La Plata. Repartidores de Rappi fueron al paro en reclamo de mejores condiciones laborales

Repartidores de Rappi realizaron un paro en La Plata frente a los recientes avances de la empresa sobre sus condiciones de trabajo, con la precarización laboral como consigna máxima de la empresa colombiana. Entre sus reclamos, se encuentran el aumento de las tarifas mínimas de pago y el esclarecimiento de la duración de las promociones.

¿En qué consistió el paro?

Los pasados días 22, 23 y 24 de este mes[1], repartidores de Rappi, una de las plataformas de delivery de comida más conocidas por el público argentino, llevaron a cabo una acción de protesta autoconvocada en la ciudad de La Plata durante la franja horaria de las 12 h y las 16 h, intervalo en el que no aceptaron ningún pedido y se congregaron en calle 55 entre 8 y 9, donde se encuentra la sede de la compañía en la ciudad. Más notoriamente, la función de entrega ultra-rápida de víveres “Rappi Turbo” fue la que más se vio afectada por la medida de fuerza.

Los reclamos

A primera vista, el modelo de trabajo de Rappi pareciera ser una maravilla del libre mercado: uno acepta los pedidos que quiere, todos los repartos se pagan por $1200 e incluso existe la posibilidad de cumplir con “promociones”, es decir, eventos en los que, si se realizan una cierta cantidad de pedidos en un tiempo determinado, se cobrará una suma mayor a la usual. Sin embargo, a todos estos pajaritos de colores que dibujan los que defienden la economía des-regularizada los vamos a ir destiñendo uno a uno.

Quien mucho abarca, poco aprieta…

Para empezar, podemos señalar desde el vamos que la idea de “aceptar los pedidos que uno quiera”, cuando se lleva a la práctica, termina convirtiéndose en “aceptar los pedidos que uno pueda”, porque a día de hoy poca es la demanda de pedidos en relación a la oferta de repartidores existentes en el aglomerado urbano de La Plata, lo que se debe principalmente a dos cuestiones profundamente relacionadas: la cantidad de nuevas cuentas que se han abierto en tiempos relativamente recientes y la baja de pedidos en plataformas de delivery producto de la recesión económica que el país está atravesando.

En primer lugar, la apertura masiva de cuentas de Rappi en estos últimos tiempos ha provocado que la plataforma se encuentre inundada de repartidores recién llegades, a quienes les llegan la mayoría de pedidos durante sus primeros meses (debido a que durante este lapso de tiempo obtienen el llamado “rango diamante”, que les da prioridad a la hora de recibir pedidos) y provocan una escasez de repartos disponibles para el resto. Quienes se ven más perjudicades por esta situación son las y los repartidores con más antigüedad y que han hecho de la entrega de víveres y alimentos su principal fuente de ingresos debido a que no todes se encuentran dentro del preciado rango diamante, ya que la posición en la jerarquía se determina en base a valoraciones de los usuarios de la aplicación (que muchas veces califican en base a errores ajenos a le repartidore y cuya decisión no puede apelarse en otras instancias).

En segunda instancia, también es cierto que, dada la aguda crisis económica que está atravesando el país, la frecuencia con la que la gente pide delivery es cada vez menor, por lo que tampoco es que haya una gran cantidad de pedidos de base, lo que no hace más que agudizar el problema expuesto en el párrafo anterior.

El problema de la cantidad de cuentas es de una magnitud tal que ni siquiera la empresa alcanza a suplir la demanda por equipamiento, es decir, no logra producir la cantidad de mochilas oficiales (las cuales los propios repartidores deben pagar de su bolsillo) para equipar a todes sus trabajadores. Algunos pedidos son más iguales que otros

La promesa de la plataforma de cobrar un monto mínimo de $1200 por cada pedido realizado es, cuanto menos, engañosa.

Uno de los principales reclamos de los repartidores autoconvocades de La Plata tiene que ver con el establecimiento de tarifas mínimas claras para todos los pedidos; más concretamente, uno de los centros de esta polémica es la función de los llamados “pedidos dobles”, pedidos que se agregan a la carga de une repartidore que ya se encuentre haciendo una entrega en el caso de encontrarse “cerca” de la zona donde está trabajando. Bajo la excusa de la proximidad, estos pedidos agregados se pagan $960 en lugar de $1200, como si se tratase de una especie de “regalo” que la plataforma le da a las y los repartidores; por supuesto, el concepto de “cercano” es totalmente arbitrario y pueden llegar a agregarse pedidos de hasta un kilómetro de distancia, lo que representa un desgaste por parte de los trabajadores que se paga con una suma inferior a la correspondiente.

