domingo, 17 noviembre 2024 - 18:23

Cristina conducción. Enderezar y ordenar al PJ ¿es la alternativa a Milei?

En pleno ajuste nacional y en las provincias, con las patronales quitando derechos, Cristina sacó otra carta diciendo “aceptar el desafío” de presidir el PJ. Criticó duro a Milei y propone “enderezar y ordenar” al PJ para convocar a otros y volver a ser opción electoral. Pero, ¿es eso lo que necesita el pueblo trabajador o llegó el tiempo de hacer algo nuevo, con la izquierda?

Días atrás su hijo Máximo Kirchner, actual jefe de La Cámpora y del PJ bonaerense; Wado de Pedro y otros dirigentes K como la intendenta Mayra Mendoza lanzaron un “operativo clamor” para que la expresidenta y vice de Alberto Fernández sea quien encabece el PJ. Ante eso, Cristina sacó su nueva carta este lunes 7 para “agradecer las muestras de cariño y los apoyos para ser la presidenta del partido” y decir que está “dispuesta a aceptar el desafío de debatir en unidad”. Volviendo a repetir su teoría de que “acá no sobra nadie”, con la que encumbró a Alberto como su compañero de fórmula para ganar así la presidencia. El final de esa película es por todos conocido.

Como el gobierno de Milei sigue en caída y la situación es crítica para millones, CFK se postula y se le “anima” cada vez más, proponiéndose para encabezar el PJ y convocar desde ahí, a “reagrupar a todas las fuerzas políticas y sociales detrás de un programa de gobierno que devuelva la esperanza” a los argentinos.

¿En 2027 y en las urnas o ahora y en las calles?

La ex presidenta cuestiona con dureza al gobierno y denuncia “el feroz programa de ajuste que desestabiliza la sociedad”, criticando sin vueltas al presidente porque “avanza a los hachazos sobre jubilados universidades y hasta hospitales de salud mental”. También por generar un clima de violencia generalizada, en un “peligroso ‘liderazgo’ del caos y la destrucción”.

Ante tan fuertes críticas y crudas denuncias que podemos compartir, cuando menos cabe esperar un llamado a la mayor unidad en la acción para enfrenar y parar ya este ajuste “a los hachazos” y al propio gobierno liberfacho de Milei, como el responsable de traernos a “una Argentina que se ha vuelto imposible para la mayoría de sus habitantes”, como Cristina denuncia. Pero su llamado a la unidad es otro y lo aclara al proponer una “unidad que necesita dirección y proyecto para construir el mejor peronismo posible…”. Con ello deja bien en claro que su proyecto se limita a recuperar el PJ y a “su reconstrucción” como posible alternativa de un futuro recambio, si esta experiencia nefasta de Milei terminara mal para la burguesía y el imperialismo que aún lo apoya.

Por eso a renglón seguido reafirma lo que venimos diciendo: que su salida es meramente electoral y alejada de las urgencias de quienes no llegan a fin de mes o del millón de pibes que se van a dormir sin cenar, como denuncia UNICEF. Porque CFK piensa y plantea una salida hacia el 2025-2027 y en las urnas cuando convoca a “concebir a nuestro partido como el instrumento para dar el primer paso para reagrupar a todas las fuerzas políticas y sociales” detrás de un hipotético futuro gobierno. Algo muy lejano para las y los jubilados, la educación y la salud pública atacadas, para los 25 millones que viven en la pobreza o en una indigencia de niveles históricos. Ante esta catástrofe social, lo urgente es luchar ahora y en las calles para derrotar a Milei. Y construir una alternativa realmente nueva y distinta de los gobiernos y partidos que nos trajeron hasta acá.

Porque Milei se tiene que ir y se debe luchar por eso, pero sin volver hacia atrás ni caer en reiteradas frustraciones. Es momento de animarse a cambiar, postular algo nuevo con la izquierda y darle la espalda al PJ, responsable de que creciera como nunca esta ultraderecha.

Con el dedo de Cristina vendrán nuevos Albertos

En ese sentido y sin plantear autocrítica -o más bien para eludirla- CFK se pregunta cómo llegamos a este momento inédito. Su respuesta responsabiliza centralmente a la gente, al limitar todo a la supuesta antinomia o “desencuentro argentino: peronismo y anti-peronismo”, como si esa fuera la causa de que la ultraderecha llegara a la presidencia. O porque la gente se habría vuelto “gorila” al plantear que “una parte de nuestra sociedad está dispuesta a soportar cualquier cosa antes de que gobierne un peronista”, como sostiene Cristina sin ruborizarse ni asumir responsabilidad alguna.

