sábado, 23 noviembre 2024 - 08:59

A propósito de la crisis en CICOP. El modelo sindical en debate

Este artículo fue publicado originalmente en el número de septiembre de la revista impresa mensual Alternativa Socialista.

El viernes 23 se realizó un congreso de CICOP donde se impuso una reforma reaccionaria del estatuto, asimilándolo al de los sindicatos
tradicionales burocráticos. CICOP que fue un claro punto de referencia del modelo sindical democrático está en un curso acelerado hacia
transformarse en un sindicato al estilo de los que giran en la órbita de la CTA-T y la CGT, y enfeudado al gobierno de Kicillof. De cara a los trabajadores y al activismo combativo es clave abordar sus causas y conclusiones a los fines de aportar a la pelea por su recuperación y a la disputa más general por una nueva dirección en el movimiento obrero. Y volver, otra vez, a resaltar la importancia del modelo sindical que hace falta en pos de esa estrategia.

Este amañado congreso fue el corolario de un proceso que, a diferencia de reformas previas del estatuto discutidas entre las diferentes corrientes de opinión y con el necesario período de debate, se realizó a puertas cerradas en el seno de la agrupación con mayoría circunstancial en la conducción (1).

Solo se difundió en las seccionales la posición oficialista. Casi no hubo discusión en asambleas, muy poco en el activismo de las seccionales y, aprovechando un corte de luz general, el congreso sesionó en la calle sin sonido y se pasó a votar sin debate alguno. El rechazo a nuestra lógica propuesta de pasar a un cuarto intermedio por falta de condiciones para el debate, forzó el retiro de la numerosa delegación que se opuso a la reforma para no avalar (2).

Reforma reaccionaria

La reforma aprobada es global y cambia el carácter del estatuto de CICOP, al estilo de los sindicatos burocráticos. Entre las diversas modificaciones, hay dos cualitativas que liquidan el carácter democrático del modelo sindical (3).

A) Elimina la integración por representación proporcional sin base y adjudica automáticamente al ganador casi la totalidad de cargos en las directivas provincial y seccionales y en la junta electoral. Se instaura un sistema casi de lista completa, reduciendo a una tarea quimérica la representación en futuras elecciones de toda oposición y, en caso de conseguirla, la torna meramente formal. Nada que envidiarle al régimen organizativo de la CTA, incluso la CGT o a las premisas del estatuto tipo del Ministerio de Trabajo. Sigue la vieja máxima del arcaico sindicalismo burocrático peronista “el que gana conduce, el que pierde acompaña”. Imponiendo el pensamiento único, ajeno a la tradición de nuestro gremio. Sus mentores argumentan que las minorías están “sobrerrepresentadas…”, una valoración arbitraria que desprecia la opinión de una franja de la base que elige votar por tal o cual tendencia de opinión expresada en una lista. Al igual que las conducciones burocráticas, también han dicho que “no se puede dirigir” con tanto debate, es decir con gente que piensa distinto. Nada más ajeno a la historia de 35 años de democracia e integración y de equipos de conducción que expresaban la unidad en la diversidad existente en los hospitales y centros de salud. Con esta medida, favorecen la división al excluir sectores de las decisiones cotidianas y privilegian las resoluciones de cúpula desconociendo la evidente diversidad de nuestro gremio.

B) Se crea un Plenario de Secretarios Generales, sin proporcionalidad ni obligación de mandatos, que potencialmente anula al congreso
si la dirección del sindicato lo decide convocar para “decisiones rápidas”. No fue una idea original. Le deben el copyright a los sindicatos de la CGT que usan este organismo para dejar los congresos para los días de fiesta. Así, deciden los dirigentes y no las bases. No es casual, ya que la conducción mayoritaria, enamorada del gobierno de Kicillof, en los últimos tiempos se ha transformado en una correa de transmisión de las propuestas salariales del gobierno y un organismo “de consulta rápida” le viene como anillo al dedo para anular los debates congresales. Por eso el salario real cae y los planes de lucha empiezan a brillar por su ausencia.

