Milei asegura que las bandas seguirán. Pero no acumula reservas

A pesar de la calma post electoral, el gobierno todavía se encuentra en medio del debate sobre su política cambiaria. Según el presidente y el ministro de economía, las bandas de flotación seguirían hasta 2027, pero con algunas modificaciones. Al mismo tiempo, prometen empezar a recomponer las reservas como exigen las metas impuestas por el FMI. La discusión sobre la sostenibilidad de este modelo aparece dentro de los economistas. Y en el medio, como siempre, para que funcionen estas medidas, el ataque hacia los trabajadores son los cimientos de estas políticas.

El gobierno de Javier Milei insiste en mantener el esquema de bandas cambiarias hasta 2027, según lo confirmó el presidente en una entrevista con el Financial Times. Esa postura fue reforzada por el ministro de Economía Luis Caputo, durante una reunión con banqueros e inversores en Nueva York. El titular del Palacio de Hacienda, se habría comprometido a comenzar la acumulación de reservas. Sin embargo, economistas y consultoras privadas señalan la incompatibilidad de ambos objetivos en el actual contexto económico.

Caputo, en un encuentro con cerca de 40 inversores, organizada por el JP Morgan, admitió la posibilidad de ajustar la banda cambiaria del 1% actual al 1,5% mensual, dependiendo del comportamiento de la inflación y la demanda de pesos. Este movimiento buscaría dar mayor flexibilidad al tipo de cambio dentro del esquema de flotación administrada. El ministro, también aseguró que el gobierno planea recomprar bonos globales con vencimientos en 2029 y 2030, utilizando fuentes de financiamiento más baratas, es decir, comprar deuda a través de otro mecanismo de endeudamiento.

La promesa de acumular reservas choca frontalmente con la realidad de las cuentas del Banco Central. Las reservas netas se encuentran actualmente en números rojos, con un balance negativo que supera los 11.000 millones de dólares. El programa acordado con el FMI exige que para diciembre el gobierno incorpore 9.000 millones de dólares para alcanzar un nivel positivo de 3.300 millones. Este objetivo aparece como una meta casi inalcanzable en el corto plazo.

El gobierno, aunque en menor medida luego de las elecciones, el mecanismo que utilizó para intervenir en el mercado cambiario y estabilizar el precio del dólar dentro de las bandas cambiarios, fue por medio de la utilización de reservas. Entonces, mientras el Central deba salir a vender dólares para contener la cotización, resultará imposible acumular divisas. Esta dinámica perversa ha llevado a que las reservas sigan en caída libre.

Por ejemplo, de acuerdo a la consultora Vectorial, para ver una política sostenida de compras de reservas debería modificarse sustancialmente la banda superior o aparecer una oferta privada de divisas suficiente. Sin embargo, la desaceleración de las exportaciones y el desarme paulatino del carry trade (bicicleta financiera) post electoral hacen poco probable a este escenario.

Pero la verdadera discusión de fondo, no se centra en la técnica económica, sino en la distribución del ajuste. Todas las promesas de inversiones y créditos internacionales están atados directamente a la aplicación de reformas estructurales que recortarán derechos laborales y beneficios sociales. Lo fundamental, es notar que el gobierno negocia con el capital financiero internacional la profundización de un modelo que traslada los costos de la estabilización económica a los trabajadores.

La dependencia del apoyo estadounidense se ha convertido en el factor clave para prolongar artificialmente este esquema. El resultado electoral de octubre le permitió ganar tiempo al gobierno, pero el sistema sigue dependiendo directamente por completo del Tesoro norteamericano.

La posibilidad de que se active el segundo tramo del salvataje financiero orquestado por Scott Bessent sigue en suspenso. Jamie Dimon, presidente del JP Morgan, uno de los bancos involucrados, le restó importancia a la necesidad de una línea de crédito adicional, argumentando que el contexto post electoral atraerá inversiones por 100.000 millones de dólares. Esta visión optimista contrasta con la realidad de una economía que no genera dólares necesarios para su propio funcionamiento. Además, el futuro cercano les exige a las reservas volver a estresarse. Para 2026, existe un agujero de dólares monumental, considerando el déficit en cuenta corriente, los vencimientos de deuda y la fuga de capitales.

Volviendo a la Argentina, el gobierno apuesta a que la nueva configuración del Congreso le permitirá aprobar el presupuesto 2026 en diciembre y las reformas laboral y tributaria en febrero. Estas medidas, según su visión, abrirían las compuertas a una catarata de inversiones productivas que finalmente engrosarían las reservas. No obstante, este calendario no se ajusta a los plazos del FMI, aunque la historia reciente muestra que el organismo suele ser flexible gobierno alineados con sus recetas.

En el mientras tanto, hay una economía estancada, una inflación que supera los salarios y un poder adquisitivo en caída libre. La discusión técnica sobre bandas cambiarias y acumulación de reservas esconde la verdadera agenda de un gobierno que administra para los intereses financieros y empresariales más concentrados. La sostenibilidad de este modelo no depende de una gestión económica responsable, sino de la capacidad de imponer un ajuste que preserve las ganancias del capital a costa del bienestar de los trabajadores.

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