miércoles, 16 octubre 2024 - 06:21

Inversiones. Niños como nuevos consumidores

La Comisión Nacional de Valores, a través de una resolución general habilita a niños de hasta 13 años a poder comprar y vender acciones, bonos y otros títulos financieros.

La ley del mercado

La medida se ampara en “promover diferentes herramientas e instrumentos que faciliten el acceso de los jóvenes al sistema financiero; así como también fomentar el ahorro e impulsar la educación financiera desde edades tempranas”.

Especialistas apuntan a que es una medida peligrosa, en un escenario donde crece la ludopatía en los jóvenes por medio de las apuestas online. Del mismo modo, los jóvenes de esa edad no tienen la madurez necesaria para gestionar las consecuencias de “invertir”, sino que alimentan actitudes dependientes que no colaboran a la formación del autocontrol.

El fundador de Cocos Capital, Ariel Sbdar, festejó la medida a través de sus redes sociales: “Desde los 13 años se va a poder abrir una cuenta en Cocos Capital para comprar bonos argentinos sin pagar comisiones. Vamos a tener que redoblar esfuerzos en lo que estamos haciendo de educación financiera para menores. ¡Gran noticia para Argentina!”

Asimismo, el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Jorge Macri, ya anunció la inclusión de programas de educación financiera para las escuelas porteñas a partir del 2025.

Interés y objetivo

La medida no solo aumenta la cantidad de los consumidores de las aplicaciones de moda que se utilizan para invertir y, por ende, regocija a los dueños de estas, sino que también desenmascara parte de la visión que tiene este gobierno y sus aliados sobre la educación.

Se multiplican por cientos los influencers financieros que utilizan mecanismos de estafas Ponzi para vender sus cursos u operar en la bolsa, que tienen como unos de sus ejes plantear que la universidad no sirve para nada porque el estudio no genera la “rentabilidad” que otorga el mercado financiero.

A esta idea abona el gobierno, que desfinancia la universidad dejándola al mínimo de sus capacidades, plantea en las sombras avanzar con arancelamiento y en paralelo, habilita a que se vendan estos sueños ficticios del capital financiero.

Una arista más del plan antieducativo de Milei, que prefiere a los jóvenes liquidando sus ahorros con la compra de acciones que en universidad estudiando una profesión que contribuya a la comunidad. De la misma manera, sus socios son rápidos para plantear programas de educación financiera, pero cada vez que se plantea mayor presupuesto para las escuelas “no hay plata”.

La verdadera inversión que se necesita es en educación y se precisa para ello presupuesto y los mecanismos democráticos para que las comunidades educativas puedan discutir las necesidades reales que tienen las escuelas y los estudiantes.

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