Bolivia. El MAS le abrió la puerta a la derecha

Este articulo fue extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista

Rodrigo Paz Pereira, de 57 años y senador derechista fue electo presidente de Bolivia con el 54,55% de los votos, tras una campaña en la que se presentó como un dirigente moderado y cercano a la ciudadanía. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, su historia combina linaje político, formación internacional y una vida atravesada por el exilio y la militancia. Formado como economista y licenciado en Relaciones Internacionales, obtuvo una maestría en Gestión económica y se presentó durante toda la campaña como una alternativa al ultraderechista Jorge Quiroga, y apostó a un mensaje más moderado, de proximidad con la gente, priorizando el diálogo y la reconstrucción institucional. Su discurso apeló a una transición ordenada, capaz de reunir apoyos de distintos sectores, incluso de antiguos votantes del Movimiento al Socialismo (MAS), que buscaban un cambio sin fracturas radicales.

Con su elección, Bolivia inicia una nueva etapa en la que Paz promete reconciliación nacional, crecimiento sostenible y apertura al diálogo, para hacer pasar el ajuste antipopular que inevitablemente intentará aplicar.La elección marca, además, el punto final de dos décadas de gobierno del MAS, liderado por Evo Morales y ratifica una vez más, que la impotencia de los progresismos le abre la puerta a la derecha.

El resultado expresa un rechazo no solo al Movimiento al Socialismo (MAS) y al gobierno de Arce (sucesor de Morales), sino también a los viejos personeros neoliberales. Ese rechazo se expresó impulsando la figura del capitán Lara, elegido vicepresidente, un excapitán que fue despedido de la policía, y dado de baja por denunciar casos de corrupción de los altos mandos. Eso le granjeó simpatías populares porque se transita un momento en el que el grueso de la población tiene una profunda desconfianza del aparato judicial y de los aparatos represivos del Estado como la policía y las fuerzas armadas. Lara logró capitalizar ese descontento popular no solo con el gobierno, sino con las formaciones de la vieja derecha.

Además, la campaña electoral que llevaron adelante Paz y Lara tuvo algunas particularidades que vale la pena mencionar: Primero, el centro de su campaña no estuvo en el ajuste que prometen todas las fórmulas de la derecha de América latina. Es decir, aunque evidentemente tuvieron que referirse a que hay que hacer reforma del Estado, que hay que achicar el Estado, etcétera, lo cierto es que para lograr el apoyo de vastos sectores populares, particularmente en el altiplano, lo tuvieron que hacer sobre la base de prometer aumentos salariales, aumentos de jubilación y el mantenimiento de los bonos que fueron instaurados por el Evismo, los bonos sociales, promesas que más temprano que tarde incumplirán inexorablemente producto de la crisis de la economía boliviana.Segundo, hicieron una campaña más conservadora y menos renovadora, diciendo vamos a preservar esto, vamos a preservar lo otro, lo cual hay que ver que pasara si no lo cumple.

Tercero y este es un dato interesante, mientras prácticamente todos los candidatos apostaron a las redes sociales como mecanismo para potenciar la campaña electoral, Rodrigo Paz, apostó a prescindir de las redes y a concentrar su campaña en un trabajo territorial, de buscar acuerdos, de hablar de manera directa con las comunidades campesinas y los sectores populares del altiplano.Mientras todo el mundo estaba apostando a las redes sociales, la formula electa apostó a algo que era la vieja forma de hacer política, ir a buscar el contacto directo, hombre a hombre, persona con persona y tratar de ver qué acuerdos se pueden hacer, qué promesas se pueden hacer y a partir de ahí logró conquistar gran parte de la base electoral del MAS. Y podríamos agregar un último elemento para poder explicar el triunfo de Paz y de Lara. Uno o dos días antes de las elecciones, Evo Morales en una reunión de dirigentes de su fracción en el Chapare y ante las dudas que formulaban varios dirigentes de votar nulo, Evo presionado respondió planteando que, si uno no quería votar nulo, podía votar por el capitán Lara que iba a hacer campaña contra la corrupción, etcétera.

Las elecciones mostraron la crisis profunda del proyecto político de Evo Morales, que en su momento generó muchas discusiones, mucha polémica en la izquierda. Después de 20 años de sucesivos gobiernos del MAS, incluyendo en el medio una crisis nunca del todo aclarada en el 2019 se llega a esta crisis.

La hegemonía del MAS estuvo ya fuertemente cuestionada desde el golpe del 2019. La crisis se abrió con la guerra del agua y una serie de levantamientos nacionales que se prolongaron durante años y se cerró también con las acciones callejeras, en este caso de las fuerzas armadas y las policías en noviembre del 2019.

Ya esos acontecimientos pusieron de relieve el fracaso del proyecto progresista. Es decir, en un inicio, estamos hablando de hace dos décadas atrás, tanto Álvaro García Linera, Evo Morales, y todo el estado mayor del Movimiento al Socialismo de ese momento, afirmaban como objetivo político avanzar en la superación de taras históricas de la sociedad boliviana, como era la exclusión de la participación política y de la participación en el aparato estatal de grandes mayorías indígenas, principalmente Aimaras, Quechuas y Tupi-guaraníes. Entonces el proyecto del Estado Mayor del MAS era ir avanzando en una serie de reformas constitucionales, institucionales, de carácter democrático inclusivo, que permitieran ir superando todo esto, como por ejemplo, el racismo orgánico estructural que vive y que tiene la sociedad boliviana.

El 2019 puso de relieve que todos esos objetivos no solo no se habían cumplido, sino que estaban lejísimos de cumplirse. Por el contrario, se profundizó un proyecto crecientemente autoritario de la mano del gobierno de Arce, que fue barriendo y desmontando las concesiones democráticas que se fueron estableciendo en los 20 años anteriores. Tampoco funcionó la lógica de convencer a las clases dominantes de ser más solidarios. Tanto Arce, como antes Morales basaron toda la política nacional en un intento de llegar a acuerdos y consensos con los sectores agroindustriales mineros para estas reformas.

La crisis del MAS se hizo aún más explicita cuando Arce y Morales se enfrentaron fuertemente por el liderazgo de un partido ya francamente en retroceso y enfrentado con numerosos sectores populares. Estas razones son algunas de las que nos permiten explicar el triunfo de Paz y Lara apoyados en la base electoral fundamentalmente del MAS.

El Nuevo Gobierno enfrenta un escenario complicado. Hay una crisis económica que no ofrece salidas en el marco del capitalismo boliviano, una inflación que está cada vez creciendo más y una situación en la que los sectores populares continúan agitándose. No estamos hablando de sectores populares que vienen de derrotas sistemáticas o que vienen de sufrir grandes derrotas, sino todo lo contrario. Hablamos de un movimiento de masas que superó la crisis del 2019 y es ese movimiento de masas el que está empezando a movilizarse nuevamente hoy producto de la crisis económica y de la crisis política. Ese movimiento de masas es el que le dio gran parte de la votación a Paz y Lara. Entonces, eso es un problema, es una contradicción que el nuevo gobierno tendrá que enfrentar porque es muy difícil llevar adelante un plan de ajuste contra una base social que acaba de llevarlo al gobierno sobre la base de promesas electorales que no va a poder cumplir.

Por eso es que en este escenario es indispensable el reagrupamiento y organización de los revolucionarios para dar una pelea definitiva al capitalismo boliviano, la construcción de una alternativa de clase, revolucionaria, anticapitalista y socialista es imperiosa en Bolivia, y desde la Liga Internacional Socialista comprometemos nuestros esfuerzos detrás de ese objetivo impostergable.

Por Alberto Giovanelli

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