jueves, 21 noviembre 2024 - 07:25

¿Qué es una DANA?. Negligencia, negacionismo y responsabilidades políticas en la catástrofe de Valencia

Al momento de escribir esta nota la cifra de víctimas fatales por el temporal en España asciende a 210 y hay centenares de desaparecidos. Mientras se vuelve cada vez más evidente las responsabilidades políticas gubernamentales en las consecuencias más graves de la catástrofe crece la solidaridad y la participación popular en las tareas de rescate, ayuda y limpieza.

¿Qué es una DANA?

Para comprender mejor el fenómeno de la DANA recurrimos al Doctor Guillermo Goldes, divulgador científico de FAMAF UNC y del Observatorio Hidro Meteorológico de Córdoba. Quien generosamente nos compartió el siguiente texto:

La semana que pasó, y por la fuerza de los hechos, tuvimos que aprender una palabra, en realidad un acrónimo, que no figuraba en nuestro léxico. DANA. La tragedia meteorológica ocurrida en las afueras de Valencia nos obligó a hacerlo. Y nos trajo también recuerdo de tragedias más próximas geográficamente, como la que ocurrió en Sierras Chicas en febrero de 2015. Por sus consecuencias y también por su génesis, dos eventos meteorológicos extremos, aunque muy diferentes entre sí. Con algunas similitudes, también.

En cuanto a los parecidos, podemos decir que en ambos casos llovió mucho, muchísimo, en un corto período de tiempo. 300 milímetros en 10 horas en el caso de nuestras serranías. Mas de 450 milímetros en una noche en el caso español. En ambos eventos lo que habitualmente llueve en varios meses se concentró en unas horas. Y es bien sabido, cuando llueve mucho en cortos períodos de tiempo la cantidad de agua acumulada es enorme. Difícil de imaginar en cuanto a su volumen. Agua que, en geografías como la cordobesa o la valenciana, se acumula rápidamente en cursos que habitualmente son muy poco caudalosos, y los desborda totalmente. Al hacerlo, inunda todas las zonas ribereñas, en general poco preparadas para esas circunstancias.  Para cuantificar la cantidad de agua caída en una lluvia moderada debemos recurrir a hacer cálculos sencillos. Solo a modo de ejemplo. Supongamos que sobre el ejido urbano de la ciudad de Córdoba llueven 30 milímetros durante una jornada. La superficie de la ciudad de Córdoba, supongamos que delimitada por la avenida de circunvalación, es de unos 576 kilómetros cuadrados. Si caen 30 mm de agua en forma uniforme dentro de la ciudad, el volumen de agua total alcanza la increíble cantidad de 17 millones de metros cúbicos, es decir, 17 millones de toneladas de agua. A modo de comparación, esa es la cantidad de agua que atraviesa la ciudad de Córdoba por el curso del Suquía durante un mes. Y estamos hablando de una lluvia de solo 30 mm, y solamente sobre la ciudad de Córdoba. Los números asustan. Toda esa agua corre hacia los lugares bajos y allí se concentra. Fluye hacia sus desagües naturales, o bien se acumula en las zonas bajas que no tienen tal desagüe.

Ahora tratemos de explicar en forma sencilla la génesis de esas lluvias en el caso español, que es muy diferente a lo ocurrido en Córdoba. Y debemos comenzar por el principio. Porque el propio nombre de estos eventos, DANA, es sumamente revelador. Es una sigla muy utilizada en España que significa Depresión Aislada en Niveles Altos. Como en la mayoría de las tormentas, hay un área de baja presión atmosférica, menor a la de zonas circundantes. En las áreas de bajas presiones se desencadenan, a la larga o a la corta, tormentas. Porque los vientos circulan desde las zonas de presiones altas, que son zonas de buen tiempo, hacia las presiones bajas. Esas regiones de baja presión reciben vientos, en principio desde diferentes direcciones. Y esos vientos colisionan entre sí, en esos centros ciclónicos, como se llama técnicamente a las áreas de baja presión atmosférica. Como las diferentes masas de aire suelen tener, además, diferente temperatura y diferente carga de humedad o vapor de agua, a las turbulencias propias de los vientos se agrega el hecho de que se produce condensación del vapor de agua, y por lo tanto, se generan lluvias o granizo. La condensación, además, libera energía adicional en la alta atmósfera, que puede considerarse el motor que realimenta las tormentas. Eso en términos generales.