Y este es el segundo problema de su carta, porque al servicio de contrabandear la conocida política del mal menor, busca teorizar diciendo que el problema sería el sistema de balotaje, el que explicaría por qué primero Macri y después Milei pudieron llegar a ser gobierno, ya que ese mecanismo electoral que el PJ votó para salvar la gobernabilidad, sería responsable de juntar los votos del antiperonismo que CFK vislumbra como la razón de los actuales padecimientos.

En 2007 Cristina fue con Cobos (UCR) a presidente y vice, mientras Scioli fue su candidato a gobernador bonaerense

Esto tiene un problema al chocar con la realidad y lo que pasó en las últimas décadas, ya que Cristina, como antes Perón, al lograr arrancarles distintas concesiones a partir de  apoyarse en una coyuntura económica e internacional particular, llegaron a ganar elecciones por el 62% de los votos (en 1951 y 1973) o por el 54% (en 1946 y en 2011), en elecciones directas y con los demás partidos tradicionales muy atrás.

Es decir, su hipótesis sobre “el ADN del enfrentamiento que anida en los argentinos” es pura autojustificación para no tener que asumir su responsabilidad de haber llevado a tres exponentes de la derecha liberal del PJ como Scioli, Alberto y Massa como sus candidatos a presidente. Quiere ocultar su propio giro a derecha al haber elegido a un derechoso como Daniel Scioli para que fuera su sucesor y candidato presidencial del PJ ante Macri. Y luego elegir a Alberto Fernández como su compañero de fórmula, quien nos hundió en la miseria y le abrió así la puerta a esta ultraderecha. Ni en reconocer su responsabilidad por bancar a otro derechoso y amigo de la embajada yanqui como Sergio Massa para ser su ministro y aplicar un feroz ajuste para luego enfrentar a Milei como candidato a presidente también del PJ.

Al contrario, Cristina lo defendió siempre, diciendo que “Massa agarró una papa caliente”, para dejar así que el ajuste lo pague la gente a la que pretende culpar. Ahora, al querer conducir al Partido Justicialista nacional, la que fuera responsable de llevar a Alberto a la presidencia será la dueña de la lapicera del PJ y querrá definir con su dedo que vengan nuevos o peores Albertos Fernández.

Un PJ aggiornado más a derecha

Su carta deja también otras falacias y tergiversaciones de la realidad. Como decir que la dictadura cívico-militar de 1976 y los golpes “persiguieron, encarcelaron, torturaron y desaparecieron a los peronistas”; cuando también la izquierda tuvo muchos desaparecidos y nuestro partido, el entonces PST, tuvo más de un centenar de asesinados y desaparecidos, muchos a manos de bandas fascistas como la Triple A del gobierno de Isabel Perón, López Rega y el PJ.

Sin nombrarlo ni hacerse cargo tampoco, cuestiona el neoliberalismo de Menem y el PJ, diciendo con cinismo que “se sostuvo con privatizaciones del patrimonio estatal y un creciente endeudamiento”, cuando los Kirchner apoyaron su gobierno y fueron quienes aseguraron el quórum y los votos necesarios para que Menem privatizara YPF. O al ser “pagadores seriales” de la deuda como Cristina reconoce incluso en esta carta al reivindicar el “canje” a los bonistas buitres y que Néstor pagara “taca-taca” y sin investigar al FMI. Como también hizo Cristina al pagar al Club de París, con Kicillof como su ministro de Economía.

Pero lo más preocupante es cuando vuelve a insistir con que “nada está grabado en piedra y todo debe ser repensado y discutido”, como dijera en su carta del 6 de septiembre (ver nota al pie[1]) para proponer una reforma laboral, educativa, del Estado y en seguridad, sin “consignismos”. En otras palabras, CFK propone asumir la agenda de la derecha más rancia para aplicarla con modos distintos que el actual gobierno. No le habla acá a su base social, sino a las corporaciones y al imperio para que la consideren un recambio serio y aggiornado, pero más a derecha. Por eso el PJ y las burocracias sindicales que le responden no buscan derrotar a Milei y su ajuste, sino desgastarlo, que haga el “trabajo sucio” y capitalizar electoralmente más adelante.

