El siguiente articulo fue extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista
La enorme movilización que no deja de crecer y el vuelco mayoritario de la opinión pública mundial a favor del pueblo palestino y contra el genocidio del Estado sionista de Israel, aceleró las gestiones del imperialismo para lograr un nuevo y precario alto al fuego, cuyo objetivo es desmontar la movilización internacional y permitirle al sionismo continuar avanzando por otros medios, apelando a un pacto contrarrevolucionario con las direcciones palestinas.
Entendemos y compartimos la alegría de la población gazatí por el cese de los bombardeos que han sufrido diariamente desde hace dos años y el posible fin del bloqueo criminal que les provocó una crisis humanitaria desesperante. Pero tenemos que hablar con la verdad: esto no significa un triunfo de la resistencia palestina, como equivocadamente plantean distintas organizaciones. La realidad es mucho más compleja.
El alto al fuego se logró en parte gracias a la extraordinaria movilización mundial y también por el peligro de que la angustiante situación en Gaza se volviera impredecible, pero el acuerdo que lo acompaña, firmado por Hamas con Israel, se realizó bajo las condiciones impuestas por Estados Unidos. Los 20 puntos que lo componen, si se logran materializar, significaran un retroceso en la lucha por la emancipación de Palestina. Porque plantean aceptar la política del imperialismo para la región y legitimar la ocupación sionista.
Para llegar a este acuerdo el imperialismo contó con la colaboración directa de Qatar, Egipto y Turquía y el aplauso cómplice de toda la burguesía occidental, de las autocracias árabes e incluso de Rusia y China.
El acuerdo, si el imperialismo logra que no fracase antes de llegar a su segunda fase, además de la liberación de los rehenes israelíes y los presos palestinos que ya se está concretando, plantea la transformación de Gaza en un protectorado de Estados Unidos bajo la tutela de un gobierno títere presidido por Donald Trump y Tony Blair.
No le exige a Israel el retiro total de sus tropas de Gaza ni el fin del avance colonizador en Cisjordania, pero a Hamas lo obliga a desarmarse y a que no obstaculice la formación del nuevo gobierno de tecnócratas palestinos “apolíticos” y de “expertos internacionales”, ni el asentamiento de una fuerza militar extranjera que asumiría el control de la Franja.
La respuesta genocida del sionismo a las acciones de Hamas el 7 de octubre provocó una movilización internacional a favor de Palestina como nunca se había logrado en el pasado. Superó su epicentro histórico en sectores de izquierda e irrumpió en los principales países imperialistas. Fue masiva en Estados Unidos, con acampes radicalizados en universidades y sectores importantes de la comunidad judía rompiendo con el sionismo. Cientos de miles y millones marcharon en Australia y Europa. Todo esto a pesar de que los principales sindicatos y partidos socialdemócratas en los países imperialistas se mantuvieron al margen del movimiento o, en los hechos, continuaron su apoyo a Israel. Además, los regímenes de Oriente Medio (menos los hutíes) impidieron que la llamada Calle Árabe se movilizara con la intención de forzar bloqueos contra los sionistas y los Estados occidentales que proveen armamento al genocidio. En varios países imperialistas, las organizaciones palestinas fueron prohibidas y miles de manifestantes criminalizados o incluso acusados de terrorismo. A pesar de todo esto, el movimiento creció y la reciente huelga general y bloqueos portuarios en Italia, en solidaridad con la Global Sumud Flotilla, conmocionó al mundo y comenzó a presentarse como un ejemplo que podría extenderse.
Es un hecho que Estados Unidos e Israel, pese al apoyo cómplice de toda la superestructura capitalista, perdieron la batalla por la opinión pública mundial. Este fue elresultado más importante que logro la causa Palestina. Israel nunca en la historia había quedado tan aislada internacionalmente, de forma tan notoria y recibido semejante rechazo y crítica.
Sin embargo, dos años después de haberse profundizado el genocidio, el pueblo palestino no está mejor que antes del 7 de octubre de 2023. Gaza ha sido destruida y ocupada militarmente por los sionistas, se han perdido mas de 67.000 vidas palestinas e incluso pueden ser muchas más, entre los que se cuentan unos 20.000 niños y decenas de miles de heridos y mutilados. Cisjordania sigue perdiendo territorio a manos de los colonos sionistas y en Jerusalén Este la vida es cada día más difícil.
La acción de Hamas del 7 de octubre logró su objetivo inmediato de frenar el proceso de “normalización” de relaciones entre Israel y los países árabes conocido como Acuerdos de Abraham. Pero la expectativa que tenía Hamas de que el golpe que le propino a Israel ejerciera una presión suficiente como para obligarlos a negociar un compromiso no se concretó. Ni se realizó la hipótesis de que Irán respondería con fuerza a una brutal reacción israelí. Quedó en evidencia que el régimen de los Mulás solo defiende sus propios intereses capitalistas y de casta. Los regímenes árabes tampoco apoyaron a Palestina y ahora impulsan este acuerdo que busca la rendición de la resistencia para retomar la ruta de la “normalización” en las relaciones con Israel y el imperialismo.
La apuesta equivocada de Hamas terminó en un genocidio, la destrucción y ocupación de Gaza y ahora en un pacto repleto de concesiones, que nos recuerda al que firmo Arafat en Oslo hace más de 30 años. No es casual que acosados por la movilización varios países, como España y el Reino Unido, volvieron a resucitar la fantasía de los dos Estados, que ni siquiera aparece como objetivo del acuerdo.
Ningún Estado palestino es posible mientras exista en sus tierras históricas un Estado colonial, expansionista y genocida. Ha quedado demostrado que Israel jamás lo permitirá. Al contrario, su proyecto estratégico es la limpieza étnica completa del pueblo palestino y la construcción de una “Gran Israel” conquistando más y más territorios.
Para lograr alcanzar la paz y que esta sea duradera y justa para el pueblo palestino y todos los pueblos de la región, en primer lugar, hay que derrotar al monstruo sionista y su permanente expansión colonialista. Mientras el Estado Terrorista de Israel, construido a sangre y fuego por los imperialistas siga existiendo, la única paz posible será la de los cementerios.
Solo la construcción de una Palestina única, libre, laica y socialista, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo puede permitir que los pueblos puedan volver a vivir en paz. Pero esta solución no va a venir de las manos de las burguesías árabes, los mulás iraníes o pactando con alguno de los imperialismos existentes. Solo vendrá de la mano de las masas trabajadoras árabes encabezando una revolución que derroque a los gobiernos capitalistas de la región, derrote al monstruo sionista y levante una federación voluntaria de repúblicas socialistas de todo Medio Oriente.
En 1948, nuestros antepasados políticos de la Cuarta Internacional, la única organización del movimiento obrero mundial que luchó contra el nacimiento del estado sionista, declaraba:
“Gracias a la dirección burguesa y feudal de los países árabes -agentes del imperialismo- hemos sido derrotados en una etapa de la lucha contra el imperialismo; y debemos prepararnos para la victoria en la siguiente etapa, es decir, la unificación de Palestina y de Medio Oriente en general, creando la única fuerza que puede lograr estos objetivos: el partido proletario revolucionario unificado de Medio Oriente.”
Esa es, también hoy, la estrategia a la que apostamos los que firmamos esta declaración y al servicio de la cual nos comprometemos a impulsar, ayudar y construir partidos revolucionarios en la región, reagrupando sin sectarismo a los luchadores que coincidan con estos objetivos.
Liga Internacional Socialista (LIS)
Liga por la Quinta Internacional (L5I)