Lo cierto es que, incluso en el caso de que igualase la tarifa de los pedidos dobles, la remuneración tiene una falla fatal: no considera este desgaste por parte de los trabajadores y de su equipo. Supongamos, por ejemplo, que a une repartidore que se encuentra en el microcentro de La Plata le llega un pedido de Puente de Fierro. Desde el vamos, esto significaría un viaje de aproximadamente cinco kilómetros hacia una zona afuera del casco urbano, lo cual expone al repartidore en términos de seguridad (debido a la marginalización histórica de las poblaciones que se asientan por fuera del centro de la urbe y la existencia de “pedidos fantasmas”) y a su vez le implica otros cinco kilómetros de vuelta, ya que el mayor volumen de pedidos se concentra en el seno de la ciudad.

Así, las ruedas se pinchan, la nafta se consume y el cuerpo también se desgasta en estos largos viajes, y sin embargo lo único que se considera para la remuneración es la distancia de ida, con el único plus posible siendo las propinas. Frente a este no reconocimiento de su trabajo, los trabajadores contestaron con un contundente “no”: no a los pagos miseria que no reconocen la labor de todos los días, no a la arbitrariedad de los viajes dobles y no al depender de la generosidad de los clientes para sustentarse.

Las promociones y bonificaciones por lluvia en el ojo de la tormenta

De la mano con el punto anterior, la plataforma tampoco deja en claro cuál es el criterio de pago de los bonos por repartir durante los días de lluvia: a los y las repartidores nadie les explica qué parámetros utiliza la aplicación para determinar cuánto es el monto extra que se paga por mal clima; todas las decisiones se toman a puertas cerradas, las toman los empresarios mientras se espera que los trabajadores agachen la cabeza y se limiten a obedecer las directrices.

El máximo exponente de este secretismo podemos encontrarlo en la manera en la que se gestionan las promociones. En un pasado no tan lejano, la plataforma indicaba la duración por la que iba a estar disponible la promoción (no la duración de la promoción en sí, sino la de la posibilidad de aceptarla), pero a día de hoy ya no se puede acceder ni siquiera a esta información tan mínima y esencial para determinar si vale la pena exponerse o no al clima adverso.

La organización obrera y un fenómeno de talla internacional

Ya expuestos los principales reclamos de los repartidores de Rappi, ahora queda responder cómo fue la organización obrera de la acción de protesta.

Para empezar, es importante reconocer las particularidades de la lucha contra una plataforma de delivery; si se hubiese hecho una huelga común, Rappi podría simplemente haberle dado los pedidos a otres repartidores y continuar con sus actividades usuales. Por esto, los trabajadores autoconvocades decidieron llevar su protesta a la calle y bloquear el market (local físico de Rappi donde se retiran los productos de los pedidos de Rappi Turbo, su servicio de entrega de víveres) de calle 55 entre 8 y 9 para que su acción de paro estuviese a la altura de las circunstancias.

Sin embargo, el accionar de la empresa fue verdaderamente decepcionante. No es sólo que se haya dado el hecho gravísimo del bloqueo de cuentas de repartidores que encabezaban la lucha, sino que también se le dijo a los trabajadores, quienes agotaron todas las otras instancias de negociación, que su reclamo era aislado, que “La Plata es la única ciudad donde está pasando esto”, claramente con el objetivo de desmoralizar a los trabajadores y desacreditar la legitimidad de la lucha.

Pese a su intento desalentador, los dichos de la empresa rápidamente se chocan con los datos duros de la realidad: los repartidores de Rappi de la ciudad de La Plata no son la excepción a la norma, sino que su reclamo tiene sus homólogos incluso en otros países: pensemos en el caso de Zapp en los Países Bajos en el 2022, el caso de los “falsos autónomos” de Glovo en España y, más recientemente, el de los repartidores de Rappi en Rosario hace apenas dos semanas. En este sentido, es importante pensar a la lucha obrera no como una serie de procesos aislados, sino que debemos reconocer el carácter internacional de estos: las diferencias entre los repartidores de Argentina, España y Países Bajos palidecen en comparación a los problemas que comparten  a raíz del robo de su trabajo por parte de los propietarios de las grandes cadenas de explotación; así, hoy más que nunca es necesario levantar las banderas del internacionalismo y la solidaridad entre toda la clase obrera, hoy apoyando este reclamo de los trabajadores de Rappi de la ciudad de las diagonales.

Lautaro Gaia


[1] Septiembre del 2025.

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