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Trump anunció un 100% de aranceles a las películas realizadas en otros países que se importen a Estados Unidos. Un ataque a las industrias culturales del mundo que generó la caída en las bolsas de las empresas del sector audiovisual de Hollywood.
En las industrias culturales los monopolios han diversificado sus lugares de creación para abaratar costos y como respuesta a las crisis y a la huelga de guionistas, de actores y actrices y a la necesidad de asegurar un récord en el corte de tickets a nivel global porque ya no alcanza con el propio consumo local para asegurar sus ganancias.
La globalización en el cine
La historia de EE.UU. como el imperio cultural más importante del planeta es conocida, la bandera yanqui es parte de la disputa simbólica e identitaria luego de la posguerra. Fue también una política de fomento e impositiva para las producciones norteamericanas.
Al ritmo de la crisis del 2008 y la búsqueda de nuevos mercados para relocalizar la producción y sostener la rentabilidad esto empezó a cambiar. Primero por la aparición de países que ofrecían mano de obra más barata, subsidios y descuentos de impuestos mayores a los estadounidenses. Un ejemplo es Canadá donde se rodó Deadpool por los beneficios económicos que tenía hacerlo ahí.
A la vez, otros países tuvieron una política de creación de esta industria cultural como eje para sus exportaciones y mercado interno, países como India con Bollywood y Corea del Sur con directores como Wong Kar-Wai y Bong Joon-ho han instalado un nombre en el sector, y son ejemplos de nuevos países productores.
El streaming como marco de las medidas de Trump
Las grandes empresas del on demand compran y venden producciones de todo el mundo y las publicitan en base a su beneficio. Por eso vemos como series españolas, coreanas, indias, inglesas, mexicanas son priorizadas por sobre las estadounidenses de las que sacan menos rédito económico por legislación o costos.
Y es que post pandemia las empresas del sector vienen sufriendo una baja en sus ganancias, que buscan recuperar a través de sistemas de suscripción cada vez más caros y restrictivos, agregando publicidad y producciones más baratas propias.
Es en este marcó en el que Trump anunció a través de su red social “La industria cinematográfica de EE.UU. está muriendo rápidamente. Otros países están ofreciendo todo tipo de incentivos para atraer a nuestros cineastas y estudios lejos de los Estados Unidos. Hollywood, y muchas otras zonas de Estados Unidos, están siendo devastadas. Este es un esfuerzo concertado de otras naciones y, por lo tanto, una amenaza a la Seguridad Nacional”.
Por ejemplo, para las plataformas de streaming, comparando dos series de actualidad, El Eternauta tuvo un costo de producción de 15 millones de dólares y The Last Of Us costó 100 millones, es claro que la búsqueda de ganancia los va a llevar a mercados distintos del estadounidense.
La guerra comercial como contexto
El gobierno chino había anunciado un recorte en la importación de películas estadounidenses producto de la guerra arancelaria que está teniendo con Estados Unidos. El mercado chino es el segundo en peso económico del mundo para Hollywood y es un golpe brutal para la industria.
El nuevo desorden mundial impulsado por Trump está generando ruido en todos los sectores de la economía y modificando las relaciones comerciales entre los diferentes países.
En un mundo marcado por una competencia brutal entre estas dos potencias económicas, una de las industrias emblema del imperio del norte necesita recuperar su fuerza como centro ideológico del mundo.
¿Y en Argentina qué pasa?
El gobierno de Milei con Pirovano a la cabeza del INCAA viene destruyendo la producción nacional audiovisual. Al revés de las políticas de Trump que trata de fortalecer la producción interna con estos aranceles anunciados.
Por eso, como es sabido durante este año de gestión el instituto tiene 0 producciones aprobadas y destruyo los sistemas de financiamiento al revés de lo que sucede en el mundo.
Este momento de impacto mundial producto de la salida del Eternauta podría haber sido aprovechado para impulsar nuestra industria audiovisual que es reconocida en el mundo con dos películas ganadoras del Oscar y remakes estadounidenses. A la vez, que posicionarnos como uno de los centros en Latinoamérica de realización audiovisual.
Nada de esto sucede, nuestros técnicos y artistas están sin trabajo, algunos emigrando para poder seguir desarrollando su profesión y miles de puestos de trabajo directos e indirectos están destruidos.
Hay que enfrentar al gobierno de Milei y su secuaz Pirovano. En este tiempo de crisis y desorden mundial ser perrito faldero de Trump nos lleva a convertirnos en tierra arrasada culturalmente. Necesitamos fortalecer la lucha, filmar, filmar y filmar como dijo Briski en su discurso para crear cultura autogestiva que muestre la realidad y que proponga caminos de lucha a este servilismo hambreador.