Ante una posible intervención por parte del gobierno nacional. Una afirmación doblemente engañosa, porque no existe ningún indicio en particular. En el caso hipotético que tal cuestión fuera cierta, no hay cambio alguno en ningún texto que impida lo que sería una decisión unilateral del Estado, con una Ley de Asociaciones Sindicales reaccionaria en vigencia, la que siempre criticamos y pedimos su anulación, justamente por ser la expresión jurídica de la estatización de los sindicatos y el viejo modelo cegetista.

Pero también porque en el caso que hubiera un ataque, se lo enfrenta como lo hemos hecho tantas veces: con movilización, ampliando la democracia y la participación, no cerrando el sindicato a la diversidad de opiniones y limitarlo a las decisiones de cúpula. Para fortalecer el sindicato hay que profundizar el modelo sindical democrático que tenemos y no adaptarlo al modelo de los viejos sindicatos que transan
con los gobiernos, dejan pasar los despidos y el ajuste.

Nuestro sindicato enfrentó ataques tremendos. Nos sacaron el financiamiento y recolectamos por la base; nos intentaron borrar del mapa en algunas seccionales municipales y en el Posadas, nos lanzaron ataques antisindicales y los derrotamos; nos intentaron desprestigiar ante la población en las medidas de fuerza y mantuvimos la alianza comunitaria. Nos corrieron con la conciliación obligatoria y la rechazamos; nos apretaron con otros aparatos sindicales burocráticos y los derrotamos; nos negaron la personería (el entonces ministro Tomada) y lanzamos un paro provincial que lo derrotó. Supimos parar en defensa de seccionales en lucha y reincorporar muchas y muchos compañeros y dirigentes despedidos. Nos sacaron la carrera profesional y la recuperamos. Supimos poner en pie planes de lucha de meses de duración, paros progresivos, movilizaciones unitarias y propias del gremio. Es solo una parte de nuestra historia de 36 años de lucha, en la cual el modelo sindical que hoy se cercena fue la columna vertebral. Esta reserva sin dudas será un capital preciado en la etapa que se abre por la recuperación de nuestra organización.

Un giro burocrático que cambia la historia del sindicato

Si bien este congreso marcó un punto de inflexión, el proceso de burocratización se viene gestando desde hace tiempo de la mano de la mayoría de la conducción actual orientada por el PCR (4), alineada con el gobierno de Kicillof y con un proceso de creciente, integración a sectores de la gestión del Ministerio de Salud. Esto significa un quiebre con la historia de democracia, autonomía y lucha de nuestro sindicato. Veamos.

La CICOP tiene una larga historia de construcción democrática como expresión del auge de grandes luchas en el equipo de salud a fines de los años 80 y comienzos de los años 90, reflejando la concurrencia de varios factores:

a) Un proceso de asalarización creciente de los profesionales de la salud que motorizó su sindicalización para pelear ante la caída
de las condiciones laborales y salariales; b) la ruptura con la concepción corporativa de las “federaciones médicas” y una fuerte tendencia a la democratización sindical, reflejo del proceso que recorrió las filas del movimiento obrero en el período post dictadura; c) la
reacción al ajuste y los planes privatizadores de la salud de la naciente década neoliberal menemista.

Nacida como una coordinadora que articuló asociaciones de profesionales por hospital que se transformaron en organismos de lucha y procesos de autoconvocatoria, la CICOP se desarrolló al calor de las peleas contra el ajuste de la década menemista. “Que la base decida”
fue un grito sagrado, todo era decidido en asambleas y plenarios de delegados provinciales para unificar los mandatos y marcar el rumbo.

