martes, 6 mayo 2025 - 19:10

50 años de la caída de Saigón. Una lección anti-imperialista

Artículo extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista.

Un 30 de abril de 1975 las tropas estadounidenses finalmente se retiraban de Saigón, capital de Vietnam del sur, tras 10 años de ocupación y hostigamiento sobre la población nativa. Por primera vez, una invasión de Estados Unidos era derrotada por la resistencia de un pueblo y la solidaridad internacionalista mundial.

La rapiña imperialista que condujo al mundo a dos guerras mundiales lejos estuvo de detenerse en la posguerra. Ya sin la amenaza del fascismo y con un estado obrero soviético prestigiado por la derrota de los nazis a pesar de su burocratización, los pueblos del mundo se alzaron contra la opresión colonial, en muchas regiones con una perspectiva socialista. El caso de Vietnam es de los más emblemáticos. Primero resistiendo al imperialismo francés, japonés y luego al estadounidense. 

Desde la Primera Guerra de Vietnam (1945-1954), la guerra de guerrillas con base en el campesinado fue el método adoptado por las masas vietnamitas, tomando inspiración de la revolución china. Pero los debates sobre la dirección del proceso revolucionario diferenciaron al Vietminh, integrado por el Partido Comunista de Vietnam con influencia en el norte, del Frente Único de Liberación, con influencia del troskismo y de mayor presencia en el sur. Mientras que el Vietminh exigía “todo el poder al Vietminh”, desde el troskismo se respondía “todo el poder a los comités del pueblo”. Finalmente, las disputas terminaron con la disolución de los comités del pueblo y la ejecución de dirigentes troskistas ordenadas por Ho Chi Minh y el estalinismo para luego negociar la partición de Vietnam tras la derrota del ejército francés. 

Los acuerdos de Ginebra de 1954 fueron una maniobra para disuadir al movimiento de masas en su lucha por la descolonización total del territorio. Allí se determinó la división de Vietnam en dos distritos a partir del paralelo 17, con lo cual el Vietminh perdió parte de los territorios que se encontraban bajo su control en el sur, y se prometieron elecciones para la reunificación. 

El avance de la construcción de un estado obrero en el norte de Vietnam significó un triunfo parcial y que más temprano que tarde demostró sus límites, ya que sembró la falsa ilusión de una vía pacífica para la reunificación. Con Eisenhower en la presidencia, EE. UU. aprovechó la salida del imperialismo francés para poner un gobierno títere en Vietnam del Sur encabezado por Ngo Dinh Diem. El incumplimiento del llamado a elecciones junto con los intentos de Diem por restituir en los campos las viejas relaciones de clase motivaron al campesinado vietnamita a tomar nuevamente las armas y reiniciar la guerrilla.  

El progresivo envío de tropas desde Estados Unidos, con respaldo de una serie de países aliados, resultó en 20 años de atroces crímenes del imperialismo yanqui contra una población de voluntad inquebrantable para resistir la invasión. 

Vencer a Goliat, ¿por qué fracasó Estados Unidos?

El motivo del desenlace de la guerra de Vietnam no tiene un carácter exclusivamente militar, sino esencialmente político. Las explicaciones que atribuyen la derrota de Estados Unidos a deficiencias militares fácilmente pueden ser descartadas al considerar algunos números: se estima que el gasto de Estados Unidos para la invasión de Vietnam rondó los 400,000 millones de dólares, entre 1965 y 1973 se detonaron 15 millones de toneladas de bombas en Vietnam del Norte y del Sur, alrededor de 50,000 toneladas de defoliantes químicos y 200,000 toneladas de napalm fueron arrojadas sobre los vietnamitas antes del establecimiento del cese al fuego en 1973. 

La realidad es que las causas del triunfo vietnamita estuvieron en el carácter de la guerra (fue esencialmente una guerra civil, en la que el bando pro-yanqui no contó con el respaldo de la población nativa) y la fuerte oposición antibélica que tuvo su epicentro en Estados Unidos. 

