jueves, 7 noviembre 2024 - 00:15

Elecciones. Estados Unidos entre Kamala Harris y Donald Trump

Tras largos meses de una campaña con elementos casi inéditos, atravesada por grandes movilizaciones en solidaridad por Palestina, el desarrollo de huelgas y la lucha por el aborto, este martes 5 de noviembre se están realizando las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, donde los ojos del mundo reposarán a la espera del sucesor de Joe Biden.

Una campaña electoral que tuvo cambio de candidatos, Harris por Biden, el intento de asesinato a Trump y un marcado ascenso en la lucha de los trabajadores y la juventud, este martes llega a su fin, aunque sin indicios de un claro vencedor.

Son 240 millones de estadounidenses los que durante esta jornada decidirán entre Kamala Harris, la representante de los demócratas y del establishment capitalista moderado; o por Donald Trump, el candidato republicano de ultraderecha que busca volver al poder como lo consiguió en 2016. Al final de la jornada, sea Harris o Trump el vencedor, el resultado tendrá repercusión a nivel global, sobre todo entendiendo el contexto de polarización social y política que recorre el mundo, donde a pesar de las particularidades de cada país, los outsider y el discurso del mal menor se repiten.

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La jornada electoral comienza con un escenario muy disputado entre los demócratas y los republicanos, tal es la situación, que como lo marcan las encuestas, son solo 7 de 50 los estados que terminarán de definir quien será el nuevo presidente de este país.

Producto del sistema de votación que existe en los Estados Unidos, el resultado girará en torno a lo que suceda en los llamados estados péndulos o estados bisagra. En este país no se elige directamente a los candidatos a presidente, sino que se votan representantes de estos en el Colegio Electoral de cada estado, en donde la cantidad de representantes está dada en función al número de población. Para conseguir la victoria al final del día, Harris o Trump necesitarán hacerse de por lo menos de 270 delegados de los 538 que existen en todo el país.

Como lo muestran los últimos números, la contienda principal que resolverá las elecciones estará centrada en el resultado de los estados péndulo, los cuales suman en total 93 delegados, los necesarios para poder definir el resultado de la elección. Estos 7 estados que todavía no muestran un claro ganador son Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Arizona, Wisconsin y Nevada. Todos ellos, ubicados en lugares estratégicos de Estados Unidos, por ejemplo, Pensilvania (19 delegados), Michigan (15 delegados) y Wisconsin (10 delegados) se encuentran en los que se conoce como el Cinturón del óxido, un lugar que solía ser el motor industrial del país y donde post crisis del 2008 la clase trabajadora fue duramente golpeada. Este sector del país resulta determinante, tal como señalan las últimas dos elecciones (Trump en 2016 y Biden en 2018): el que triunfe en esta zona termina catapultado a la presidencia.

Estas elecciones están enmarcadas en un clima de una polarización social y política exacerbada. Las movilizaciones en solidaridad al pueblo palestino, encabezadas por la radicalización de un sector de la juventud, hicieron que el genocidio israelí se meta en la agenda electoral. También este proceso se desarrolla en un momento de crecimiento en la organización sindical y de las huelgas a niveles casi históricos para los Estados Unidos. Cuestiones que no tendrían ningún tipo de solución gane Trump o triunfe Harris.

Por un lado, Kamala Harris viene de una campaña exprés de tres meses, luego de que los aportantes demócratas bajaran de la carrera a Biden por su deteriorado estado de salud. La candidata podría ser la primera presidenta de los Estados Unidos y, producto del discurso de ultra derecha de Trump, se ubicó como la representante que dé respuesta a algunos de los procesos de movilización que se desarrollan en este país. Harris promete terminar con la penalización del aborto, llama a un alto al fuego en Gaza y se posiciona como una respuesta para la población negra y latina del país. Favorecida por el discurso reaccionario de Trump pueda hacer estos posicionamientos tramposos, por ejemplo, en el caso del genocidio israelí, a pesar del llamado al alto al fuego, nunca se expresó por el financiamiento y el armamento enviado por el presidente Biden.

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En el caso de Trump existe la posibilidad de que por primera vez en la historia en Estados Unidos asuma un presidente condenado y declarado culpable de 34 cargos. Atado al discurso que profesa la ultraderecha alrededor de todo el mundo, el multimillonario no fue ajeno a esto y en la campaña buscó consolidar su base social que nunca se diluyó luego de la finalización de su primer mandato presidencial. En todos sus actos Trump se dedicó a atacar a las minorías, a los migrantes y a prometer la reconstrucción de la economía luego del desastre de Biden. Por el lado de los migrantes, promete realizar la deportación más grande de toda la historia, donde 11 millones de personas podrían verse afectadas. Es tal el nivel reaccionario de sus declaraciones, que quien fuera jefe de Gabinete en su anterior presidencia, John Kelly, en un acto realizado en el Madison Square Garden advirtió que Trump podría gobernar como un dictador por unos meses.

Es tal el nivel de polarización que existe en el país gendarme del mundo, que muchos sectores del progresismo y parte de la izquierda estadounidense, casi sin debate alguno, equivocadamente solo se han dedicado a llamar por el voto a Kamala Harris, potenciando el discurso del mal menor, y haciendo caso omiso del currículum de esta candidata y de su partido. No hay que olvidar que durante su trayectoria como fiscal se encargaba de procesar penalmente a los padres de los niños que faltaban a la escuela.

Al final de la jornada  lo que sí es seguro es que se abrirá un nuevo momento a analizar, donde la reconfiguración de la principal potencia imperialista, la cual se encuentra en unas crisis interesantes, se pondrá en marcha.

El advenimiento de un segundo mandato de Trump promete cambios en la economía del país, en la relación de este con los conflictos bélicos en desarrollo y en la relación con los demás países. Tal es así que una de las tácticas que tiene Javier Milei para poder sobrepasar la crisis argentina es que, con un nuevo gobierno del multimillonario, se habilitaría un nuevo programa económico con el FMI. Por el lado de Harris se augura una continuidad con la línea de Biden. Lo que es seguro, es que la calidad de vida de los trabajadores estadounidenses lejos estará de cambiar de rumbo con estos candidatos, y el rol de este país como jefe del mundo se tratará de mantener.

Desde mañana podes ver todas las conclusiones de estas elecciones en el sitio web de la Liga Internacional Socialista.

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