El pasado 5 de agosto no solo será recordado como un “lunes negro” más. La caída de las bolsas en Japón, Europa y Estados Unidos alcanzaron ribetes históricos. La explicación de los economistas burgueses va por el lado del temor a una recesión en la economía yanqui, la primera del mundo. Si bien es cierto, esto no explica toda la complejidad del problema, ni nos arma en la perspectiva de futuras volatilidades. Aquí nuestras opiniones al respecto.
En el día de ayer se produjo una brutal caída en las bolsas de casi todo el mundo, con características de colapso. Por razones de huso horario, los primeros datos vinieron de Japón, donde el índice Nikkei, el índice bursátil más conocido y usado para evaluar la bolsa de Tokio, terminó perdiendo 12,4%, lo cual representa la peor caída en puntos de su historia. Como reguero de pólvora, al llegar la hora de apertura de las bolsas europeas la situación se siguió reproduciendo: París cayó 1,41; Londres el 2,25%; Madrid 2,5 y Fráncfort -la más importante de Europa- el 1,89%. Más tarde ocurrió lo propio con la famosa Wall Street, donde el Nasdaq que representa a las acciones tecnológicas perdió el 2,5% y el Dow Jones, que representa las acciones de fábricas tradicionales el 2,4%. También caerían la criptomonedas, principalmente Bitcoin descendiendo 8,3% y Ethereum derrumbándose el 14,9%.
En fin, todo un desastre para el suicidio de millones de bolsistas y especuladores de toda índole. Las propias acciones con nombre y apellido de los gigantes tecnológicos yanquis caerían por encima del promedio de Wall Street: Amazon -3,6%, Apple -3,4% y Microsoft -2,9%.
En el día de hoy muchas bolsas empezaron a recuperarse, Japón recuperó 10% de los 12,4 puntos descendidos ayer y desde el gobierno nipón salieron a sostener que la economía estaba estable, que el Yen (moneda japonesa) estaba fuerte y las empresas del Imperio gozaban de buena salud. Sin embargo, ningún analista de bolsa se juega a que esta recuperación sea duradera, y la expresión más utilizada es “volatilidad a futuro”, lo que en su jerga significa que esperan nuevos sacudones. En Europa, cuya recuperación fue mucho más dispar, Londres y Fráncfort se recuperaron y terminaron en alza; mientras que Milán, Madrid y París terminaron en baja también este martes.
En nuestro país el conocido índice Merval sufrió solo una leve baja del 0,5%, lo que motivó que Milei, Santiago Caputo y otros del entorno del gobierno salieran a festejar y afirmar que el impacto había sido leve debido a la solidez de nuestra “macro” y a que las medidas que se habían tomado estaban en el rumbo correcto. Al igual que hiciera Cristina en la crisis del 2008, algunos se animaron a decir incluso que Argentina estaría “blindada” ante estos sacudones. Tristes predicciones, si se tiene en cuenta lo que nos pasaría luego del 2008, ya que nunca más la economía argentina volvió a crecer y se desenvolvió de crisis en crisis, del estancamiento a la recesión y de allí a la inflación descontrolada.
Mejor sería que los responsables de la economía del país, comenzando por Milei, fueran un poco más serios y en vez de largar frases altisonantes como que “estamos blindados”, viesen que en realidad nuestra bolsa no “cotiza” a nivel mundial, no tiene ninguna injerencia, ni por volumen ni cualitativa. Deberían analizar, como cualquiera puede saberlo, que no hay corridas de valores porque hay cepo que impide la compra de acciones en dólares. Y que tampoco es real este blindaje, ya que el riesgo país subió por encima de los 1.660 puntos y los bonos cayeron. Es decir, todo lo que nos tocaba perder, lo perdimos.
Las causas coyunturales de la crisis bursátil
Hay acuerdo general en los analistas de todo el mundo en que el disparador de esta crisis fueron los datos débiles o directamente negativos de la economía de los Estados Unidos, la primera en el mundo, en particular en lo que respecta los datos del empleo: por primera vez desde la pandemia la tasa de nuevos empleos cayó y los empresarios bajaron sus contrataciones de nuevo personal. Aunque la tasa global de desempleo apenas subió del 4,1% al 4,3% -y en general es un índice bajo, mucho mejor que el de la mayoría de los países europeos- estos datos fueron percibidos por los especuladores bursátiles como una posibilidad cierta de que el gigante de América entre en recesión, aunque todavía no haya ninguna señal clara al respecto y a pesar que el presidente de la FED (Reserva Federal de los Estados Unidos) dio detalladas explicaciones en contra de esta hipótesis. Nada de eso sirvió. Como dice el dicho, “no hay nada más temeroso que el dinero” y los especuladores se largaron a vender bonos y acciones de las empresas yanquis, en especial de las tecnológicas que, como ya vimos, sufrieron una caída mayor.