De “Braden o Perón” a Marc Stanley. De “combatir el capital” a defenderlo

En esto de arriar banderas, lejos del “Braden o Perón”, por el entonces embajador de Estados Unidos como consigna del triunfo peronista en 1946, Cristina se veía con el embajador yanqui, Marc Stanley para pedirle “apoyo y colaboración” para pagar la deuda con el FMI. Además, por la embajada yanqui desfilaron Massa, Wado de Pedro, la CGT y hasta Baradel y Yasky de la CTA, los que defendieron ir a lamer las botas del representante imperial, desechando todo rasgo antiimperialista.

Cristina con el embajador yanqui, Marc Stanley

También lejos de “combatir al capital” como decía la marcha peronista, el PJ no tomó medidas contra los poderosos. Es más, abiertamente Cristina defiende al capital y machaca con el supuesto “triunfo del capitalismo y la derrota del campo socialista”, insistiendo en que “el capitalismo es el sistema de producción de bienes y servicios más eficiente, frente al modelo colectivo, socialista o comunista”.

El problema es que Argentina produce alimentos para 400 millones de personas y tiene a 8.5 millones de indigentes (18,1%) sufriendo hambre y desnutrición, ese es el capitalismo real, muy diferente de lo que Cristina defiende. El capitalismo es hambruna, contaminación, saqueo, guerras, endeudamiento y ajuste a los pueblos. Para garantizar así que el 1% de mega ricos acumulen las mayores fortunas en la historia de la humanidad.

Para no perder votos y militancia por izquierda, CFK suele descalificarnos y acusarnos de querer “expropiar todo”. Cuando nuestra lucha es para que “los expropiadores sean expropiados”, como planteó Karl Marx en El Capital (Tomo I – Capitulo XXIV). Dicho en palabras del Manifiesto Comunista, se horrorizan y nos reprochan por “querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad”.

¿Enderezarlo? El PJ no va más. Algo nuevo con la izquierda

El PJ especula con volver a ser gobierno y se ofrece como administrador confiable de la reconfiguración capitalista que resulte del tendal antiderechos de Milei, para seguir siendo pilar de este régimen de alternancia de coaliciones y una “democracia” para los ricos y el FMI, más allá de las diferencias en los ritmos y formas o del sector patronal que expresan. Al ser puntal del capitalismo semicolonial al que redujeron la Argentina y defraudar a millones, los últimos gobiernos del PJ son derrotados por la derecha y ultraderecha, después de aplicar su agenda.

En vez de plantear algo nuevo, que deje atrás al PJ, ni Grabois saca los pies del plato y sigue en esta fuerza encargada de dificultar que avance una alternativa antiimperialista y anticapitalista. Pero el PJ no va más, ni el “tragar sapos” ni dar “peleas desde adentro”, que solo conducen a nuevas frustraciones.

Aunque formalmente haya internas en el PJ nacional de acá al 17 de noviembre, lo cierto es que todos presionan para costurar la crisis y cerrar cargos de una lista de “unidad”, donde las bases no deciden y el rol de la clase trabajadora se limita a ser “columna vertebral” sobre la que está la cabeza dirigente, plagada de funcionarios, privilegiados, burócratas y empleados del gran capital.

Es tiempo de dar la oportunidad a la izquierda. De animarse a cambiar y transformar el descrédito en decisión de hacer algo nuevo, que enfrente en serio a la derecha. Desde el MST convocamos a cada peronista que valore las tres banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política; y a quienes compartimos cada lucha, a construir juntos un gran movimiento político, partiendo de la conquista que implican el Frente de Izquierda Unidad y su programa de transformación.

A luchar por un gobierno de los que nunca gobernamos: los trabajadores y el pueblo, y una Argentina en perspectiva socialista, con real democracia de bases. Para esos desafíos nos preparamos e invitamos a sumarse.


[1] En sus dos últimas cartas Cristina propone explícitamente la modificación de las relaciones laborales (léase reforma laboral); una nueva estatalidad para un nuevo Estado (al cuestionar lo que llamó el Estado omnipresente que derivó en “ineficiencia e ineficacia” y a ver al empleo estatal como un privilegio y un “gasto innecesario” que debe ser suprimido); la reversión del déficit fiscal; la revisión y una reforma profunda de la educación pública (empalmando con su histórico pedido de presentismos para limitar el derecho de huelga y con el proyecto para declararla un servicio esencial). O al criticar “el consignismo de la desigualdad social y el gatillo fácil” para pasar a reclamar un plan de seguridad integral y al reiterar su crítica a los programas sociales, a los que define como “clientelismos que solo contribuyen a dividir y a enfrentar a los sectores populares entre sí, e irritar a nuestras clases medias”.

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