El Banco Central, bajo las órdenes de Luis Caputo, anunció este viernes el retorno de una de las medidas del control de cambios: la “restricción cruzada”, A partir de ahora, cualquier persona que compre dólares al tipo de cambio oficial quedará impedida de operar en los mercados financieros (MEP y CCL) durante 90 días.
Esta decisión, presentada técnicamente como un intento por “evitar distorsiones”, es en realidad un acto de un gobierno cuya política económica se desmorona rápidamente y que debe recurrir a instrumentos que decía haber enterrado.
La medida busca frenar el llamado “rulo financiero”, una operación que permite ganancias fáciles aprovechando la brecha cambiaria. Hoy, mientras el dólar oficial se mantiene artificialmente en $1.350, el financiero supero los $1.415, con unadiferencia de $65. Esta grieta incentiva a los especuladores a comprar barato en el mercado oficial y vender caro en el financiero, drenando las ya casi extintas reservas del BCRA. Lejos de ser una solución, reinstalar este cepo es un reconocimiento tácito del fracaso del plan de “libertad cambiaria” prometido por Milei.
El contexto de crisis
Este endurecimiento del cepo no es una medida aislada. Es la consecuencia directa de la gravísima crisis de reservas que atraviesa el gobierno. La semana pasada el BCRA vendió desesperadamente U$S1.100 millones en un intento fallido por contener la corrida, demostrando que el salvataje de Trump y los U$S7.000 millones del agro no alcanzan para tapar el agujero. Las reservas netas siguen siendo negativas en más de U$S7.000 millones y los vencimientos de deuda se avecinan sin fondos para enfrentarlos.
A causa de las propias contradicciones del plan económico del gobierno, hoy, este se encuentra en una encrucijada. Por un lado, necesita mantener un tipo de cambio oficial rezagado para contener la inflación y no pulverizar aún más los salarios. Por otro, esa misma brecha alimenta la especulación y la fuga de capitales, acelerando la crisis que pretende evitar.
La medida llega en la previa del esperado ingreso de dólares del agro, pero también en un contexto donde los mercados apuestan con fuerza a una gran devaluación post-elecciones de octubre. Los contratos de dólar futuro ya cotizan muy por encima de la banda cambiaria, señal de que nadie cree en la sostenibilidad del actual esquema. Este nuevo cepo es un intento desesperado por llegar a las elecciones con el tipo de cambio artificialmente contenido, oxigenando por unos días la frágil estabilidad cambiaria.
Es la confirmación de que el operativo de salvataje liderado por Trump tiene un objetivo cortoplacista: darle un mínimo de aire al gobierno para que enfrente el proceso electoral sin una explosión cambiaria inminente. No se trata de resolver los problemas estructurales, sino de maquillar la crisis hasta octubre.
Milei y Caputo, que llegaron al poder prometiendo “liberar” la economía, hoy recurren al mismo cepo que denostaban. Lejos de beneficiar a los trabajadores, esta medida busca salvar a los especuladores y garantizar el pago de la deuda externa al FMI y los bonistas.
Mientras restringen el acceso a la divisa para los ahorristas comunes, continúan el vaciamiento de las reservas para el salvataje financiero. Es la misma lógica de siempre, socializar las pérdidas de los grandes capitales y hacer pagar al pueblo la crisis con más recesión, más inflación y menos poder adquisitivo.
Frente a este nuevo pacto de entrega, la salida no está en este gobierno ni en sus parches cambiarios. La única solución de fondo es romper con el FMI, dejar de pagar la deuda externa ilegítima y establecer un control integral del comercio exterior y el sistema financiero, para que los dólares que genera el país se destinen a reactivar la producción, aumentar salarios y financiar la salud y educación pública. La pelea debe seguir en las calles, exigiendo que se vaya todo este gobierno de corruptos, ajustadores y entregadores.