Un caso notable es el de Apple, otrora la primera empresa del mundo. El grupo Warren Buffett vendió en un día casi la mitad de su participación accionaria, que son nada menos que 50.000 millones de dólares. Decimos que es llamativo porque hace apenas 3 meses el índice Nasdaq que representa a Apple y las demás tecnológicas tuvo un crecimiento desmedido (¿una nueva burbuja?) ante el surgimiento de la Inteligencia Artificial y las expectativas que esto significara un envión sin límites en el poderío de las empresas del sector. Como vemos, la especulación es en sí misma la fuente de la volatilidad de la que después se quejan: en mayo tocaban el cielo con las manos, en agosto venden todas las acciones ante la más mínima expectativa de no poder sostener las ganancias esperadas o prometidas a terceros.
Las razones más profundas de este lunes negro
Para nosotros hay razones más profundas, económicas y reales que están en la base de estas caídas bursátiles o explosiones de diversas burbujas. Aunque hoy se diga y se alarmen por la peor caída en las bolsas desde febrero del 2020, a poco de comenzar la pandemia con su gran parate de la economía, el fondo del problema está en el propio sistema de producción capitalista y su forma de acumular la ganancia. Aunque ya lo hemos explicado muchas veces desde nuestras páginas, no viene mal hacer un breve repaso a modo de resumen actualizado, por esta nueva crisis.
Desde hace décadas la economía capitalista viene de crisis en crisis, de explosiones de burbujas financieras repartidas a través de todo el mundo. Así fue la crisis del tequila, la rusa, la caída de Shangai, la crisis del petróleo, y tantas otras mencionadas sin orden cronológico ni de importancia. Todas estas crisis bursátiles o financieras tuvieron su origen en una característica común a toda la economía capitalista, cuya crisis se hizo más patente con el fin del boom de postguerra y la recuperación de la Europa más allá de 1960/70. Surgió entonces como muy evidente que la economía real, la de la producción de mercancías y nuevos avances tecnológicos de alcance mundial y para todo el mundo ya no daba las ganancias esperadas por los capitalistas. Cada vez necesitaban de mayor inversión, para recuperar menor tasa de ganancia. Así fue creciendo año tras año el capital especulativo, los bonos, las bolsas, las acciones y hasta las nuevas criptomonedas. Este brutal aumento del capital especulativo, no anclado en la producción real, es la causa fundamental y básica del crecimiento de burbujas que al primer cimbronazo explotan, dejando un tendal de empresas sin financiamiento y miles o millones de despedidos por culpa del miedo de los bolsistas y su prisa en vender acciones, muchas veces de empresas que eran perfectamente viables, pero que al generar estas corridas terminan quebrando.
Un punto de inflexión cualitativo ocurrió en 2008 con la crisis de las hipotecas, que ocurrió directamente en el corazón de la economía mundial, los Estados Unidos, para trasladarse rápidamente a Europa, donde sus coletazos aún perduran y no se pueden recuperar. Hace más de 15 años que Europa está en crisis, ni siquiera Alemania, ahora comprometida también, puede salir. Se hundieron Inglaterra -brexit mediante-, Italia y España. A duras penas se mantuvo Francia.
Hoy la crisis actual revela que el tan mentado crecimiento de los Estados Unidos, que salió relativamente pronto de la crisis del 2008 a costa de inyectar ciento de miles de millones en el salvataje de los bancos, no era tan sólido como pregonaban. Los temores a entrar en recesión tienen fundamento, ya que los índices de crecimiento de todos estos años han sido débiles, muy débiles si los comparamos con el crecimiento de post guerra, incluso los de la década de los ’80 y ‘90. Además, la creación de empleo tuvo el sesgo de la precarización y de tratarse empleos no relacionados con la producción industrial, más bien de servicios. Todo esto consecuencia de lo que ya mencionamos: que no existe por parte del capitalismo mundial la intención de realizar grandes inversiones en producción.
La crisis se da, para confusión de muchos analistas burgueses, en el marco de un dólar a la baja perdiendo posiciones frente al Yen y al Euro, pero también porque las tasas positivas frente a la inflación que impuso la FED en los últimos tiempos, y que pretende mantener hasta después de las elecciones de noviembre -otro punto de inestabilidad que no tocamos por razones de espacio-, no lograron atraer grandes masas de dinero ni gran acumulación en bonos del Tesoro estadounidense. Todos creen por lo demás que cuando bajen la tasa de interés habrá más volatilidad y más crisis, no un vuelco de grandes masas de dinero a la inversión productiva como ocurría décadas atrás en dichas circunstancias.
Como dijimos y para terminar, la base material, dialéctica y simple de todas estas crisis bursátiles está en lo que el marxismo siempre denominó como caída tendencial de la tasa de ganancia. Al no poder reproducir el capital en el sector productivo, se vuelcan cada vez más grandes volúmenes de dinero al circuito especulativo y luego, ante cualquier rumor de caída de los indicadores, abandonan el barco y se producen estos desastres.
Nuestra opinión es que esto no tiene retorno, hace ya más de 15 años que Estados Unidos y Europa se desenvuelven de crisis en crisis o crecimientos paupérrimos, aparecen China o India en el horizonte y nuevos roces interimperialistas que, en lugar de solucionar, traen consigo nuevos y más graves problemas. Podrán salir de esta crisis bursátil, lo que no podrán evitar es la declinación cada vez más grave de este sistema capitalista imperialista.