martes, 30 abril 2024 - 15:55

Remedios Varo. La pincelada precisa de los paisajes oníricos

Durante todo el verano se continuán exhibiendo las obras de esta rebelde artísta en el Malba, esta reflexión invita a conocer su obra.
Observar alguno de sus cuadros nos remiten al Bosco. Un entramado de figuras mayormente femeninas y de animales entre coordenadas galácticas, perspectivas inversas que desafían las leyes naturales, como la gravedad, miniaturas ocultas en algunas de estas escenas como mensajes en clave.
Nacida en Anglés, un pueblo al noroeste de España en 1908, ávida lectora de autores como Edgard Alan Poe, Julio Verne, Alejandro Dumas. Su padre era ingeniero hidráulico y un ser histriónico, la incentivaba a copiar sus planos, desafiándola a perfeccionarlos cada vez más, con lo que la niña hacía varias copias del mismo hasta que eran muy similares al original. Esta cotidianeidad con lo geométrico, lo lúdico y ciertas ideas sobre lo místico que también el hombre profesaba van a marcar la vida y la obra de la artista. Su madre era una ferviente católica, de hecho la primera escolaridad la transitará en escuelas parroquiales, pero a Remedios la religión tal y como la había experimentado le era adversa.
A los quince años ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. Se recibe como profesora de dibujo. Durante este tiempo frecuentaba la Residencia de estudiantes de la ciudad en tertulias y reuniones con personalidades como Dalí y Lorca. El lugar era el centro más importante de innovación artística y científica del país.
En la década del 30 mientras residía en Barcelona, participa de un grupo de vanguardia Logicophobista. El nombre apelaba a la necesidad de expresar estados mentales que escapasen a la lógica o leyes naturales. Muy cercanos al movimiento que Bretón había fundado en Francia, el surrealismo. En el 35 la pintora comparte su estudio de trabajo con Esteban Francés, que la introduce en el círculo de artistas surrealistas.
La guerra civil irrumpe la península, y Remedios se involucra del lado de los republicanos. En estas circunstancias conoce al poeta Benjamin Peret con quien establece una relación profunda, separándose de su marido. Viaja nuevamente a París y se nutre del núcleo más importante del surrealismo. Participa de la Exposición Internacional del surrealismo en el 37 en Tokio.
La guerra hace que tenga que migrar, Francia estaba siendo ocupada por los nazis y corrían peligro. Su destino será México. En la ciudad de los exilados por la política de Cárdenas, Remedios conoce a personalidades como Octavio Paz, el muralista Rivera y Frida Khalo. Pero serán otras dos mujeres de las artes con quienes tendrá una unión de trabajo, amistad profunda y acuerdos políticos.


Las tres brujas


Remedios Varo se reencuentra en el país del tequila con Leonora Carrington, pintora inglesa que había pasado por una internación en un hospicio, luego de que los nazis detuvieran a su pareja Max Ernst, y Kati Horna, la húngara fotógrafa antifascista. Compartían los espacios de creación, las ideas progresistas contra el fenómeno de extrema derecha que asolaba Europa.
En 1947 viaja a Venezuela contratada por el instituto Francés en América Latina. Su tarea en el país consistía en estudiar con microscopio a los distintos tipos de mosquitos, colaborando con una campaña de salubridad contra el paludismo. Desarrolla su tarea como ilustradora entomóloga. Este conocimiento lo llevará también al Instituto Venezolano de Malaria.
A partir de 1953 su obra se hace prolífera y expone en distintos espacios de México.
Como suele suceder con los grandes, nunca pudo vivir de sus pinturas, se dedicó para ello a la ilustración publicitaria.
Los grandes museos del mundo albergan sus distintos períodos, los coleccionistas pagan altas sumas por sus lienzos. Pero es probable que su difusión entre los sectores populares, en particular entre las mujeres, se deba a la revolución feminista que recorrió los continentes.
Una anécdota para rescatar sobre lo que pensaba del sistema, en particular el financiero:
Vino a verla un banquero para encargarle un mural sobre la historia de la banca. Después de unos momentos de reflexión, Remedios dice «Si, se podría hacer. Me imagino un hombre a la entrada de su caverna con un montón de huesos que está protegiendo con un gran mazo». Desde luego el interesado no volvió a presentarse.
La exposición del Malba es la primera dedicada a la artista en Argentina. El recorte temporal se extiende de 1938 a 1963 y hace hincapié en este exilio. Se trata de 35 pinturas, 11 dibujos preliminares y 60 bocetos. Se inauguró el año pasado, pero se extenderá hasta el 15 de Febrero.

Diana Thom

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