A lo largo de los años de transcurso de la guerra, fueron diversas las demostraciones de fuerza del movimiento de masas en solidaridad con el pueblo de Vietnam. El 17 de abril de 1965 se realizó la primera movilización masiva contra la guerra, 200,000 personas se movilizaron en Estados Unidos. También las protestas fueron numerosas en Londres, París, Melbourne y Tokio, donde llegaron a movilizarse 100,000 personas o incluso más. De este modo, se fue gestando un movimiento internacionalista global con el movimiento estudiantil estadounidense como vanguardia, pero con la participación también de sectores del movimiento obrero y veteranos de la misma guerra. 

La crisis llegó a su pico tras el anuncio de la “vitnamización” del presidente Nixon en 1969, que consistió en la retirada gradual de tropas estadounidenses y su reemplazo por mercenarios. Aunque sectores del reformismo y el estalinismo buscaron generar expectativas sobre las negociaciones restando importancia a la exigencia del retiro inmediato del ejército, el descontento se multiplicó ante las mentiras del gobierno. En mayo de 1970 en EE. UU. las ocupaciones de universidades alcanzaron al 89% de las independientes y al 76% de las públicas, se calcula que fueron 5 millones de estudiantes los que protagonizaron las acciones. El ascenso estudiantil arrastró al movimiento obrero y en la ciudad de Nueva York participaron 250,000 personas en la primera movilización antibélica organizada por sindicatos. 

Masiva movilización del 24 de abril de 1971 en Washington

La fuerza del internacionalismo también desbordó a las burocracias

Mientras la juventud y los trabajadores del mundo se alzaban contra la guerra respaldando al pueblo de Vietnam, las burocracias soviéticas y china jugaban una doble carta: al mismo tiempo que presionaban a las masas de indochina por una salida negociada con el imperialismo, prestaban ayuda de manera dosificada para sostener la resistencia pero sin forzar una derrota directa de EE. UU. Las cifras de 1971 evidencian la tibia oposición de los estados obreros burocratizados a la invasión; a los 9,000 millones de dólares en gasto militar de EE.UU. se “enfrentaban” los 100 millones de la URSS y los 75 millones de China. 

Aunque la retórica del estalinismo buscó ridiculizar las agresiones imperialistas, nunca pusieron en perspectiva la intervención directa. El motivo de la coexistencia pacífica fue la preservación de las relaciones comerciales con EE. UU. en pos de sostener los privilegios de las burocracias. 

Finalmente, EE. UU. apostó por conservar un gobierno cipayo en el Sur de Vietnam negociando la coexistencia con Vietnam del Norte y las burocracias soviética y china. Sin embargo, fue la propia presión de las masas vietnamitas la que barrió al “régimen de Thieu”, que terminó por caer por su propio peso envuelto en contradicciones, respaldado únicamente por las armas y profundamente cuestionado por el pueblo.

…dos, tres, ¡muchos Vietnam!

Los años más recientes del capitalismo comprueban que los países imperialistas conservan la misma ambición y crueldad que en tiempos de la guerra de Vietnam. Del mismo modo que EE. UU. televisó sus “hazañas”, hoy la colonización sionista sobre las tierras palestinas propagandiza sus crímenes a través de redes sociales. Pero las lecciones de la historia nos demuestran que ante la unidad internacionalista los diversos imperialismos resultan en simples gigantes con pies de barro. El triunfo de Vietnam supuso un efecto dominó que fortaleció las luchas anti-coloniales de África, América Latina y de todo el mundo. Nuevamente tenemos que rodear de solidaridad a los pueblos que alzan su voz contra la opresión de las potencias extranjeras. Aunque el imperialismo pretende aparentar que es invencible puede ser derrotado, tal como sucedió en el pasado puede suceder en el presente.

No podemos caer en los cantos de sirena de las burocracias traidoras que insisten con las fracasadas tácticas de negociación con los enemigos. La autodeterminación de los pueblos es la única solución para terminar con el sometimiento colonial e imperialista de los oprimidos. Del mismo modo, hay que desechar toda expectativa reformista, sólo con un horizonte socialista es posible garantizar y resguardar todas las conquistas fruto de nuestra lucha. 

Por Manuel Velasco

Noticias Relacionadas