentaron los índices de delincuencia, homicidios y sicariato, porque toda la policía y los militares están concentrados en reprimir manifestaciones y perseguir a los dirigentes. Por eso estamos en un proceso de reunirnos con las organizaciones.

Y ahora se viene la Consulta Popular…

Sí, estamos próximos. La consulta popular es otro añadido más del gobierno con el que pretende afianzar su política ligada a las recetas del Fondo Monetario Internacional. La Carta de Intención del FMI es un “copy paste” de las leyes que está emitiendo Noboa: el achicamiento del aparato del Estado, la eliminación de las libertades y de los derechos, las bases militares extranjeras, el Arbitraje Internacional y el trabajo por horas, que ya los perdieron en la consulta anterior. Y, sin embargo, pretenden hacer una Asamblea Constituyente para poder eliminar muchas de las conquistas que logramos en la Constitución del 2008. Quieren una Constitución al estilo neoliberal, manejada desde el FMI y con apoyo de los Estados Unidos.

La estrategia del gobierno es amenazar con la represión de las Fuerzas Armadas y de la Policía para lograr ganar esta Consulta Popular, que se va a dar el 16 de noviembre y que aspiramos el pueblo ecuatoriano rechace.

Pero no queda ahí, porque a pesar de que ya perdió la consulta la vez anterior, empezó a manejarse con decretos, ligados todos a un modelo neoliberal y a precarizar las condiciones.

La Consulta Popular también le sirve a Noboa para tapar muchas investigaciones que el fiscal puesto por el gobierno le acaba de archivar. Investigaciones por conflictos de intereses, por en el manejo de las mineras de su familia, vinculaciones con el narcotráfico por droga escondida en las cajas de banano y otras.

En los paros anteriores hubo mucha unidad entre el movimiento indígena y el sindical, ¿cómo se expresó eso en el último paro?

En la CONAIE tuvieron un congreso muy conflictivo y no salieron en un proceso unitario, eso se expresó en que el paro no tuvo la misma dimensión que los años anteriores, en los que se dio en un proceso de coordinación entre el Frente Unitario de Trabajadores y el Consejo de Gobierno de la CONAIE. Las reuniones las hacíamos entre el Consejo de Gobierno de la CONAIE y los Comités Ejecutivos de las centrales sindicales, eso afianzó al FUT y también a los sectores sociales de todas las ciudades.

Venimos también de un proceso de debilitamiento del movimiento sindical por los despidos masivos que ha habido en el sector público en donde están la mayor parte de los sindicatos, eso hace que un poco el contexto del paro en este momento sea distinto. Pero las movilizaciones van a seguir porque hay un descontento social y porque la crisis de la subida del diésel va a generar que empiecen a subir todos los productos de primera necesidad.

¿Cómo impactaría la suba del diésel en la actual situación social?

En este momento la canasta básica está en U$S 800 y el sueldo básico en U$S 470, nos falta casi un 50% para llegar a la canasta básica. Y con la subida del precio del combustible, que es uno de los productos que se utiliza en el 60% de la cadena productiva, va a llegar a los U$S 900 aproximadamente.

Para darse una idea de nuestro poder adquisitivo hay que ver que actualmente apenas el 35% de la población económicamente activa, que son más o menos 8 millones, recibe menos que un salario básico.

La salud está deteriorada y no hay inversión, los hospitales están abandonados y hay un proceso de privatizaciones en el área de salud y en el área educativa. Aquí existe la gratuidad de la educación hasta el nivel superior, pero ya hay anuncios de que quieren eliminar eso junto al derecho de acceso a los servicios.

También se está elevando el costo de los servicios de salud, de agua, de electrificación, etc. Y eso empieza a generar un crecimiento del costo y una disminución del poder adquisitivo. Tenemos un 40% de pobreza, 15% de pobreza multidimensional, personas que viven con un dólar diario. Esto nos muestra la dimensión del deterioro del nivel de vida de los ecuatorianos que podría venirse con la suba del diésel y las políticas que quieren implementar.

Por eso la lucha se va a seguir sosteniendo más allá del levantamiento del paro. Porque el deterioro en la calidad de vida va a obligar a que la gente salga a manifestarse.

¿Cuál fue la experiencia de la clase obrera con el gobierno, supuestamente progresista, de Rafael Correa?

Primero yo no creo en el progresismo, yo vengo de la izquierda y me considero socialista. Yo creo que hay un solo marxismo y un solo socialismo. Y muchos se equivocan, porque la Constitución del 2008 no fue construida por Correa, fue construida por las organizaciones, incluso en una disputa en algunos temas en donde perdimos los trabajadores. Porque nos eliminaron de la Constitución el derecho a la sindicalización del sector público. Y de ella salen también las leyes que empiezan a perseguir a las organizaciones sindicales, ahí empieza la criminalización de la protesta social, el ataque a los compañeros campesinos que luchaban contra las mineras, etc. Y son esas leyes que los gobiernos de turno han utilizado para ir precarizando y persiguiendo a los dirigentes sindicales. O sea, no decimos que Correa tiene toda la culpa, pero nada de lo que dejó Correa en contra de los derechos fue cambiado por parte de Revolución Ciudadana, el partido que se creó en ese momento, y es con esas leyes con las que nos han venido persiguiendo.

