domingo, 24 noviembre 2024 - 22:42

El cuento fantástico en Argentina. Segunda parte

De Horacio Quiroga a Mariana Enríquez

En el artículo anterior dimos cuenta de tres de los periodos de desarrollo del cuento fantástico en Argentina que ocuparon la mayor parte del siglo XX. En esta segunda parte abordamos la última parte del siglo xx y este primer cuarto de siglo, destacando la importancia de los elementos comunes de esta historia secular y también de la evolución y madurez de este género en el país.

Década de 1980-1990: Renovación del género y el posmodernismo

Sin duda, Ricardo Piglia ( 1941-2017) fue uno de los escritores más destacados de la literatura argentina tanto en su rol de novelista como en el de ensayista siendo notable su obra Las tres vanguardias. Es conocido por sus policiales Respiración artificial y Plata Quemada pero como autor fantástico se destaca con  La ciudad ausente (1992) una de las obras más complejas y fascinantes de la literatura argentina contemporánea. La novela entrelaza elementos del policial, la ciencia ficción y el ensayo, construyendo un relato que desafía las convenciones tradicionales de la narrativa.

La trama se sitúa en una Buenos Aires distópica, marcada por la censura y la vigilancia. El protagonista, Junior, un periodista, investiga la existencia de una máquina creada por un científico, Macedonio (un guiño a Macedonio Fernández), que tiene la capacidad de narrar historias infinitas. Esta máquina contiene la voz de Elena, la esposa fallecida del científico, lo que añade una dimensión profundamente melancólica y romántica al relato. La máquina representa un símbolo de resistencia cultural frente a un régimen opresivo que busca controlar la memoria y la imaginación. La novela se estructura como un mosaico de relatos que emergen de la máquina, difuminando las fronteras entre las historias que cuenta y la historia principal. Este juego metatextual resalta las preocupaciones de Piglia sobre la relación entre el poder, el lenguaje y la memoria, y propone una reflexión sobre el papel de la literatura como espacio de resistencia frente a las imposiciones de la autoridad. A nivel formal, La ciudad ausente destaca por su estilo fragmentario y su densidad narrativa. Piglia utiliza referencias literarias y filosóficas, creando un texto que exige del lector un esfuerzo interpretativo. Las influencias de Borges y Kafka son evidentes en la construcción de una ciudad enigmática y un ambiente paranoico, mientras que el homenaje a Macedonio Fernández refuerza la dimensión autorreflexiva del texto.

En resumen, La ciudad ausente es una obra clave dentro del canon argentino, no solo por su exploración innovadora de las posibilidades de la narrativa, sino también por su capacidad de abordar temas universales como la pérdida, la memoria y la lucha por la libertad creativa. La novela trasciende el ámbito literario para convertirse en un testimonio sobre el poder transformador de las historias en tiempos de represión.

Otra destacada del fantasy argentino y de esta etapa posmodernista es Angelica Gorodischer (1928-2022) con su obra Kalpa imperial (1983). En ella reúne once relatos, once fragmentos de la historia del Imperio Más Vasto que Nunca Existió. El Imperio, de hecho, ha sido destruido y reconstruido infinidad de veces, y su historia vuelve a empezar con cada nueva dinastía de emperadores y emperatrices. Angélica Gorodischer crea un universo ficcional portentoso, absolutamente propio, donde la distopía se cruza con el realismo, la novela con el cuento, la metáfora sobre el poder con el drama humano.

El género fantasy en este periodo expresa con agudeza los cambios mundiales que transcurrieron en los años 80 y sobre todo en los 90 con la caída del Muro de Berlìn y un nuevo orden mundial capitalista al desaparecer (al menos en su forma institucional estatal) el estalinismo; con el derrumbe de la ex-URSS muchos autores se vieron inclinados a la distopía probablemente como una expresión de la incertidumbre y la crisis mundial. Responde también a la evolución tecnológica -la aparición de la tecnología digital en el escenario cultural mundial- y su impacto en la literatura. Sin duda ha sido un periodo de transición hacia el contemporáneo con un mundo cultural netamente digital.

Siglo XXI: Lo fantástico contemporáneo

En este periodo se destacan lxs autorxs Samanta Schweblin, Mariana Enriquez, Luciano Lamberti, Pola Oloixarac y Martín Felipe Castagnet entre una multitud y diversidad de escritorxs jóvenes que le han impreso a la literatura fantástica argentina un dinamismo considerable.

Samanta Schweblin es una de las voces más innovadoras del género en el ámbito contemporáneo. Sus relatos, breves y precisos, construyen un clima inquietante a partir de lo cotidiano, explorando temas como la fragilidad humana, el miedo y lo extraño. Sus obras más reconocidas son Pájaros en la boca (2009) y Distancia de rescate (2015) aunque tiene una gran cantidad de cuentos y algunas novelas más. Entre los cuentos se destacan Un hombre sin suerte, Papá N. Con Pájaros en la boca (colección de cuentos con el cuento homónimo como insignia), Schweblin crea un universo oscuro en el que la realidad se distorsiona levemente, introduciendo elementos extraños que provocan incomodidad. En esta obra ella combina elementos de terror y realismo extraño. En el relato que da título al libro, una adolescente desarrolla el hábito de comer pájaros vivos, causando desconcierto y rechazo en su padre. Los cuentos exploran temas de transformación, aceptación y tabúes sociales, posicionándose entre el horror y la compasión. En cambio en Distancia de rescate (2015),

novela corta, también conocida como Fever Dream en su traducción al inglés, explora el concepto de la maternidad y la contaminación ambiental en un entorno rural. La protagonista, Amanda, narra la historia a través de un diálogo con el joven David, que actúa como un guía en su lucha por entender qué sucedió con su hija. La historia se construye como un rompecabezas que enfrenta al lector con una creciente sensación de peligro. La novela se distingue por su atmósfera asfixiante y su crítica al impacto de la negligencia ambiental. Entre sus cuentos se destacan Un hombre sin suerte, Papá Noel duerme en casa y El Cavador este último claramente fantástico y de horror.

