En el marco de la Asamblea General de las Naciones unidas, el presidente argentino, Javier Milei, se reunió, para fortificar su alianza criminal, con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, uno de los principales responsables del genocidio en curso contra el pueblo palestino.
Este encuentro, lejos de ser un mero protocolo diplomático, es un espaldarazo explícito a un criminal de guerra internacionalmente señalado, cuyas manos están teñidas con la sangre de más de 65.000 gazatíes asesinados. Mientras el mundo observa el horror de la masacre, Milei elige ponerse del lado de este verdugo, profundizando la política de subordinación de Argentina a los designios del imperialismo y el sionismo.
La comunidad internacional, presionada por un movimiento de masas a nivel global, casi que, sin precedentes, ha comenzado rechazar de manera contundente la carnicería israelí. Más de 150 de los 193 Estados miembros de la ONU han reconocido el Estado palestino, un gesto que, si bien es insuficiente y muchas veces hipócrita por parte de gobierno cómplices, es un reflejo directo de la potencia de la movilización popular en las calles de todo el mundo.
Desde las huelgas y protestas de trabajadores en Italia hasta las gigantescas manifestaciones en distintas capitales del mundo, las calles exigen el fin del exterminio. Este reconocimiento no es una concesión de los gobiernos, sino una respuesta a la presión desde abajo, que ha logrado poner contra las cuerdas a los aliados tradicionales de Israel.
Netanyahu, acorralado por este repudio global y por las órdenes de captura de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y de lesa humanidad, llegó a la ONU totalmente señalado. Su avión tuvo que desviar su ruta para evitar el espacio aéreo de países donde podría ser arrestado. Milei le tiende la mano, legitimando a un fugitivo de la justicia internacional.
El discurso del genocida de Netanyahu, en la Asamblea General fue un acto de cinismo brutal, además de que el hemiciclo se vació cuando arribó al escenario. No contento con los bombardeos, los bloqueos de ayuda humanitaria y el uso del hambre como arma de guerra, el líder sionista ordenó instalar altavoces en la frontera con Gaza para que sus amenazas fueran escuchadas por una población sitiada. Esta táctica de amedrentamiento psicológico, propia del fascismo más rancio del siglo X, busca humillar y quebrar a un pueblo que resiste heroicamente. Milei, con su reunión, avala esta crueldad.
La complicidad del presidente libertario no se detiene allí. Mientras el gobierno celebra este encuentro, calla como un cómplice más del genocidio, sobre el amedrentamiento que sufre la Flotilla Sumud Global, una misión humanitaria internacional que intenta romper el bloqueo genocida para llevar ayuda a Gaza. Celeste Fierro, diputada y dirigente del MST en el FIT-U, quien es parte de la tripulación del Adara, ha comentado como en los últimos días, drones han realizado ataques cercanos a las embarcaciones, una clara táctica de intimidación. El silencio de Milei ante esta provocación es otra muestra de su alineamiento incondicional con la maquinaria de guerra israelí.
Frente a esta política de complicidad y sumisión, es necesario, también, denunciar la farsa de la “solución de los dos Estados” que promueven los mismos imperialismos que arman a Israel. Esta propuesta, hoy levantada por quienes dicen reconocer al Estado Palestino, solo busca consolidar el apartheid y la ocupación. Los Acuerdos de Oslo ya demostraron su fracaso: solo sirvieron para que Israel profundice la colonización mientras la autoridad palestina se convertía en un administrador de la miseria bajo control militar sionista. No puede haber coexistencia con un Estado colonial, racista y genocida.
La verdadera solución, la única que garantizará justicia y paz, pasa por la derrota del proyecto sionista y la construcción de una Palestina única, laica, no racista, democrática y socialista, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, donde palestinos y judíos puedan convivir con igualdad de derechos.
El encuentro Milei-Netanyahu es la foto de un gobierno que, en su servilismo al imperialismo, no duda en fraternizar con un genocida. Frente a esto, el desarrollo de la movilización, la solidaridad con el pueblo palestino y la lucha por un proyecto socialista que rompa con el FMI, el imperialismo y sus socios genocidas, como Israel, representan una salida.
Hay que exigir la ruptura inmediata de relaciones diplomáticas y económicas con el Estado de Israel y apoyar todas las iniciativas que busquen romper el bloqueo y detener el genocidio.