Ahora bien, en las DANAs la depresión está aislada, confinada entre masas de aire a presión mayor. Por ello, no se desplaza, sino que puede permanecer durante muchos días en la misma posición, generando tormentas y lluvias de forma continua. Se puede decir que se trata de una especie de burbuja de bajas presiones que se encuentra bloqueada entre otras masas de aire a mayor presión, y que está separada momentáneamente de la circulación general de la atmosfera. Es persistente y hace llover durante todo el tiempo en el mismo lugar. Receta para el desastre.

En cuanto a las dos últimas letras de la sigla, “NA”, significa, como ya adelantamos, en niveles altos. Efectivamente, las DANAs son zonas de baja presión que no se encuentran a nivel del suelo, sino en alturas medias, digamos, a unos 5 km. Incluso pueden no tener ningún contacto con el suelo. Esto requiere alguna explicación adicional. Estamos acostumbrados, los cordobeses, a lidiar con bajas presiones que se dan sobre todo en verano, a nivel del suelo. En esos casos, el calentamiento extremo del suelo calienta a su vez el aire que se encuentra en contacto con el mismo. Es el aire en el seno del cual nos movemos, y que también respiramos. El aire al calentarse se dilata. Al dilatarse, se hace menos denso y tiende a ascender en una columna convectiva. Pero al ascender, deja tras de sí una zona de presión baja. Si el calor se prolonga durante muchos días en forma continuada, como en una ola de calor, ese efecto se potencia y estaremos inmersos en una gran zona de baja presión, en la cual ocurrirá en algún momento una tormenta. Y probablemente intensa.

En las DANAs la situación es diferente, pues hay una zona de baja presión aislada, bloqueada, en altura. Es que esa gran burbuja no está formada por aire caliente, sino que su núcleo es aire frío desprendido de alguna de las corrientes que circulan en altura, en general provenientes de latitudes mayores, es decir, de más cerca de los polos. Por eso su nombre popular de gota fría. Aire frío y seco, a baja presión proveniente de regiones cercanas a los polos, que se ha desprendido de una corriente de altura y ha quedado aislado, confinado. Esa burbuja de baja presión recibirá aportes de humedad que provienen de corrientes de aire más cálidas asociadas a la evaporación del agua de mar, y allí se generaran entonces fuertes turbulencias, tormentas, borrascas, con condensación y precipitaciones violentas. Ese es el escenario general. Por eso las DANAs están asociadas a zonas marinas o costeras, y no a geografías mediterráneas como la nuestra, en las cuales predominan otros tipos de tormenta. Que pueden ser igualmente destructivas, por cierto.

Cuando consulté al meteorólogo Edgardo Pierobon, del Observatorio Hidro Meteorológico de Córdoba y del Servicio Meteorológico Nacional, no dudó en afirmar que en América del Sur existen fenómenos análogos a las DANAs, que se manifiestan también en zonas costeras, solo que aquí se prefiere la denominación de Bajas Segregadas. Comentó que, en la zona costera central de Chile suelen darse, con efectos muy dañinos. Y agregó que el temporal que se vivió en Comodoro Rivadavia en 2018, que también produjo daños severos, desbordes, inundaciones, cortes de rutas, etc., fue un episodio del mismo tipo.

No fue sólo un fenómeno climático

Luego de la excelente explicación del Doctor Goldes es necesario indagar si en algunas causas como en las devastadoras consecuencias del fenómeno climático hay responsabilidades políticas.

La provincia de Valencia, la más afectada, y las de Albacete y Cuenca sufrieron lluvias torrenciales que desbordaron los cauces de los ríos, inundaron calles y campos, arrastraron autos, derribaron puentes y dejaron la mayor cifra de muertos y desaparecidos por un desastre natural en la historia reciente de España.

Residentes de las zonas impactadas denunciaron en los medios de comunicación locales y en las redes sociales que las autoridades no les avisaron para que se prepararan o evitaran exponerse.

A esta altura de los hechos varias cuestiones van quedando claras y se pone en evidencia que tamaña devastación y muerte no fue sólo la consecuencia inevitable de un fenómeno climático. Al omitir la emisión de las alarmas mientras se avecinaba una catástrofe sin precedentes, miles de personas del área metropolitana de Valencia debieron continuar su jornada laboral habitual. Eso explica que una alerta roja establecida durante todo el día haya habido tanta gente haciendo vida normal. El gobierno del PP y VOX esperaron a la finalización de la jornada laboral -20hs-(1) para emitir la señal de alarma a todos los ciudadanos valencianos. Cuando hacía más de dos horas que la inundación se había desatado. Al coincidir con el regreso a casa de miles de personas los coches se convirtieron en trampas mortales. Un aviso con 24hs de antelación y la suspensión de toda actividad laboral, ya que se contaba con la información del evento inminente, era la decisión política que hubiera hecho falta para proteger la vida de todas estas personas y que la cifra de víctimas fatales hubiera sido sensiblemente menor.