La transformación en sindicato fue también una pelea contra resabios corporativos, y su carácter democrático también se hizo en
disputa con sectores que reflejaban el viejo modelo burocrático y que fueron derrotados. La coordinadora se transformó en un sindicato que siempre fue independiente de los gobiernos, democrático y combativo, que por ese carácter se hizo referencia no solo del equipo de
salud sino de otros sectores de trabajadores que se querían organizar desde la base. Una bocanada de aire fresco para el anquilosado universo sindical, retomando la tradición de las organizaciones independientes y de lucha de los años de génesis del movimiento obrero
y del clasismo, y opuesta por el vértice al modelo peronista burocrático de la CGT. En lugar del modelo estatista y gobiernero, verticalista y de pensamiento único, se había logrado un sindicato independiente y autónomo de todos los gobiernos, democrático y pluralista, que
integraba la diversidad de corrientes de manera proporcional. Estos tres pilares son los que se han empezado a tirar por la borda desde hace ya un tiempo, y con este cambio de estatuto se produce un reaccionario salto de calidad.

Razones y sinrazones

Que no se haya promovido el debate fue una decisión consciente de quienes promueven estos cambios, para que se difunda solo el proyecto oficialista y se demonice, incluso con calumnias, al bloque de seccionales, delegados y dirigentes que nos opusimos. Y generaron
confusión para promover una alineación basada en una tradicional confianza en las prácticas democráticas que hoy se están quebrando. Obviamente, en la medida que se conoce la realidad se genera indignación, pero también incertidumbre y un fuerte interrogante: ¿cómo es posible que ocurra esto en un sindicato con tanta tradición democrática? Hay razones objetivas que lo facilitaron, pero lo determinante fueron los cambios operados en la dirección efectiva del sindicato:

  • Las transformaciones en la base social del sindicato, con la jubilación de la vieja guardia fundadora y camadas posteriores que transmitían una fuerte reserva democrática. También la creciente fragmentación del sistema de salud y el equipo, sobre todo en los municipios, donde ha tenido mayor desarrollo en los últimos tiempos la CICOP y donde hay una altísima precarización laboral, mayor aislamiento sindical y la resistencia ha sido lugar por lugar. Y como contrapartida, un creciente proceso de desmovilización a nivel provincial, que la actual conducción mayoritaria no solo no revirtió, sino que estimuló para mantener un status quo de connivencia con el gobierno.
  • La presión social del aparato, que produjo que una camada de dirigentes refleje más las necesidades de conservar ese aparato y se aleje de las principales necesidades del equipo de salud; como el salario y las condiciones laborales, en particular el de los sectores
  • más postergados. No hay inmunidad para el proceso de burocratización. Es una vieja discusión con las corrientes estalinistas que opinan que por reclamarse “de izquierda” o progresista una dirección no se burocratiza. Incluso es un debate que tenemos con otras corrientes de izquierda que, al no contrapesar esta tendencia, inexorablemente reproducen los vicios burocráticos del viejo modelo al obtener cargos sindicales. La historia indica que la burocratización es un proceso social, con una base material, por presión de las tendencias más conservadoras del movimiento obrero, la influencia del Estado, los gobiernos, las patronales y otros sectores de la burocracia, que condicionan las acciones de los dirigentes. En el movimiento obrero, todavía prima una cultura del viejo modelo sindical, heredada del peronismo, donde “delegan” las decisiones en las cúpulas. El único contrapeso a este proceso, por supuesto, es la más amplia democracia sindical, lo opuesto a lo que se nos impone con esta reforma.
  • La integración acrítica a la CTA de los Trabajadores ha ejercido una influencia importante y particular en el proceso de burocratización. Se ha llevado al sindicato a una creciente subordinación a la conducción actual de esa central, y a sus orientaciones y políticas de inacción y connivencia con el gobierno de Kicillof y la corriente sanitaria del ministro Kreplak.
  • Sin dudas el proceso determinante para que estos factores dominen y le impriman la dinámica actual, fue el cambio operado en el último tiempo en la conducción del sindicato que quebró una historia de directivas con trabajo en equipo integrando sectores independientes con la izquierda. La actual mayoría en la conducción tomó la decisión de aplicar esta reforma para facilitar el control del sindicato como un unicato, verticalista, para intentar avanzar en subordinarlo al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Hace tiempo que estamos en una dura disputa por preservar los tres pilares del modelo que supo hacer grande a la CICOP: la autonomía, la democracia sindical y el pluralismo. Esta reforma está al servicio de minar el carácter de sindicato de lucha que nos ha caracterizado.

