Artículo extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista.
La abrupta caída de Tesla ha dejado a Elon Musk con un tono sombrío y pocas promesas firmes. La compañía enfrenta pérdidas, una crisis de imagen y cuestionamientos sobre su futuro, mientras su CEO continúa ligado al gobierno de Trump y a políticas cada vez más radicales. Una encuesta reciente del Centro de Investigación de Asuntos Públicos de The Associated Press-NORC revela que su popularidad ha disminuido a medida que ha ganado poder en Washington.
Tesla ha comenzado el año con números decepcionantes y una notable caída del 71% en sus ganancias trimestrales. Pero más allá de los fríos datos financieros, el ánimo de Elon Musk durante la llamada de resultados dejó en claro un escenario desalentador. En medio de una estrategia empresarial en crisis, una polémica alianza política y un futuro lleno de incertidumbre tecnológica, la figura del magnate parece tambalearse.
Un trimestre para el olvido en Tesla
Tesla informó una baja del 71% en sus beneficios durante el primer trimestre, debido a una fuerte disminución en las ventas de vehículos eléctricos. La empresa registró ingresos por 19.300 millones de dólares, lo que representa una caída del 9% en comparación con el mismo período del año anterior. En total, se produjeron 362.000 vehículos y se entregaron más de 336.000, aunque las entregas de los Model 3 y Model Y bajaron un 12%.
Los beneficios ajustados por acción fueron de apenas 27 centavos, muy por debajo de los 41 que esperaban los analistas. La única nota positiva fueron los 595 millones de dólares generados por créditos de carbono, sin los cuales Tesla habría registrado pérdidas operativas.
Trump y la política como distracción
Mientras las finanzas de Tesla se tambalean, Musk mantiene su implicación con el DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), una entidad que ha generado despidos masivos en 27 agencias del gobierno estadounidense y ha sido acusada de socavar servicios vitales. A pesar de no tener autoridad legal directa para hacerlo, Musk ha insistido en recortar fondos y personal, una medida cuestionada por expertos y legisladores.
Durante la exposición de resultados, Musk aseguró que las protestas en su contra están “organizadas y financiadas” por personas interesadas en mantener beneficios fraudulentos del Estado, aunque no presentó pruebas. También señaló que se retirará de DOGE en mayo, pero aclaró que seguirá vinculado al gobierno durante toda la presidencia de Trump, incluso cuando esta finalice legalmente en cuatro años.

Futuro incierto, expectativas infladas
A lo largo de su carrera, Musk ha intentado desviar la atención de los momentos críticos con anuncios impactantes. Tras revelaciones negativas en abril de 2024, como el abandono del esperado coche de 25.000 dólares, Musk anunció el desarrollo de un robotaxi, cuyo lanzamiento fue postergado para otoño y finalmente descartado.
En esta ocasión, volvió a asegurar que en junio se lanzarán taxis autónomos en Austin, aunque evitó responder con claridad sobre los mecanismos de control remoto necesarios para su operación. La comunidad especializada en conducción autónoma estima que la realización de los Cybercabs a gran escala podría tardar décadas, si es que llega a concretarse.
Reacción social y declive de imagen
Las protestas frente a concesionarios de Tesla, los actos de vandalismo y hasta los cargos federales por terrorismo contra algunos manifestantes son el reflejo de una creciente desaprobación hacia Musk y sus acciones. Su figura ha pasado de ser la de un innovador disruptivo a la de un magnate autoritario con vínculos peligrosos. La caída en la imagen pública de Trump, arrastra a Tesla y Musk, afectando directamente las decisiones de compra de los consumidores.
La postura arancelaria agresiva de Trump puso a Tesla en una situación complicada. Aunque todos sus vehículos vendidos en Estados Unidos se ensamblan localmente, la cadena de suministro global —especialmente sus componentes de baterías provenientes de China— la vuelve vulnerable a impuestos adicionales.
Por eso y por el desgaste de su imagen, parece que Elon Musk quiere alejarse de la administración de Donald Trump, a pesar de afirmar que esta liderando una “revolución” que en la realidad es solo un ataque frontal con recortes que han afectado programas de seguridad social y que genera temor en la población, si continúan avanzando
En este contexto, no resulta sorprendente que el entusiasmo por Tesla y Musk a nivel mundial esté disminuyendo. Entre resultados financieros mediocres, anuncios incumplidos, vínculos políticos cuestionables y un liderazgo cada vez más errático, el futuro de la empresa —y de su fundador— está rodeado de incertidumbre.
Por Alberto Giovanelli