viernes, 10 enero 2025 - 08:34

Del nieto 138 al muro en blanco. Ramiro Marra y el negacionismo

Por: Abril Ledesma

El martes amaneció con una imagen que rápidamente inundó las redes sociales y despertó indignación: Ramiro Marra, legislador porteño y figura clave del oficialismo libertario, pintando de blanco un mural que celebraba la recuperación del nieto 138.

Con una brocha en mano y ante las cámaras, Marra justificó su acción argumentando que era “una limpieza simbólica contra el adoctrinamiento”. Sin embargo su gesto, lejos de limitarse a una disputa partidaria se inscribe en una agenda más amplia: la consolidación de un negacionismo que busca desmontar los consensos históricos sobre memoria, verdad y justicia.

El simbolismo del mural

El mural en cuestión no era una obra cualquiera. La recuperación del nieto 138, como cada anuncio de Abuelas, representa un triunfo colectivo, una victoria de la memoria frente al olvido impuesto por los años más oscuros de la dictadura. La imagen pintada con aerosol no solo celebraba la vida recuperada, sino que también denunciaba los crímenes del terrorismo de Estado y mantenía viva la exigencia de justicia.

La decisión de Marra de borrar ese mensaje no fue casual. En un contexto donde las figuras libertarias como él, Milei  y Victoria Villarruel insisten en minimizar los crímenes de la dictadura, atacar un símbolo de la lucha por los derechos humanos es un acto político.

El envalentonamiento libertario y la agenda negacionista

La acción de Marra se inscribe en un clima político enrarecido, donde los referentes del gobierno de Javier Milei han encontrado espacio para avanzar con discursos que relativizan los 30.000 desaparecidos y cuestionan las políticas de memoria. Desde su asunción,  han impulsado medidas como la venta de Espacios de Memoria, despidos  y el recorte de presupuesto para organismos vinculados a los derechos humanos.

Victoria Villarruel, principal referente del ala negacionista del oficialismo, ha encabezado actos y declaraciones en los que reivindica a las “víctimas del terrorismo”, equiparando la violencia estatal de la dictadura con los crímenes de organizaciones armadas de los años 70. Este discurso que busca “revisar” la historia, no es otra cosa que un intento de legitimar el pasado represivo y socavar el consenso sobre la importancia de la memoria.

El impacto del negacionismo en la sociedad

Las redes sociales reaccionaron rápidamente al gesto de Marra. Mientras sectores afines al oficialismo celebraban la acción como una “limpieza de propaganda”, amplios sectores de la sociedad repudiaron el hecho. “No solo están borrando un mural, están borrando nuestra historia”, escribió un usuario en Twitter, sintetizando el sentimiento de quienes ven en este acto una agresión a las luchas colectivas por la memoria.

 Estos hechos no son aislados. Son parte de una política sistemática que busca desarticular todo lo construido en estos años. Un intento de transformar el régimen de nuestro país en uno mucho más autoritario y represivo.

Resistencia ante el avance del olvido

El gesto de Marra, aunque pequeño en apariencia, es un recordatorio de los tiempos que corren. En una Argentina donde el oficialismo avanza con discursos que buscan reescribir la historia, cada mural, cada placa y cada espacio de memoria se convierten en un campo de batalla.

La memoria no se borra con pintura blanca, pero el gesto de quienes intentan hacerlo no debe ser subestimado. La lucha por la verdad, la memoria y la justicia, como bien lo saben quienes han dedicado sus vidas a esta causa, es un camino largo, pero imprescindible. Porque la memoria, como la historia, no se negocian.

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