jueves, 19 septiembre 2024 - 18:54

Jorge Julio López. El desaparecido que incomoda

Jorge Julio López, un albañil y militante, desapareció por segunda vez el 18 de septiembre de 2006, tras haber testificado contra el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz en un juicio por crímenes de lesa humanidad. Su desaparición, ha confirmado la vigencia de la pelea por el desmantelamiento del aparato represivo y la apertura de todos los archivos estatales, eclesiásticos y empresariales.  A 18 años y a pocos días de la visita de diputados de La Libertad Avanza a genocidas, seguimos exigiendo justicia y verdad. 

La búsqueda y el estado actual de la Causa Judicial 

Desde su desaparición, se han llevado a cabo ineficientes operativos para encontrar a López, pero hasta la fecha, no se ha logrado dar con su paradero. La complicidad de las fuerzas de seguridad ha dificultado el avance de la investigación, la obtención de pruebas contundentes y, en definitiva, el esclarecimiento del caso. Basta recordar los dichos de Aníbal Fernández, por entonces ministro del Interior, quien sugirió que no se hablara de “desaparición” y afirmó que López podría “estar en la casa de su tía tomando té”, para dimensionar la complicidad estatal en esta desaparición.

La desaparición de López fue la confirmación de la connivencia entre los partidos tradicionales, el poder judicial y las fuerzas de seguridad. Tras casi dos décadas, la falta de voluntad política para resolver el caso es patrimonio de todos los gobiernos, desde los supuestamente progres hasta los abiertamente fachos.

Miguel Etchecolatz y su vínculo con la desaparición de Jorge Julio López 

Miguel Etchecolatz fue un alto oficial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires durante la dictadura cívico-militar. Fue responsable de numerosos crímenes de lesa humanidad, incluyendo torturas, asesinatos y desapariciones forzadas. En 2006, fue condenado a cadena perpetua por estos crímenes. Durante el juicio, Jorge Julio López brindó un testimonio crucial, en el que detalló las torturas y asesinatos perpetrados por Etchecolatz. En una de sus declaraciones, López afirmó: “Etchecolatz me torturó personalmente. Vi cómo asesinaba a compañeros en los centros clandestinos de detención”.

La desaparición de López, ocurrida poco después de su testimonio, la interpretamos como una venganza y también como una demostración de fuerzas para intentar silenciar a otros testigos y sembrar el miedo entre quienes peleamos por memoria, verdad y justicia. Sin embargo, no pudieron frenar los juicios, que aun hoy continúan, y que, si bien son lentos y a cuentagotas y no están juzgando a la totalidad de los responsables, son un triunfo de la lucha popular y la movilización.

Otras Desapariciones en democracia en la Provincia de Buenos Aires 

La desaparición de Jorge Julio López no es un caso aislado. En la provincia de Buenos Aires, se han registrado otras desapariciones atribuidas a las fuerzas armadas o la policía. A continuación, se presentan algunos casos destacados: 

  1. Andrés Núñez: Desaparecido en 1990 en La Plata. Andrés fue detenido ilegalmente por la policía, torturado y asesinado. Su cuerpo fue encontrado años después enterrado en una quinta. Varios policías fueron condenados por su asesinato, otro sigue prófugo.
  2. Miguel Bru: Desaparecido en 1993 en La Plata. Miguel era un estudiante de periodismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) que fue detenido y torturado por la policía. Su cuerpo nunca fue encontrado, pero varios policías fueron condenados por su desaparición. 
  3. Luciano Arruga: Desaparecido en 2009 en Lomas del Mirador. Luciano fue detenido por la policía y su cuerpo fue encontrado cinco años después enterrado como NN en el Cementerio de la Chacarita. 
  4. Facundo Astudillo Castro: Desaparecido en 2020 en Bahía Blanca. Facundo fue visto por última vez en un control policial. Su cuerpo fue encontrado meses después en un cangrejal. La investigación sigue en curso.

La verdad que incomoda 

La desaparición de Jorge Julio López y otros casos similares en democracia evidencian el verdadero carácter de la democracia que experimentamos. En una democracia burguesa clásica, los matones de la burguesía y del imperialismo cuentan con la impunidad garantizada de punta a punta. En la excepcionalidad argentina el heroísmo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, junto al pueblo movilizado, echó a la dictadura e impuso amplias libertades democráticas para el pueblo trabajador y límites claros contra la represión estatal, acumulando reservas democráticas en la conciencia de millones.

El fracaso de los gobiernos falsamente progresistas ha permitido la llegada al poder del proyecto político negacionista que busca consolidar un nuevo régimen más autoritario y represivo. El gobierno de Milei-Villarruel y el gran empresariado buscan ponderar a las fuerzas armadas, reconciliándolas con la sociedad, rodeando de impunidad a los genocidas y batallando ideológicamente con su veneno de los “dos demonios” como arma.

Su política represiva es instrumental, buscan terminar con la excepcionalidad argentina de la que hablamos más arriba, al servicio de lograr un salto en la semi-esclavitud laboral y la semi-colonización de nuestro país. Sin embargo, no la tienen ni la tendrán fácil; apoyados en las enormes reservas democráticas de nuestro pueblo debemos seguir exigiendo la mayor confluencia en las calles, sin ningún sectarismo, para enfrentar estos planes.

Contra el veneno ideológico de la ultraderecha, debemos seguir levantando la exigencia de una Comisión investigadora independiente para conocer la verdad sobre la desaparición de López y el juicio y castigo a todos los responsables materiales y políticos.

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