Mientras el gobierno de Javier Milei intenta desesperadamente oxigenar su imagen con el viaje a Washington y la ansiada foto con Donald Trump en la Casa Blanca, el Congreso Nacional se prepara para una semana intensa de actividad legislativa en medio de una crisis de la cual el oficialismo no puede escapar.
En un contexto marcado por las elecciones del 26 octubre y los recientes allanamientos al diputado José Luis Espert por su vinculación con el narcotráfico, la oposición impuso una agenda de siete plenarios que prometen, de alguna manera, presionar a las principales figuras del gobierno. El debate del Presupuesto 2026, que comienza esta semana bajo la cuestionada presidencia de Alberto “Bertie” Benegas Lynch en la Comisión de Presupuesto, luego de la renuncia del narcodiputado Espert.
Al mismo tiempo que el mandatario argentino recorrerá los pasillos del poder estadounidense en Washington, su gobierno sigue recibiendo golpe tras golpe en el parlamento nacional. Las interpelaciones programadas para el miércoles encuentran a los principales funcionarios evadiendo sus responsabilidades más básicas. Tanto Luis Caputo como Karina Milei han elegido estar en Estados Unidos durante las convocatorias opositoras. Además del negocio realizado por el ministro de Economía con el swap financiero que hipotecará aún más la soberanía nacional, la hermana de la presidente esquiva sistemáticamente explicar los audios filtrados donde se revela una red de corrupción organizada en la Agencia Nacional de Discapacidad.
Por otro lado, la previsible ausencia del ministro Mario Lugones completa este cuadro de impunidad estructural que caracteriza a una gestión que llegó al poder prometiendo transparencia pero que gobierna con los métodos más rancios del establishment político.
El Presupuesto 2026 y la agenda legislativa
El inicio del debate del presupuesto 2026 se desarrolla en las condiciones más adversas posibles para el oficialismo libertario. Para empezar, la Comisión de Presupuesto deberá ser conducida por Benegas Lynch, un ideólogo libertario, que intentará conducir las negociaciones con gobernadores y todos los bloques opositores. Por otra parte, las discusiones presupuestarias estarán inevitablemente teñidas por el proceso judicial de Esper, quien hasta hace pocos días presidía esta comisión.
La agenda legislativa incluye algunos tratamientos de proyectos complicados para los planes del gobierno. La emergencia pyme buscará dar respuesta a un sector que ha sufrido de lleno el impacto de la recesión económica, con más de 12.200 puestos de trabajo perdidos solo en junio según los últimos datos oficiales. La reforma democrática de la ANDIS intentará recomponer un organismo devastado por los audios de coimas que comprometen a la cúpula oficialista. Los proyectos para frenar la privatización de Nucleoeléctrica Argentina representan otro frente de batalla contra la ola de entrega del patrimonio nacional.
Cada una de estas discusiones ocurre bajo la sombra alargada de los escándalos de Espert y Karina Milei, mostrando que la corrupción no es un hecho aislado sino la práctica normalizada de un gobierno que gobierna para una minoría privilegiada mientras aplica un ajuste salvaje a las mayorías populares.
Las interpelaciones evadidas
La estrategia oficialista de evadir las interpelaciones parlamentarias mediante viajes al exterior revela una profunda contradicción en el discurso antipolítica que llevó a Milei al poder. Mientras en campaña se presentaba como el paladín de la transparencia y la rendición de cuentas, en el gobierno sus principales funcionarios consideran que su presencia en el Congreso es prescindible.
La interpelación a Caputo sobre las negociaciones con el Tesoro estadounidense resulta particularmente significativa: los trabajadores tienen derecho a conocer los términos exactos de un acuerdo que comprometerá el futuro económico del país por años, pero el ministro prefiere discutirlos en secreto con Scott Bessent antes que someterse al escrutinio público.
El caso de Karina Milei es aún más grave. Los audios sobre las presuntas coimas en la ANDIS además de comprometerla personalmente, dibujan un patrón sistemático de corrupción en áreas sensibles del Estado. Su negativa a comparecer ante el Congreso, amparándose en un viaje oficial, no hace más que confirmar las sospechas sobre la existencia de una estructura mafiosa que ha copado el Estado. La misma lógica se aplica a Lugones.
Además, otro de los puntos más críticos de la semana será el plenario de comisiones que debatirá la interpelación al jefe de Gabinete Guillermo Francos y analizará una posible moción de censura por su negativa a cumplir con la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Francos se encuentra acorralado tras promulgar la ley mediante el Decreto 681/2025 pero incluyendo un artículo segundo que suspende su aplicación hasta que el Congreso especifique el origen de los fondos, una maniobra dilatoria que viola abiertamente lo expresado en el parlamento. La oposición ya cuenta con media sanción para derogar ese artículo espurio y avanza con firmeza hacia un juicio político que podría dejar al gobierno sin su principal operador político.
El contexto electoral: una campaña en medio del derrumbe
La imagen de Espert en las boletas bonaerenses, confirmada por el fallo judicial que por ahora rechazó la reimpresión, podría funcionar como un recordatorio constante de los vínculos entre el oficialismo y el narcotráfico. Las recorridas de Santilli deberán competir con las fotos de los allanamientos y las causas judiciales. El viaje de Milei a Washington, lejos de ser una muestra de fortaleza, parece la última carta de un gobierno que ha perdido el rumbo y busca desesperadamente oxígeno internacional.
La propia agenda legislativa de esta semana refleja la debilidad oficialista. La oposición ha logrado imponer no solo los temas sino los tiempos, demostrando que el gobierno ha perdido el control de la Cámara Baja. Los emplazamientos para la reforma de la ANDIS y la protección de Nucleoeléctrica, son ejemplos que responden a una estrategia concertada para poner en evidencia las contradicciones de un discurso oficial que prometió dinamizar la economía, pero hundió empresas, que habló de transparencia, pero está envuelto en escándalos de corrupción, que criticó la entrega del patrimonio nacional, pero impulsa privatizaciones estratégicas.
La verdadera lucha está en las calles
Frente a este cuadro de descomposición oficialista, queda claro que los límites reales al poder no se construirán en los pasillos del Congreso sino en la movilización popular.
Las interpelaciones evadidas, los proyectos cajoneados y los debates amañados son la expresión de un régimen que solo responde a la presión de las calles. La experiencia de las luchas recientes -desde la defensa del Garrahan hasta el financiamiento universitario- demuestra que cada conquista ha sido arrancada mediante la organización y la lucha directa, nunca concedida por la buena voluntad de los poderosos.
La batalla por el presupuesto, por los derechos laborales y contra la corrupción no se ganarán únicamente con discursos en el recinto sino con asambleas en los lugares de trabajo, con movilizaciones en las calles, con la construcción de una alternativa política que represente genuinamente los intereses del pueblo trabajador. Pero, para la construcción de esta herramienta, también es importante que el próximo 26 de octubre logremos conseguir más diputados y diputadas del Frente de Izquierda Unidad. El único espacio que ha enfrentado al gobierno desde el primer momento y que nunca le aportó ni un solo voto a las leyes de Milei, como si lo han hecho todos los partidos tradicionales de la oposición.
El viaje de Milei a Washington y los escándalos de corrupción son dos caras de la misma moneda: la de un gobierno subordinado al imperialismo y podrido hasta la médula. Frente a este escenario, todos los corruptos, los ajustadores, los entregadores, se tienen que ir ya.