sábado, 23 noviembre 2024 - 09:09

¿Quién era la casta?. 52,9% de pobres en el primer semestre liberal

Este jueves, mientras Milei grababa su entrevista con Susana Giménez, el INDEC reveló las estadísticas de lo que significó el primer semestre del fenómeno liberal. Un salto abismal en la pobreza e indigencia.

Con Milei la pobreza solo crece

Según los datos expresados por el Instituto Nacional De Estadísticas y Censo (INDEC), la pobreza en el primer semestre se calcula en 52,9% de la población, es decir, casi 25 millones de personas en todo el país. A mediados del año 2023 la pobreza se registraba en 41,7%, lo que implica un salto de un 26,8% y un aumento de más de cinco millones de nuevos pobres.

En cuanto a la pobreza infantil, la misma llegó al 66,1%, son 7,3 millones de niños menores de 14 años que viven en hogares pobres, lo que significa que 2 de cada 3 chicos están en la pobreza. La indigencia se registró en 18,9%, lo que implica un salto de un 58,8% del 11,9% registrado a mediados del 2023, es decir, 8,9 millones de argentinos están situados en la indigencia.

Sobre este hecho el INDEC, explica: “En promedio, los hogares indigentes tienen una distancia de $ 116.620 entre sus ingresos y el valor de la línea de indigencia. En términos porcentuales, esto implica que sus ingresos en promedio se encuentran 33,4% por debajo de la línea de indigencia. En el caso de los hogares pobres, la distancia se refiere a la línea de pobreza y es de $ 302.14, que implica una brecha de 42,6%”.

Son los peores números en los últimos 20 años. Si bien la pobreza viene en aumento hace varios gobiernos, el salto que dio la pobreza y la indigencia es brutal.

En el año 2015, en la última revisión semestral antes de que asuma el gobierno de Macri, la pobreza se calculó en 30,1% y la indigencia en 5,9%. Al término de la gestión, para el segundo semestre del 2019, la pobreza se databa en 35,5% y la indigencia rondaba el 8%.  Lo que significó un aumento del 17% en la pobreza y un 35,5% en la indigencia.

Analizando el gobierno de Fernández, asume con los números de 35,5% de pobreza y 8% de indigencia, en su primer registro, que fue durante la pandemia mostró un crecimiento de la pobreza al 40,9% y de la indigencia al 10,5%. Lo que significó que los primeros seis meses de Fernández marcaron un aumento del 15,2% de la pobreza y de un 31,25% de la indigencia. Fernández dató un crecimiento de la pobreza en 4 años del 17% y del 48.75% de indigencia.

De forma que Milei en solo 6 meses provocó un salto mayor en la pobreza e indigencia que Fernández o Macri en sus respectivos 4 años de mandato. Mientras el presidente festeja asados con la casta y desfila en el balcón de la Casa Rosada con Susana Giménez, los hogares argentinos son asolados por la brutal política de ajuste que implica el plan motosierra. Para buscar un peor registro de pobreza e indigencia, hay que remontarnos al primer semestre del 2004, una radiografía de lo implica el proyecto liberal en los bolsillos de los trabajadores.

Previo a que se conocieran los datos, el vocero del gobierno, Manuel Adorni, declaró: “Es un número que va a volver a reflejar la cruda realidad que atraviesa la Argentina y es consecuencia del populismo”.

El discurso de la pesada herencia ya lo escuchamos hace varios gobiernos. El salto brutal en la pobreza e indigencia se da en un periodo donde se destinan millones a la represión de Bullrich y el espionaje de la SIDE, como así también se le rebajan impuestos a los ricos, como es el de Bienes Personales. Este gobierno demostró que plata hay.  Hay plata para la represión, los negocios de la casta, los beneficios empresariales, los trolls de Milei y los viajes personales del presidente. Mientras tanto, el pueblo enfrenta los estragos de la brutal recesión.

Esto no se aguanta más, cada día del plan motosierra, empuja a más y más trabajadores a la pobreza e indigencia. Es necesario, grandes acciones unitarias para enfrentar este saqueo salvaje, conformar un verdadero plan de lucha que no esté atado a los tiempos del Congreso, cómplice del ajuste de Milei. Al mismo tiempo, hay que seguir exigiendo a las centrales sindicales que dejen de dormir la siesta y convoquen a un paro, dejando su pasividad y construyéndolo por abajo, en cada lugar de trabajo. 

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