A esta acción puntual de negligencia hay que sumarle responsabilidades previas:  el presidente de la Comunidad Valenciana Carlos Mazón del Partido Popular apenas asumió en su cargo hace un año, suprimió la Unidad Valenciana de Emergencias atendiendo a las peticiones de su socio de gobierno, la ultraderecha de VOX, quienes son enfáticos militantes negacionistas del cambio climático. Una vez más es claro que el negacionismo mata y ellos son los culpables ideológicos y políticos de que mucha gente no haya podido ser rescatada de este devastador temporal a tiempo, como también de que muchos ciudadanos se encontraran en esos momentos fuera de sus domicilios como si de un día normal se tratara.

La evidencia científica proveída por el informe especial del IPCC (Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático), dos grados más de temperatura media a nivel mundial generará un 170% más de riesgo de inundación. Los modelos climáticos proyectan diferencias sólidas en las características climáticas regionales entre el calentamiento actual y el calentamiento global entre 1,5 °C y 2 °C. Estas diferencias incluyen aumentos en: temperatura media en la mayoría de las regiones terrestres y oceánicas, extremos cálidos en la mayoría de las regiones habitadas, precipitaciones intensas en varias regiones y la probabilidad de sequía y déficit de precipitaciones en algunas regiones. Hay mucha evidencia de que vamos camino a superar esos 2 grados más, con respecto a niveles preindustriales. Esto por sí sólo debería una gran razón para realizar cambios de fondo, atender y prever este tipo de eventos. Sin embargo, existen sectores negacionistas, como los de Vox, que piensan que las Unidades de Emergencias son un gasto innecesario.

Solidaridad con el pueblo valenciano

En estos momentos solo se puede pensar en lo urgente. Y en que todos los afectados por la DANA recuperen sus vidas lo más rápido posible. Por eso en este momento la solidaridad de la población está siendo fundamental para que los damnificados puedan comer, beber y limpiar las calles ya que la ayuda estatal todavía no ha llegado a todos los lugares afectados.

Te puede interesar: DANA. Ante la catástrofe, solidaridad con el pueblo valenciano

El Estado tiene que poner todos sus recursos para que los ciudadanos recuperen lo más rápido posible y sin trabas burocráticas todo lo que han perdido en esta catástrofe medioambiental. A la vez se debe exigir las responsabilidades políticas pertinentes que han hecho que la cifra de fallecidos sea tan elevada.

Nuestros camaradas de Socialismo y Libertad (SOL) en Valencia se encuentran, como tantos miles de valencianos, ayudando a los vecinos, limpiando calles, participando de las colectas de alimentos y diferentes elementos de primera necesidad. En una catástrofe climática sin precedentes, la solidaridad está a la orden del día.

Notas:

1) La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) venía desde el jueves 24 alertando de la llegada a la Península Ibérica de una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), el fenómeno atmosférico que ha ocasionado el desastre.

El martes 29 a las 07:30 de la mañana, la Aemet elevó una alerta roja por lluvias, lo que implica la previsión de “fenómenos no habituales de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto”.

A las 11:50, la Confederación Hidrográfica del Júcar, organismo dependiente del gobierno español encargado de gestionar las aguas del río Júcar, que recorre la zona afectada, informaba a través de la red social X que uno de sus afluentes mostraba una “crecida considerable” y otro veía crecer su caudal “de forma importante”.

Alrededor de las 13:00 h, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat valenciana, el gobierno regional de la Comunidad Valenciana, pedía en las redes sociales “prudencia en las carreteras y mucha atención a las indicaciones de las autoridades”.

Pero Mazón dijo también: “según la previsión, el temporal se desplaza hacia la Serranía de Cuenca en estos momentos, por lo que se espera que hacia las 18.00 disminuya su intensidad” en la Comunidad Valenciana.

En lugar de eso, se desplazó por la región sembrando el caos.

Según el recuento de la agencia Efe, a las 19:17, la Generalitat elevaba la alerta a Nivel 2 en las comarcas de Utiel, Requena y la Plana.

Y finalmente, a las 20:00, enviaba el mensaje de alerta a los teléfonos móviles de toda la población.

Para entonces, la mayoría de los valencianos ya sabían que la situación era excepcional y peligrosa porque lo estaban viendo con sus propios ojos.

Noticias Relacionadas