Mariana Enriquez ha sido una de las escritoras más influyentes en el desarrollo de un nuevo realismo oscuro en la literatura argentina. Su estilo directo y su habilidad para describir el horror en contextos urbanos han renovado el género. Su obra más reconocida es Las cosas que perdimos en el fuego (2016) combinación de horror urbano y realismo sucio. Este libro de cuentos explora los lados más oscuros de la sociedad argentina, desde la violencia de género hasta la pobreza extrema. Enriquez construye atmósferas cargadas de tensiones sociales y emocionales. En el relato “El chico sucio”, por ejemplo, una mujer de clase media se obsesiona con un niño que vive en la calle, enfrentándose a la desigualdad y la desesperación en un tono que raya en lo macabro. Enriquez aborda lo marginal, la violencia y el dolor, logrando un tipo de realismo sucio que se confunde con el horror. También ha ganado gran prestigio y reconocimiento con Nuestra parte de noche (2019), esta novela -ganadora del Premio Herralde- es una de las obras más ambiciosas de Enriquez. La historia sigue a un padre y su hijo mientras viajan a través de Argentina, enfrentando una orden secreta que busca alcanzar la vida eterna mediante rituales oscuros. La narrativa combina horror, fantasía y crítica social, explorando temas de herencia, poder y opresión. La fantasía y el terror urbano o contemporáneo siempre han estado unidos en la escritora pero hay una obra de su autoría que es la mejor expresión de su incursiòn en el fantasy y es Este es el mar (20XX) donde Mariana relata la aventura de una especie de seres entre extraterrestres y mitológicos cuya misión en la tierra es matar a rockstars para inmortalizarnos y se infiltran entre entre sus fans para cumplir este objetivo. Mariana como siempre hace uso de la ficción para reflejar temas de la realidad como por ejemplo el fanatismo, los ídolos y el negocio del rock en la época actual.

Luciano Lamberti es otro de los nombres destacados de la literatura fantástica contemporánea argentina, cuyo estilo combina realismo y elementos de horror. Su escritura se caracteriza por un tono seco y directo que aborda lo macabro desde una perspectiva cotidiana. El loro que podía adivinar el futuro (2016). Esta colección de cuentos explora lo siniestro en situaciones aparentemente normales. Los relatos tienen como protagonistas a personajes comunes enfrentados a situaciones inexplicables, como un loro que predice eventos, o un niño que asegura haber sido secuestrado por extraterrestres. Lamberti se enfoca en lo extraño y lo perturbador sin perder la conexión con la vida real, y su estilo recuerda a autores como Schweblin y Enriquez. No obstante, aunque son más del género terror u horror siguen en esta línea sus obras La masacre de Kruger, La maestra rural, Gente que habla dormida y su última novela Para hechizar un cazador con la que ganó el premio Clarín de novela en 2023.

Pola Oloixarac (1977 – presente) ha incursionado en el género fantástico con un enfoque que combina la tecnología y la antropología, explorando temas de identidad y realidad digital. En su novela Las constelaciones oscuras (2015) explora el impacto de la tecnología y la genética en la identidad humana. La historia entrelaza varias líneas temporales, desde el siglo XIX hasta un futuro cercano, cuestionando los límites entre lo natural y lo artificial, y planteando un futuro donde la tecnología redefine el concepto de humanidad.

Martín Felipe Castagnet (1986 – presente) el más joven de esta lista es un autor de ciencia ficción y fantasía cuyo estilo se centra en una crítica de la vida contemporánea, la tecnología y la existencia digital. En Los cuerpos del verano (2012) el protagonista revive en un cuerpo ajeno y experimenta las contradicciones de un mundo donde la muerte ha dejado de ser un obstáculo, pero en el que los cuerpos aún definen el estatus social. La historia transcurre en un futuro donde la conciencia humana puede ser transferida de un cuerpo a otro. Castagnet presenta una reflexión sobre la identidad y la alienación en un mundo cada vez más tecnológico.

Conclusiones y perspectivas

A lo largo de últimos cien años el cuento fantástico argentino ha evolucionado notablemente y ha ganado un sitio en el fantasy mundial, aún lejos de las extraordinarias ventas e impacto editorial o cinematogràfico que pueden ostentar Harry Potter o El señor de los anillos u otras obras anglosajonas o europeas, la actualidad de la nueva generación se inclina claramente hacia la ficción más cruda y si bien el cuento o la ficción más social, la literatura de género o la política tienen muchos y destacados referentes, la sola mención de Mariana Enriquez y Samanta Schweblin hablan del reconocimiento internacional que la literatura fantástica argentina de este último tiempo está teniendo y ellas son un faro hacia donde decenas y cientos de nuevos escritores nos dirigimos aún cuando sigamos también con pasión y fascinación la bella literatura de Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo. Este impacto es promisorio y se debe no solo al indudable y extraordinario talento de estas escritoras sino a que ha fermentado una nueva vanguardia literaria en este siglo XXI en Argentina porque sin duda tras la siniestra experiencia del menemismo, el 2001 y ahora las nueva ultraderechas libertarias, la realidad ha superado sin duda a la ficción y hay mucha tela para cortar. Que sigan los éxitos.

Orlando Restivo Rasón

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