Nuestro sindicato tiene historia de independencia absoluta de todos los gobiernos tanto del PJ como del macrismo. La actual conducción ya desde hace un tiempo impulsa la integración del sindicato a las actividades del gobierno provincial, fomenta la ubicación de varios de sus miembros en la dirección de hospitales y cargos de “gestión”, cosa expresamente vedada en nuestro estatuto para preservar la autonomía. Y fomenta la participación de funcionarios y ministros en plenarios y actividades oficiales de la CICOP, reivindicando su gestión. Ello ha llevado a que se acepten sin chistar las propuestas salariales, restarle apoyo a la lucha del Hospital Posadas, y a que desde hace más de un año no haya una sola medida de fuerza provincial.

Recuperar la CICOP de sus orígenes

Sin lugar a dudas este curso está lejos de ser un hecho consumado. Hay una disputa abierta y nuestra corriente; Alternativa Salud (ANCLA/MST), una de las vertientes históricas y fundacionales de la CICOP; viene dando una pelea contra este curso regresivo, en minoría desde la directiva y varias seccionales. Conformamos un bloque que se opuso férreamente a esta reforma en unidad con las agrupaciones Fuerza Colectiva, Salud en Marcha, Colectivo Lista 7 y la Marrón, con quienes más allá de las diferencias buscamos un común denominador: dar una batalla en defensa de la democracia sindical, de nuestra historia y para evitar que se concrete esta reforma y se consolide este curso reaccionario.

Superando las políticas sectarias y oportunistas, que llevaron a no poder conformar un polo combativo para impedir el crecimiento de los sectores proburocráticos, es cómo se podrá avanzar.

Estamos convencidos de que hay una reserva democrática en la amplia base del equipo de salud. Y en la medida que desaten procesos de lucha, recuperar nuestro modelo democrático se va a tornar una necesidad y allí estaremos junto al equipo de salud y al creciente activismo de lucha para impulsarlo. Se abre una nueva etapa. Más unidad en la diversidad. Abrir este debate con muchas compañeras y compañeros del equipo de salud, de las seccionales de CICOP, para reflexionar colectivamente, apelando a la reserva democrática del gremio. Impulsando la coordinación con otros sectores sindicales combativos, no solo de la salud. Queda planteada una dura batalla.

No únicamente contra el gobierno nacional, también contra el ajuste del gobierno provincial. Para que se concreten y consoliden conquistas tremendas que conseguimos con la lucha desde hace años (5) y que van a estar amenazadas con la progresión del ajuste. Por el salario y la defensa de esas enormes conquistas que son patrimonio colectivo y de la lucha en la provincia de Buenos Aires. Por recuperar la CICOP como sindicato autónomo, democrático y combativo, representativo del equipo de salud y por un sistema único de salud estatal, universal y gratuito.

Modelo a desarmar

Sacar conclusiones de esta pelea es importante. No solo de cara a la disputa que tenemos en este sindicato, sino al servicio de aportar a la pelea en otros lugares del movimiento obrero y al servicio de la nueva dirección clasista y democrática que necesitamos como trabajadores.

La cultura del viejo modelo sindical burocrático, heredado del peronismo, sigue imperando en el conjunto de la clase trabajadora. De la mano del control de la burocracia de los aparatos de las centrales y la inmensa mayoría de los sindicatos, ese modelo estatista regimentado por la Ley 23.551, verticalista, donde deciden los dirigentes sobre la base, y monolítico, donde no hay libertad de tendencias ni se integran las opiniones divergentes, sigue arraigado. Esa influencia es una presión permanente sobre las nuevas conducciones y organismos recuperados. El contrapeso es la disputa no solamente por ganar puestos de conducción en los sindicatos, sino por aplicar
las premisas de un nuevo modelo sindical. Por eso hay que reeducar en la práctica asamblearia, democracia obrera, autodeterminación y confianza en nuestra clase y su lucha como única garantía de triunfo. El modelo sindical es el programa para que una nueva dirección se desarrolle como independiente, democrática y combativa (6).

