El texto de Cristina no solo trajo malestar en trincheras ajenas, sino que también en la propia. Diferentes referentes de la burocracia sindical peronista cuestionaron sus dichos.
El cuento chino de la autocrítica
En la carta publicada el viernes por la expresidenta mencionaba: “El peronismo se desordenó cuando no advirtió la modificación de las relaciones laborales de la población económicamente activa, donde los trabajadores registrados en la actividad privada no sólo son minoría, sino que además sólo el 40% de ellos está sindicalizado”.
Esta frase causó malestar en las cúpulas gremiales que conduce el peronismo, de modo que salieron a contestarle con mayor velocidad que su común accionar.
Uno de los primeros fue Andrés Rodríguez, secretario general adjunto de la CGT,secretario general de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) y viejo integrante de la conducción burocrática cegetista. “Creo que tiene que revisar mejor los números. En la población económicamente activa, que podemos catalogarla entre unos 18 millones de ciudadanos, indudablemente, el trabajo formal está reducido a la mitad, 6 millones de trabajadores privados y algo más y 3 millones de estatales. Esto no es producto del movimiento obrero, sino de la falta de políticas de los gobiernos de hace bastante tiempo”, declaró Rodríguez.
Del mismo modo opinó sobre el momento del peronismo: “Creo que la expresidenta tiene un contexto importante de apoyo, pero no es para nada hegemónico dentro del peronismo”. “Hoy el peronismo está disperso y hay que reordenarlo y es probable que ese reordenamiento -que tendrá que ver con encuentros de dirigentes de todo tipo- de lugar a debate, deliberaciones y autocríticas y que de ahí empiece a perfilarse una posibilidad de una estructura orgánica de lo que debe ser un movimiento tan trascendente en la historia argentina como es, fue y será el peronismo”.
Son declaraciones que se cruzan en medio de una disputa por la presidencia del PJ que dejó vacante Alberto Fernández. Rodríguez llama a Cristina a revisar los números y acusa al estadio actual del movimiento obrero a la falta de políticas de los gobiernos. También apunta a un reordenamiento sin jurarle ningún tipo de pleitesía a CFK.
A Rodríguez se le suma Pablo Moyano, quien fue tajante con Cristina: “Las cartas de la expresidenta no suman para nada, no suman. Llamen a una reunión del PJ y matémonos ahí adentro, no públicamente”.
El referente de Camioneros sostuvo: “Cuando habla de la CGT…Que diga nombres porque yo no me voy a hacer cargo. La CGT fue a tribunales y se judicializó lo que fue la reforma laboral. Las marchas, los paros. Viejo, que cada cual se haga cargo”. Del mismo modo acusó a “los diputados y diputadas del peronismo de Tucumán, de Catamarca, de Salta”, que pactaron y votaron la Ley Bases.
Arremetió declarando: “Esa crítica a la CGT la verdad que no la entiendo. Yo me hago cargo de lo que hice: dos paros generales y fuimos a la calle”. ¿No será mucho?
Vale aclarar que en 9 meses del gobierno la CGT solo convocó a la concentración en tribunales, a un paro de medio día (con movilización) y a un paro sin movilización. En paralelo, no son solo cómplices los diputados que votan y le facilitan las leyes a Milei, que bien señala Moyano. Sino que también son cómplices quienes desde la propia conducción de la CGT están pactando la reforma laboral con el gobierno.
Como admite Rodríguez: “Nosotros le hemos sugerido al gobierno claramente que el decreto reglamentario de la reforma laboral de la Ley Bases debería ser consensuado. Si lo hace, fenómeno, podríamos reconocerlo como positivo. Ahora, si desconoce la opinión de las partes, particularmente del sindicalismo, indudablemente nos vamos a oponer“.
Por más que Pablo Moyano se crea el Che Guevara y vea a la CGT como un gran combatiente contra las políticas ajustadoras de Milei, la realidad, como las palabras de Rodríguez, son muy claras y solo colocan a la CGT como un cómplice más.
Por fuera de Azopardo habló Baradel, dirigente de SUTEBA-CTERA, quien declaró: “Estuvimos 16 años de gobierno nuestro, tenemos que hacer una autocrítica todos”. Una reflexión mas suave que sus pares de la CGT, repartiendo la autocrítica entre todos y plantándose como parte del gobierno durante 16 años, cosa que no hace ni la misma Cristina, que habla del gobierno de Alberto Fernández en tercera persona como si ella nada hubiera tenido que ver con la elección del expresidente, ni con el gobierno, ocupando la vicepresidencia.
Asimismo Baradel planteó: “Hay cosas que se modificaron y otras no se hicieron, tiene que ver con ese debate. Estar al frente del Estado es muy importante para llevar adelante las transformaciones, tiene que haber un debate y hay que hacer una autocrítica porque hay cosas que se hicieron bien y muchas otras que faltan“. Después de 16 años en el gobierno uno podría preguntarse si lo que faltó, lo que no se hizo, en definitiva fue por decisión política. Más bien no hubo voluntad política de hacerlo. Y en ese orden de cosas es que la responsabilidad de un PJ “torcido” es de todos los que apostaron al malmenorismo, tanto políticos como sindicales.
Nuevos cruces dentro de un viejo proyecto
De conjunto, aun reflejando distintas posturas y alas gremiales, los tres líderes sindicales expresan un modelo sindical agotado, que gestionó y acompañó el ajuste de un gobierno con el que compartían banderas políticas, permitiendo que exista un gran fenómeno de desprestigio sindical, como así también una reconfiguración del mundo del trabajo argentino, cada vez mas informal y precarizado.
Ahora, ante un gobierno ultraderechista que viene por todos los derechos de los trabajadores, hacen agua por todas partes. Están subsumidos a la interna de un PJ golpeado, tras una pésima gestión de la cual nadie quiere hacerse cargo y sus movimientos se acoplan a las necesidades dentro de la interna.
Del mismo modo, como confesó Rodríguez y se vio con la mesa técnica, hay un importante sector sindical peronista que, en vez de estar organizando un plan de lucha, se está sentando a pactar la reforma laboral.
Y aunque Moyano hable de algunas pocas convocatorias parciales, la CGT fue cómplice de todo el paquete de ajuste que descargo el gobierno sobre los trabajadores, de hecho, ni siquiera convocó institucionalmente a movilizar contra la Ley Bases.
Es más, en las críticas que le hacen a la carta de Cristina, nada dicen sobre sus dichos acerca de abrirse a debatir una reforma laboral y una reforma educativa. Es obvio que desde CFK hasta los sindicalistas que ahora la critican tienen acuerdo en tratar de poner en pie un proyecto moderado, queriendo ubicarse como alternativa si Milei se derrumba, quizás porque viven en estado de parálisis negándose a proponer un plan de lucha de verdad que en las calles frene el plan de Milei. Es tarea de estos tiempos impulsarlo por abajo, uniendo y coordinando cada pelea. Y en el terreno político abriendo paso a construir algo nuevo desde la izquierda.