Y eso es lo que le criticamos las organizaciones al correísmo. Y hay un deterioro en Revolución Ciudadana, lo sabemos. Ha aumentado la estrategia de la fuerza, que es la misma fuerza que utilizaba Correa. En el 2015, por ejemplo, ya hubo movilizaciones importantes contra Correa y las leyes que él preconizaba y actualmente vemos que la derecha afianzó esas leyes y las potencia a favor suyo. Cuando él dirigió el país, hubo cero acercamiento a las organizaciones sociales, las fraccionó y producto de este fraccionamiento es que vivimos lo que vivimos hasta ahora.

Hay un grupo que está queriendo recomponer y aspiramos a que el proceso unitario y con autocrítica vaya más allá de los programas internos que tienen a cada una de esas organizaciones.

¿Qué le dirías a los trabajadores que enfrentan en Argentina políticas muy similares a las de Noboa?

¿Quién es peor, el gobierno de Milei o el de Noboa? Yo creo que más allá del análisis social, político, filosófico, ya conviene también hacer un análisis psicológico de lo que está pasando con la sociedad, porque no te explicas que muchos de nuestros compañeros trabajadores hayan votado por la derecha. Y creo que es algo también que les pasó a los compañeros argentinos.

Yo lo que diría es que hay que afianzar el proceso de unidad más allá de las agendas que podamos tener cada organización. Tiene que haber una agenda colectiva, yo creo que tenemos más cosas en común que diferencias y eso es lo que deberíamos afianzar, un solo objetivo para luchar. El objetivo tiene que liderar la lucha y no las personas. Entonces, a mí me parece que este es el momento de la solidaridad internacional, incluso solidaridad regional, que deberíamos afianzarla discutirla como estrategia regional desde las organizaciones sindicales para tener una sola estrategia para enfrentar al modelo neoliberal y al Fondo Monetario Internacional.

¿Ves alguna salida política que resuelva esta situación a favor de los trabajadores y el pueblo?

Bueno, lo veo bien complicado. Es un camino complejo, pero no imposible. Complejo porque la izquierda está súper fraccionada. El liderazgo individual está pesando más que el liderazgo colectivo. Eso es lo que no permite un proceso unitario, veo un caminar medio lento. El tema de la unidad es un problema en esta realidad, pero dicen que a veces hay que tocar fondo para reaccionar. Entonces, me parece que esto va a pasar aquí y estoy seguro de que en esta pisada de fondo vamos a encontrarnos para poder levantarnos.

Es lento el caminar de la unidad en Ecuador. La persecución, el control, la represión y el sometimiento del gobierno con las Fuerzas Armadas, la judicialización de la protesta nos debilita y amedrenta un poco. Pero es el camino que tenemos y tenemos que fortalecernos.

¿Cómo sigue tu situación judicial?

Somos dos los compañeros de la CEDOCUT que estamos frente a una indagación fiscal por intento de paralización de servicios públicos. Yo soy uno de ellos y el otro es el vicepresidente de la central de Cuenca, a raíz de la Marcha del Agua. La Fiscalía buscará argumentos para poder acusarnos de terrorismo o vincularnos con el narcotráfico. Lo que ya ha pasado con otros dirigentes que han estado en esta línea. Tengo que presentarme a la fiscalía para defenderme y luego la Fiscalía verá de qué me acusa. La prueba es un video donde en una rueda de prensa llamo a la resistencia.

Ya he recibido la solidaridad de muchos compañeros y les agradezco. A mí me parece que es importante presionar al Gobierno desde las organizaciones sindicales, internacionales y organizaciones sociales de Derechos Humanos. Hay que presionar. Recién estuve hablando de la situación de los compañeros de Bielorrusia que están en la misma situación. Es decir, es mundial la situación de la persecución y el ataque al movimiento sindical a través de la fuerza. Entonces, de alguna manera esto te motiva porque sabes que no eres el único. Sabemos que nos están atacando porque tenemos razón, porque tenemos derechos, porque nosotros de alguna manera estamos convencidos de que la solidaridad y la unidad van a dar los frutos necesarios y eso es a lo que aspiramos.

Entrevistó Marcelo Maceira


[1] El artículo 148​ le otorga al presidente el poder de disolver la Asamblea Nacional, pero solo al precio de dar al electorado la oportunidad de destituir al presidente. El mecanismo requiere que se celebre una elección especial después de la disolución, en la que se elige un nuevo presidente y vicepresidente y una nueva Asamblea Nacional. 

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