De la mano del desprestigio tremendo de la burocracia de todo pelaje por su historia de traiciones y privilegios, ese modelo burocrático se va debilitando en la base, y así crece su rechazo en los procesos de lucha y en el nuevo activismo que los motoriza. Es parte de la crisis de representación del régimen capitalista y los viejos partidos, en particular del peronismo, que es quien alimenta a la burocracia que termina conviviendo y cediendo a todos los gobiernos y las patronales, incluido el actual, y se divorcia de los intereses de la base y nuestra clase. Por eso crece desde el pie un proceso de recambio democrático, más allá de sus ritmos.

En una reciente polémica Moyano le espetó a Cristina K la política antiobrera del último gobierno y el rol de los legisladores peronistas felpudos de Milei. Cristina le recrimina que no hicieron nada en favor de defender a los trabajadores. Bueno, confesiones de parte. Dos caras de una moneda que hay que desterrar para construir una nueva dirección sindical y política, desde la izquierda y los sectores combativos.

Vientos de cambio

En los últimos años se viene gestando un proceso de ascenso en las luchas en el equipo de salud y se abrió un nuevo proceso de organización democrático. Hubo movilizaciones y conflictos en la mayoría de las provincias, por fuera de las direcciones burocráticas o desbordándolas. Un proceso de autodeterminación de los trabajadores, con fuertes rasgos comunes: democracia sindical de base, asambleas eligiendo delegados, antiburocrático y antigubernamental y con diversas formas organizativas como autoconvocatorias, revitalización de sindicatos combativos, fundación de nuevos sindicatos. En general estas peleas, además del capital acumulado en el terreno político, lograron algunas reivindicaciones. Ahora sale a la lucha nuevamente el Hospital Garrahan y puede ser el preanuncio de una nueva marea blanca. Parte de los nuevos fenómenos que se van a profundizar de cara a una perspectiva de deterioro del gobierno
de Milei y los gobernadores, en la medida que incrementen su ataque a la salud y demás conquistas laborales históricas. Comienza a retomarse un proceso similar al que dio origen a la CICOP. Parte de una tendencia más general en el movimiento obrero de
recambio sindical. La inacción y traición de las burocracias ante Milei lo va a dinamizar.

Nuevamente quedan colocados desafíos fundamentales para el activismo combativo y la izquierda. El debate del modelo sindical vuelve a la primera línea.


Referencias

(1) Pacagnini, PDI. 24/8/24- https://periodismodeizquierda.com/cicop-en-un-congreso-
expres-y-sin-debate-se-impuso-un-estatuto-burocratico/

(2) Declaración unitaria. 30/8/24 PDI – https://periodismodeizquierda.com/en-honor-a-
la-verdad-que-paso-en-el-congreso-de-cicop/

(3) Declaración unitaria. PDI, 21/8/24 https://periodismodeizquierda.com/cicop-
declaracion-unitaria-en-defensa-del-modelo-sindical-democratico/

(4) La Agrupación 10 de Junio, hegemonizada por el PCR, con sectores K. y de Patria Grande. El PCR, Partido Comunista Revolucionario, de ideología maoísta y estalinista, supo apoyar al gobierno de Isabel y López Rega, en tiempos de la AAA. Está diluido en las coaliciones del PJ desde hace muchos años y en el movimiento obrero integra conducciones burocráticas. Salvo excepciones, nunca se ha sumado a los reagrupamientos del sindicalismo combativo y la izquierda.

(5) La reducción de la edad jubilatoria; 45 días de vacaciones desde el ingreso; reglamento de residentes de avanzada; pase de la enfermería a la carrera con salario igualitario en todo el equipo de salud; desprecarización en establecimientos provinciales. La democracia sindical al servicio de la lucha, fue clave.

(6) Pacagnini, Latorre, López. Sindicalismo Combativo, conceptos y herramientas. La Montaña, Ediciones Socialistas. 2019.

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